Capitulo 4 - Preguntas sin respuesta

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Al entrar al pequeño local se dirigieron hacia una de las mesas que se encontraban al fondo cerca de una pequeña ventana, si iban a hablar querían tener algo de privacidad.

Una camarera se acercó a tomarles la orden, cuando acabaron de ordenar ésta se retiró brindándoles una amable sonrisa a ambos.

—Así que... ¿Qué quieres saber? —inquirió Harry.

—No sabía que tuvieras tanta prisa por hablar —respondió Louis soltando una risita baja—, naturalmente pensé que iba a tener que sacarte las respuestas a la fuerza o con un poco de plática. Pero al parecer alguien está más ansioso que yo por hablar —miró a Harry con una pizca de diversión en los ojos.

—Creí que por eso veníamos —respondió Harry sintiendo subir el rubor a sus mejillas, ¿habrá parecido desesperado? ¿Parecerá que no quiere estar con Louis?

—Claro, era para conocer un poco más sobre Sam, pero también era para conocernos. Me pareces alguien interesante, Harry.

—¿Yo?¿Interesante?

Louis asintió

—Sí, es raro pero tengo la sensación de que hay algo que debo conocer de ti, algo que debo descubrir —dijo—. Extraño.

Harry no pudo evitar sentirse mal y nervioso al mismo tiempo de solo pensar en que Louis se enterará de la verdad.

—No hay nada interesante en mí, o por lo menos yo lo percibo de ese modo —dijo alzando los hombros.

—Yo no creo eso, es decir, tuviste un romance con Sam a espaldas de toda su familia y de su novio, fuiste a su funeral a sabiendas de que no serías bien recibido y eres daltónico.

Mencionó cada una de las cosas estúpidas que le dijo Harry a Louis, cada mentira, eran dos pero eran dos grandes mentiras y ahora se sentía como la mierda.

—Para empezar tú me llamaste y me dijiste sobre el funeral, Louis —recordó Harry.

—Sí, puede ser. Pero no pensé que fueras lo suficientemente estúpido o valiente, aún no lo sé, para haber ido.

—Creo que estúpido, algo muy estúpido de mi parte —concedió Harry.

—Sus órdenes —interrumpió la misma camarera de antes, dejando frente ambos chicos dos tazas con cappuccino americano, un tazón plateado con algunas galletas que habían pedido y dos platos planos que tenían unas pequeñas crepas saladas.

—Gracias —respondieron al unísono y la chica se retiró.

—Bueno Harry, háblame de ti —hablo primero Louis, mientras tomaba entre sus manos el cappuccino y se lo llevaba a los labios.

—¿Qué te gustaría saber de mi, pequeño?

—Mmh, buena pregunta. ¿Qué tal tus pasatiempos?

—¿Mis pasatiempos? Veámos, me gusta salir a caminar cuando esta lloviendo porque así me es más fácil no encontrarme gente que me distraiga de mis pensamientos, ya sabes ¿quién en su sano juicio saldría en la lluvia?

Louis contuvo una risita —¿O sea que tú no estás en tu sano juicio, Harry?— preguntó con diversión

—Pues supongo, vamos que no estamos totalmente cuerdos, eso es lo que creo aparte de que uso ese sentido común de la gente para mí fin.

—Entiendo, ¿cómo conociste a Sam?

—Ahm, bueno —¿Cómo conocí a Sam? Buena pregunta. ¿Cómo se conocieron el otro Harry y él?—. Ya sabes que Sam era amante de vivir la vida al momento, disfrutar cada acto que hiciera como si fuera el último.

—Sí, lo sé. Eso lo llevo a tomar varias decisiones estúpidas.

—Osadas diría yo.

—¿Te consideras una de esas osadías, Harry?

—No lo sé, supongo que sí.

—Yo creo que sí.

—¿Ah sí? ¿Por qué?

—Es tan fácil con tan solo mirarte— dice Louis haciendo un gesto para señalarlo con la mano—, eres todo lo que su familia siempre le prohibió, lo que siempre estuvo mal.

—¿Dices que fui un acto de rebeldía?

—¿No lo teníamos claro eso ya? Pero sí, yo creo que sí. Eres todo lo que su familia nunca quiso, salió contigo teniendo un novio.

—Un novio que nunca quiso —dijo molesto, al parecer se estaba metiendo demasiado en el papel.

—Si lo quiso, pero el amor es como el papel higiénico, con cada cagada se gasta.

—Supongo que eso no era amor, cuando amas a alguien no lo arruinas tantas veces, cuando amas a alguien y lo arruinas alguna vez lo cambias, lo mejoras.

—Algunos pecan de soberbios en cuestiones del amor.

—¿Y tú Louis?¿Consideras que eres soberbio en cuestiones del amor?

El ojiazul se quedó pensando en una respuesta para eso —. Supongo que todos en algún momento llegamos a ser soberbios, pero creo que depende del tipo de circunstancia, por ejemplo, yo no podría soportar el que me mintieran en la cara y menos si esa persona dice querer algo conmigo—Harry se sintió mal, él le estaba mintiendo en varias cosas, ¿cuál de sus mentiras le parecería peor a Louis?

—Supongo que algunas mentiras a veces son necesarias.

—Depende de tu perspectiva, pero para mí ni las mentiras piadosas pueden ser necesarias.

—¿Dices que nunca has mentido?

—Claro que he llegado a mentir...

—¿Entonces no eso lo hace contradictorio? —interrumpe Harry

—A eso voy, no me dejaste terminar.

—Perdón

—No importa, con respecto a que si he mentido lo he hecho pero sin darme cuenta o lo he hecho con personas que realmente no tienen importancia para mí.

—¿Dices que para ti depende la persona a la que estás mintiendo o la que te está mintiendo?

—Claro, es diferente cuando un amigo, familiar o tu pareja te miente a que si lo hiciera un vendedor de la calle para venderte algún producto. De los desconocidos no esperas nada y deberías pecar de tonto para creerles, pero de tus cercanos es diferente, tú les tienes cierta confianza y esperas que ellos no te fallen ni te decepcionen —declara viendo su taza vacía—. Claro que siempre debes esperar lo peor, así el golpe no es tan fuerte —dice empezando a perderse en sus pensamientos.

—Lo conocí en una reunión de unos amigos.

—¿Disculpa? —Pregunta desconcertado

—A Sam —aclaro—, lo conocí en una reunión de unos amigos.

—Claro, ¿sabes? Siempre pensé que Sam iba a ser el que iba a sobresalir y no me equivoqué, pero sobresalió por todo lo contrario a lo que pensé.

—¿Cómo pensabas que iba a sobresalir?

—Desde que éramos niños supe que iba a ser un chico apuesto, no me equivoqué en eso claro está— Harry hace un asentimiento para que prosiga—, pensé que iba a acabar sus estudios con las mejores notas, todos creíamos eso. Era uno de los mejores en sus clases pero un día simplemente dejo de importarle, comenzó a ir a demasiadas fiestas, escapar de casa, ir a otras ciudades sin siquiera tener el suficiente dinero a su disposición.

—Supongo que él se había cansado de todo eso, vaya no lo supongo, así fue. Te cansas ¿sabes? De dar siempre esa cara, te sientes presionado y nadie parece notar todo tu esfuerzo hasta que fallas en algo, por más mínimo que sea.

—Tengo demasiadas preguntas sobre él

—Hazlas.

—No puedo

—¿Por qué no?

—Porque son preguntas que ya no tienen respuestas, porque la única persona que me habría podido responder era Sam.

Harry, ¿Puedes ver el azul? || Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora