Dia 11

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Saúl
Saúl subía las escaleras a la puerta principal de la casa con (___tn) al lado. Cada uno se había marchado en su propio auto pero conducía detrás de ella.
Una vez dentro de la casa, los dos se detuvieron cuando vieron a Anitta salir de la cocina.
—Señores, ¿Desean cenar algo?— dijo Anitta.
—No, puedes descansar, Anitta— dijo Saúl—. Ya hemos cenado.
Anitta asintió y se alejó. Saúl y (___tn) subieron las escaleras y entraron a la habitación de los dos. Saúl vio como (___tn) se quitaba los tacones y se sentaba en la cama mientras él se sentaba en el mueble quitándose el saco del traje.
—Necesito un buen baño.— dijo (___tn).
—Ya lo creo, hasta aquí me llega tu mal olor.— bromeó él.
(___tn) alzó una ceja mientras se mordía la mejilla para evitar reír y le tiró la almohada.
—Que agresiva.
(___tn) se encogió de hombros y entró al baño. Saúl se quitó los zapatos y la corbata, busco su celular en los bolsillos del pantalón. Abrió sus redes sociales y no había nada nuevo, a excepción de un mensaje de Facebook.
—¿Sandra?— murmuró intrigado y abrió el chat.
Sandra: Hola. 😁
Saúl: ¿Hola?
Sandra: ¿Cómo va todo, Saúl?
Saúl: Bien, ¿Y a ti?
Sandra: Muy bien.
Saúl: ¿A qué se debe esto, Sandra?
Sandra: ¿No puedo escribirle a mi Saúl?
Saúl: No soy tu Saúl, Sandra.
Saúl cerró el chat sin ver la respuesta de Sandra y le bloqueó. No sabía porque le había escrito y no pensaba hablar con ella. Ya había pasado mucho tiempo desde la última vez que le vio.
—¿Qué sucede?
La voz de (___tn) llamó su atención, estaba detrás de la puerta del baño, su cabello y hombros mojados.
—Sólo un chat indeseado— dijo—. ¿Por qué sigues detrás de la puerta? Me estas mojando el baño.
—Ah, sí, eso...— dijo ella—. No traje la toalla y quería saber si podrías hacerme el favor.
(___tn) asomo una de sus manos y señaló el perchero de la esquina. Saúl se levantó, tomó la toalla azul de ella y la blanca de él. Se acercó a la puerta del baño y se detuvo, (___tn) estirando la mano para alcanzar la toalla.
—Me sorprende que la hayas dejado afuera.— dijo entregándosela.
(___tn) cerró la puerta del baño pero Saúl no se alejó.
—¿Qué insinúas, Saúl?— abrió la puerta y se quedó en el marco de ella.
—Nada con exactitud— Saúl sonrió—. Que mente de sucia, (___tn.
(___tn) seguía en la puerta, Saúl intentó entrar pero ella se lo impidió colocando sus manos en el marco de la puerta. La única opción para él entrar era agacharse.
—Por favor, señorita (___tn)— dijo con diversión—. ¿Dejaría pasar a este pobre hombre que sólo desea un buen baño?
—Pobre hombre, no se ha bañado en tanto tiempo.— dijo ella.
—Jugando con fuego, (___tn)— se cruzó de brazos mientras sonreía de lado—. Creo que deberías dejar pasar a este pobre hombre al baño, no sabes lo que sería capaz de hacer por entrar y bañarse.
—¿Y de qué sería capaz?
Saúl la miró, había evitado mirarla completamente y se sorprendió del autocontrol que tenía. La toalla apenas cubría sus senos y un poco más abajo de su zona. Desvío la mirada.
—Créeme, no lo sabes.— sonrió.
Saúl le tomó por el brazo que le impedía pasar y sin ejercer mucha fuerza lo alzó y trato de pasar por el poco espacio que había formado pero rápidamente (___tn) colocó su otro brazo. Intento cruzar por el espacio que se había formado del otro lado y ella colocó su otro brazo , debía admitir él, buen, redondo y tonificado trasero y odiaba con todas sus fuerzas verla así. No le ayudaba mucho.

Saúl tuvo otra idea, dejó su toalla en el hombro, la tomó por la cintura con ambas manos y la levantó girándose al tiempo que lo hacía.
—¡Suéltame, Saúl!— dijo (___tn) riendo.
Saúl la miró divertido.
—Te dije que entraría como fuera.
Saúl iba a soltarla, dio un paso atrás para poder hacerlo pero sintió algo húmedo bajo sus pies descalzos, cuando quiso reaccionar ya había caído de espaldas, con (___tn) sobre él.
La caída no había sido tan estrepitosa pero no quería decir que no doliera sólo un poco. Saúl miró a (___tn) y pudo darse cuenta que aún tenía sus manos sobre la cintura de ella, sus piernas entrelazadas y los senos de ella sobre su pecho. La risa de (___tn) lo sacó de sus pensamientos.
—¿De qué te ríes?
Ella se levantó y le ayudó a él hacerlo.
—Me rio de que necesitarás más tiempo en el baño de lo imaginado.
—¿Cómo así?
—Tienes que resolver el asunto con tu amigo allá abajo— le señaló—. Tranquilo, no diré nada.
Saúl miró a su centro y notó el bulto entre sus piernas. Se cubrió con las manos mientras (___tn) cerraba la puerta del baño después de haber salido. Ahora sí sentía el dolor de la caída.

30 días con el amor de mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora