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Siguiendo las indicaciones que Jihyo le mandó por mensaje, logró llegar al pasillo de la planta donde Mina estaba internada. No sabía qué había pasado, pero estaba demasiado preocupada. Tampoco entendía porqué Jihyo le pidió que fuera.

- ¿Cómo está ella? ¿Qué pasó?

Vio a la familia Park sentada en unas sillas, los padres se veían demasiado tristes como para preguntar quien era ella. Así que Jihyo se levantó para poder recibirla.

- Tenía una sola cosa en la cabeza; buscarte. Cuando ella se mete demasiado en algo, lo demás no le importa. Por eso no vio que el semáforo estaba en verde y un auto la golpeó.

- ¿Qué?

- Ella vio la cuenta, supo que Tzuyu no es su amiga. Dijo que fue a buscarte, quería que le dijeras la verdad.

- ¿Qué verdad?

- ¿También la odias por ser autista?

- Jihyo, yo la amo.

El rostro de sorpresa de Jihyo le hizo saber que había soltado las palabras que hace algún tiempo quería decir, sin embargo, tal vez no era el mejor momento para hacerlo.

Los padres de Mina se pusieron de pie al escucharla, preguntándose mil veces porqué Mina pedía tanto por ella, y como es que llegó a amarla como dice.

- Estoy enamorada de ella.- confesó al fin.

- No es posible.

- Lo es.

- Sí, pero, yo, dios, esto es difícil.

- No lo es, es lo más sencillo del mundo. La amo y voy a estar para ella todas las veces que pueda hacerlo.

- Ella también te ama.- dijo la madre.

El silencio fue su respuesta, Nayeon no podía creerlo.

- ¿Por qué decís eso? - preguntó Jihyo ante la falta de palabras.

- Porque ella habla de Nayeon todo el tiempo. Antes hablaba nada más de Frutilla y de lo mucho que lo ama. Hace poco que empezó a cambiar.

- ¿Puedo verla?

- Ahí está la puerta.

frutilla • minayeon auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora