Capítulo 7: Enamorados

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Fue simplemente genial. A pesar de todo, Ross y yo actuamos como siempre, no hay diferencia después de prácticamente haber vivido un acto gay ayer. No soy gay, y estoy seguro que Ross tampoco, él es el único chico por el siento el deseo de abrazar y besar en todo momento, si fuera gay, creo que me agradaría ver a más chicos desnudos, tocándose o cosas por el estilo, pero no. Le pregunté a Ross si le gustaba algún otro hombre y me dijo que no, que soy el único que le ha hecho sentir ganas de dormir con él.

A pesar de todo, de que ahora sé que puedo llegar a ver a Ross y pasar las noches que yo quiera tocando sus partes íntimas  y tener infinitas horas de placer, tengo un gran remordimiento. Recuerdo esa primera noche, Vicky terminando conmigo, Ross y yo completamente ebrios, "No sabe lo que se pierde" y la primera noche besando a Ross.

Me siento mal, Ross confía en mí y piensa que sólo hemos pasado 1 experiencia así juntos, pero la realidad es otra. No puedo más, si quiero disfrutar al máximo nuestras siguientes aventuras en la cama, tengo que confesarle que ya habíamos tenido algo que ver en el pasado. Así que me decido a llamarle.

Mientras el teléfono suena, trato de pensar en una forma de decirle que tengo que verlo para contarle algo importante sin sonar preocupado o nervioso. Hasta que contesta.

-¿Hola? -Responde Ross del otro lado de la línea. 

-¡Hola!... Soy yo -Creo que me salió bien

-Sí, lo sé -Me dice feliz -Ya quiero verte -.

-Jaja, y yo a ti -Necesito verte -¿Te quedas hoy en mi casa?

-Claro, saliendo de clases paso a buscarte -Me dice en tono de complicidad -.

-Entonces... Te veo al rato -.

-Está bien -Responde entusiasmado.

Ok. Ok. Creo que acabo de sonar lo más estupido posible, mi voz se escuchaba completamente diferente. Camino por el pasillo de la escuela y me dirijo al baño, al entrar regargo las 2 manos en el lavabo y me quedo mirando el suelo un momento. ¿qué me está pasando?. Levanto la cabeza y me veo en el espejo, ¡tengo ojos de borrego purgado!.

-¡No está pasando! ¡no está pasando! -digo varias veces

Me recargo en la pared y me dejo resbalar en ella hasta quedar sentado en el suelo del baño, pongo las manos en la cabeza y me jalo el cabello lo más fuerte que puedo.

—¡Sal de ahí! —grito dedicando eso último a Ross

Paso un momento ahí sentado, sin hacer nada más que pensar en su sonrisa y en sus besos. Una vez de pie estoy de nuevo frente a el lavamanos, mirándome fíjamente a los ojos y es cuando veo a alguien diferente, no veo a un niño de 10 años, no me veo a mí, veo a un chico diferente, libre, feliz... Enamorado.

Enamorado... ¡Enamorado!. ¡Esa era la palabra!.

—No. No no no ¡no puedes hacerme esto! —sigo gritando a Ross —Más vale que no te equivoques, más vale que no... ¡hay no puede ser! ¿por qué? ¿por qué? —digo ahora señalando al chico del espejo —Ok ok, está bien —respiro ondo —¡Ay es que no...! OK, ok. —Comienzo a reír de felicidad y me burlo de mí, pero, bueno, no me había dado cuenta de que John, un chico de mi clase, llevaba parado ahí un buen rato y escuchó todo. Sólo está ahí parado, me mira a través del espejo como un bicho raro.

Doy la espalda al espejo rápidamente para verlo pero no quito las manos del filo del lavamanos.

—lo siento —le digo reprimiendo una carcajada, aunque mi sonrisa es notoria.

Aún me mira pero no me dice nada, creo que está bastante sorprendido. Después de unos segundos de divertida tensión, sólo voltea a la puerta y se dirige a ella rápidamente, una vez que sale, me pongo a gritar como loco otra vez.

Camino a casa, planeo recoger todo el tiradero que tengo. Una vez dentro comienzo por la cama, hay libros, comida, almohadas por todos lados, un condón usad... ¡¿Un condón usado!? 

—¿En serio? —me regaño.

Tiro el anticonceptivo a la basura, pongo los libros en su lugar, los trastes sucios al fregadero de la cocina y los restos de comida a la basura, tiendo la cama, y comienzo con los muebles. En el buró están vasos, playeras sucias y una caja de condones

—Así que de ahí venías —afirmo, mirando el cesto donde tiré el condón que está al lado de mi cama. —Bueno... Todavía quedan 2 —digo despreocupado viendo unos segundos la caja. Sacudo la cabeza y lanzo el paquete a un cajón.

Quito absolutamente todo de los muebles. Y por fin termino. Está limpio y listo para cuando Ross llegue. Creo que no había visto así mi recamara desde hace unos años.

—Muy bien, ahora la comida —me digo.

Bajo a la cocina y lo único que se hacer son palomitas. Hago 2 bolsas, ya que eran las únicas que quedaban y las pongo en un gran tazón, las subo a mi cuarto y las pongo en una pequeña mesita.

—Espero que con esto te llenes —Comento pensando en Ross, aunque no creo que esto abastezca su apetito voraz.

Son las 3, Ross debe llegar a las 4. Me siento en mi cama y me quedo dormido, en mi sueño, Ross me llevaba a una playa hermosa, donde no había nadie más que él y yo, pasábamos todo el día ahí y al final, cenábamos sobre la arena caliente abrazados y contemplando una increíble puesta de sol, lo miraba, me miraba y cuando por fin estaba cerca de él para darle un profundo beso... Sonó el timbre y me desperté.

—¿No pudiste llegar más temprano verdad? —digo entre dientes con un inmenso sarcasmo

Eran las 4:30 ¡Ross llevaba tocando media hora!. Bajé prácticamente volando las escaleras, me asomé por la ventana para cerciorarme de que era él y al ver que sí abrí la puerta.

—¡Hola! ❤—Me dice

—Hola ❤☺—

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