Capítulo 18. Promesas

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En cuanto rompí el beso con Candy, nuestros invitados estallaron en aplausos.

Conmovidos y con la emoción a flor de piel, todos nos rodearon buscando felicitarnos por el mágico momento que acabábamos de vivir con ellos de testigos.

Ambos respondimos a sus gestos de cariño sonrientes sin atrevernos a soltarnos de la mano un sólo instante.

No queríamos alejarnos el uno del otro por muy mínima que fuese la distancia.

Ella es una extensión de mi alma sin la cual soy incapaz de seguir viviendo.

"¡Que ceremonia tan hermosa! Muchas felicidades a ambos. Me alegro que por fin puedan vivir la felicidad que merecen" Annie, aun emocionada, rompió el abrazo con Candy sin dejar de llorar.

"Enhorabuena, Terry" fue todo lo que dijo Albert mientras me envolvía en un cálido abrazo.

Si, enhorabuena, me dije entendiendo el amplio significado de su corta frase.

Por fin estoy casado con la mujer que amo.

Por fin llevaré a cabo mi sueño de formar una familia con Candy.

Por fin he podido dejar la oscuridad de mi pasado atrás... donde pertenece.

"Albert, no habría podido llegar a este día sin tu apoyo ni amistad incondicional. No encuentro las palabras indicadas para agradecértelo" dije.

"Siendo feliz al lado de Candy cada día de sus vidas es una excelente forma de hacerlo" me guiñó un ojo y asentí emocionado.

Mi hermana Elina, víctima del fragor del momento, se acercó corriendo a nosotros sin darse cuenta que el tacón de uno de sus zapatos se había enredado con una hierba crecida del jardín.

Gracias a la oportuna intervención de Albert que la tomó entre sus brazos antes que cayera al suelo, no sucedió una desgracia.

"¿Se encuentra usted bien, Srta.?" apenada, mi hermana asintió.

En cuanto su mirada se clavó sobre la de Albert, un ligero sonrojo coloreó al instante sus mejillas mientras observaba impresionada a mi amigo.

"¿Señorita...?" insistió Albert consternado.

"¡Elina! ¿estás bien?" aun con mi mano entrelazada en la de Candy, nos acercamos a mi hermana para cerciorarnos que nada malo le ocurrió.

Parpadeando rápidamente y con una sonrisa nerviosa dibujándose en sus labios, Elina asintió mientras acomodaba innecesariamente su corto cabello.

"Mil disculpas caballero. Soy tan torpe" mi amigo adornó su rostro con la afable sonrisa que lo caracteriza al tiempo que la ayudaba a enderezarse "Estoy bien gracias a que esta persona evitó que cayera de bruces al suelo, Terry" dijo un tanto mortificada sin dejar de ver intermitentemente a mi amigo, el cual, también parecía incapaz de dejar de admirar la fisonomía del rostro de Elina así como los intensos ojos azul cobalto de mi hermana.

¿Es mi imaginación acaso?

"Me alegro haber sido de ayuda" Elina volvió a levantar su mirada hacia Albert.

Me pareció verla perderse en su mirada, tal cual me sucede a mí cuando veo a mi amada.

A mi lado, Candy sonreía bastante emocionada.

Percibí un brillo pícaro en sus ojos, claro indicativo de que mi esposa fungiría de casamentera para unir a esta improbable pareja.

¡Mi esposa! Que bien se escucha.

Bastante excitada por las escenas que seguramente se están llevando a cabo dentro de su desarrollada imaginación, Candy me dio unos golpes con su codo en mi costado derecho acercándose discretamente a mi oído para que sólo yo pudiese escucharla.

Rosa de InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora