Capítulo 1

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Me deperté sobresaltada. Estaba en una habitación oscura. Sentimientos inundaban mi alma. Sentí un gran dolor en lo más profundo de mi ser. Apenas entraba luz en aquella habitación. No había ventanas, solamente cuatro paredes y una minúscula puerta, que tenía una especie de agujero, sellado por unos barrotes.

No sabía dónde estaba. Intenté levantarme, pero estaba demasiado débil como para sostenerme en pie. Intenté recordar lo ocurrido. Debía de ser un mal entendido. No podía recordar mucho. Ninguna escena estaba en mi mente. Cada vez me sentía peor. Minutos después, me vinieron a la cabeza palabras. Eran más bien frases, pero estaban cortadas.
<<... no... >>
<<... es ella... >>
<<... tú... >>
<«... esto por lo que hiciste... >>
<«... llegó el momento... >>

Al principio, no le encontré ningún sentido. Pero minutos después, al persarlo mucho, y al darle mil vueltas, lo entendí. Y recordé una mirada de ojos azules, como el hielo. Tenían un brillo de odio. Todo el amor, todo el cariño que tuvo esa mirada, ahora se ocultaban tras una pared de hielo, que había en lo más profundo de su corazón. Una pared, que solamente dejaba salir al odio, a la venganza y a la traición. No recordaba de quién era esa mirada azul atrapada en una oscuridad eterna, que se encontraba en el vacío de una mirada, mirando a todas las cosas como si no importaran. La vida para aquella persona no tenía ningún sentido. Ya no le importaba nada. Sólo quería saciar su sed de venganza.

Eso fue lo único que recordé antes que perdiera el sentido, y que me quedara ahí, sentada, mirando al vacío, sin esperanzas de salir de allí, pensando que me quedaría ahí para siempre, hasta el fin. Hasta el fin de mis sentimientos, hasta el fin del amor, del cariño, de todo. Que no volvería a ver a nadie, ni a mi familia, ni a mis amigos, que no volvería a saborear la libertad. Que nunca volvería a ser la misma persona.

Llegó un momento en el que me cansé de estar allí. Tenía ganas de romper la puerta en mil pedazos, y salir de allí con las últimas fuerzas que me quedaran. Pero eso era imposible. No tenía fuerzas. Esa puerta no se podía romper. Habían pasado días, semanas, meses... No lo sabía, había perdido la noción del tiempo.

Ya ni sabía si seguía siendo la misma, si había cambiado cuando empecé a estar encerrada. Ya era imposible que escapara de allí. Nunca escaparía de allí, y nunca haría lo que debía de hacer. Creía que era un sueño, que era una pesadilla, que eso no era real. Pero el dolor y el sufrimiento me despertaban, y me llevaban a la realidad, y me hacían creer que era verdad.

Me sentía que cada segundo que pasaba, más cerca estaba del final. Cuando creía que era mi último momento, pronuncié unas palabras en voz baja con mis últimas fuerzas:
<< Gracias a todos mis seres queridos por ayudarme, por apoyarme, por todo. Aunque sé que no estoy con vosotros para deciros todo esto, sé que me podéis oír. Os quiero mucho, y así va a ser siempre. Muchas gracias >>.

Y perdí mis fuerzas durante un tiempo...

Cuando me desperté, escuché un sonido extraño. Intenté levantarme para poder mirar. Esta vez lo conseguí. Miré por el agujero que había en la puerta. Alguien se acercaba sigilosamente hacia donde yo estaba. Cada vez estaba más cerca. Me sobresalté. Me quedé dónde estaba. Al ver que estaba a unos centímetros de la puerta me fui hacia la pared, y me senté en el suelo, latiéndome el corazón rápidamente.

Alguien abrió la puerta. No había mucha luz, pero podía ver su rostro. Tenía el pelo corto, unos ojos marrones que me miraban seriamente, pero estaban llenos de cariño y tenía unas cuantas pecas debajo de sus ojos, pero le favorecían. Intenté decirle algo, pero ella me hizo una señal para que me levantara y que no dijera nada. Yo solamente asentí con la cabeza. Abrió la puerta de par en par, y salió. Yo la seguí. Avanzamos por los estrechos pasillos llenos de puertas minúsculas. Mientras avanzábamos, miré su ropa. Llevaba un jersey negro, y unos pantalones negros. No se veían bien, estaba todo Oscuro. No sabía que hacía ella ahí, pero no quise decirle nada.

Seguimos caminando hasta que se divisó una puerta. Era la salida. Avanzamos las dos con cuidado, pero alguien nos miró, cuando estábamos a punto de salir, y avisó a unas cuantas personas más.
- ¡Corre! - me dijo la desconocida.
Pero era demasiado tarde, estábamos rodeadas. Ella me miró con sus ojos marrones, dulces pero serios, y yo la cogí de la mano, pensando que ese podría ser nuestro fin. Pero algo me hizo volver a la realidad. Miré a mi alrededor en busca de alguna salida, y ella hizo lo mismo. Encontré una salida. Era complicado ir por ahí, pero era ahora o nunca. Le susurré algo al oído. Ella asintió con la cabeza, y me susurró algo al oído. Yo asentí con la cabeza. Nos miramos a los ojos, dispuestas a intentar lo que sea, y nos abrimos paso a través de saltos, patadas y demás.

Conseguimos salir. Fue complicado, pero lo conseguimos. Cansada, le miré a los ojos. Sólo le dije un "Gracias". Ella me correspondió con un "De nada" y una sonrisa.

Me miró a los ojos. Los estuvo observando unos minutos con una cara un poco peculiar.

- Quiero preguntarte una cosa - dije yo, dispuesta a obtener cualquier respuesta.

-¿Qué quieres saber? - dijo, con los brazos cruzados.

-Quiero saber por qué me sacaste de allí. Y quién eres - dije, decidida.

- Te saqué porque eres inocente. Soy R.R y la líder de Los Nuevos Dragones.

- įLos Nuevos Dragones? ¿Qué es eso?

-Un grupo.

- Y dime tú quién eres? - R.R. preguntó con curiosidad

- Rmarina o pero puedes llamarme RM - dije yo.

R.R no contestó. Siguió caminando hacia el horizonte con paso firme.

Caminamos todo el día. Cuando ya era por la noche, descansamos al lado de un río. Miré el río. En el agua podía ver mi reflejo. Estaba como antes. Pero tenía los ojos diferentes. No le di importancia y me fui con R.R. Estaba tumbada mirando las estrellas. Tenía muchas cosas que preguntarle, pero poco tiempo. Decidí no molestarla y volví al río. El agua era cristalina y se podía ver perfectamente. Me senté cerca y pensé un poco. No sabía en qué pensar. Me tumbé y contemplé las estrellas. Eran preciosas. Me dormí profundamente al lado del río. Al lado estaba muy relajada.

Me desperté de pronto. R.R seguía aún dormida. Me acerqué un poquito a ella, para verla mejor. Dormía tranquilamente. Me tumbé a su lado, esperando a que se despertara. Aún era por la noche, pero estaba a punto de amanecer. Cerré los ojos un momento y me dormí profundamente.

Un ruido me despertó. Miré el cielo. Era ya por la mañana. Decidí despertar a R.R.

- Despierta R.R. Ya es por la mañana - dije suavemente.

- Ya voy - dijo R.R entre bostezos.

R.R se levantó de un salto.

-¡Es hora de seguir el viaje! - gritó R.R.

- ¿No te olvidas de algo? - pregunté.

- No - dijo R.R

- Tenemos que desayunar. įTe acuerdas? - dije, con una risita.

- Anda, vamos... ¡Tengo hambre! - dijo R.R cambiando de opinión.

Un desayuno después...

- ¡En marcha! - gritó R.R Yo asentí con la cabeza. Y nos pusimos en marcha.

Fin del primer capítulo.

Escribí esto a mis 11 años: una supuesta historia de fantasía, amor y drama.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora