Capítulo 1

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Después de un verano sin ninguna hazaña digna de relatar, comenzaba el último curso de la secundaria. Mentiría si dijese que no tenía ganas de que terminase ese horrible curso que ni siquiera había empezado aún, así que no mentiré.

Odio con toda mi alma el instituto, pero es normal hacerlo.

¿Cómo puedes no odiar un sitio en el que te califican por  cada cosa que haces, te juzgan y hasta a veces maltratan psicológicamente por el simple hecho de tener algo más en la cabeza que una neurona rebotante llena de cosméticos, chicos, ropa y estrellas del pop?

Solo esperaba que este año mi vida fuese un poco diferente, que cambiase aunque solo fuese un ápice, pero pintaba mal.

-          Señorita Thompson, ¿Puede hacer usted el favor de tirar el chicle? – como siempre, la profesora de literatura tocando las narices.

-          Claro – contesté con la más sarcástica de mis sonrisas. Acto seguido hice una pequeña bola con mis dientes con el chicle y lo escupí a la papelera de mi izquierda, haciendo una canasta perfecta. – ¿Más contenta señora Godmayer?

-          Un poquito.

-          Dios, no sé cómo se puede ser tan soez. – dijo Brittany echando el cabello rubio oxigenado tras su hombro.

-          ¿Tú qué pasa?, rubia de bote, ¿te has desayunado un diccionario? Me apuesto lo que quieras a que ni siquiera sabes lo que significa esa palabra – contraataqué.

-          Thompson, me está cansando – dijo la profe.

-          Pues pronto empezamos, señora Godmayer.

-          Thompson, este curso no pienso tolerarle ni una sola falta de respeto hacia mi persona. Fuera de clase, expulsada.

Y así comenzaba mi primer día, con mi primera expulsión académica del curso. Fui a secretaría a entregar el justificante de expulsión para que Rose me lo firmara y luego esperar la primera conversación con el director Thomas en el año.

Rose y el director ya me tenían, me atrevería a decir que, hasta cariño. Sabían que no era una mala chica, simplemente era un poco mas rebelde de lo normal.

Mientras Rose me echaba una reprimenda cariñosa con la mirada por encima de sus gafas violetas, firmó el justificante.

Me senté en la silla de la sala de espera, pues parecía que el director estaba reunido, y taconeaba con la goma de la suela de mis botas militares sobre los azulejos pulidos de la secretaría.

Unos segundos más tarde la puerta del despacho del director se abrió y de él salió un chico alto, con el pelo teñido de un rubio casi blanco, con un piercing en la ceja y una mueca burlona en los labios. Escondía sus ojos tras unas gafas de sol negras opacas completamente, pero su repaso hacía mi persona no pasó inadvertido. Me recorrió desde las cremalleras de la cazadora de camuflaje, hasta las tachuelas y las hebillas de las botas, sin saltarse mi camiseta negra y mis mayas a juego con la camiseta.

Me lanzó una sonrisa ladeada y pícara y desapareció por el pasillo, con unos andares chulos como los de un niñato creído pero gráciles y silenciosos como los de una bailarina de ballet.

-          Hombre Annie, ¿ya estás aquí?

-          Aquí me tiene señor Thomas, y llámeme Ann solo por favor.

-          Vale, Ann solo. ¿Qué has hecho esta vez?

-          Faltarle al respeto a la de literatura desde su punto de vista, desde el mío simplemente aclaraba lo evidente.

-          Eres incorregible.

-          Lo sé – sonreí de lado – Oiga señor Thomas, ¿Quién es el chico que acaba de  salir de su despacho?

-          Michael Clifford, 17 años. Acaba de mudarse y va a empezar aquí el curso.

-          Interesante.

-          Según su expediente es un chico inteligente pero que no aprovecha su potencial, ¿de qué me sonara a mí eso? – dijo refiriéndose a mi caso.

Tenía a mis profesores consternados. Todos decían que era una chica muy inteligente, con una media de nueve sin esforzarme tan solo un ápice, pero simplemente en vez de atender en clase, me dedicaba a hacerles la vida imposible a los profesores.

-          Según su expediente, el chaval es un rebelde empedernido. Vamos, muy de tu estilo.

-          Ya veo.

Quizá el curso no se presente tan horrible como me temía. Nunca juzgues un libro por la primera página Thompson.

Palabras ProhibidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora