Carta ocho. Para la quizas hermosa Candy

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Carta para la quizá hermosa Candy.

Candy, estoy en un hotel en Sao Paulo y son las dos de la mañana, finalmente estoy solo.
Estoy bien, así que no te preocupes. En este momento realmente estoy disfrutando un poco el trabajo. No en vano, la sangre de mi padre fluye en mis venas.
Me alegra que hayas tenido un maravilloso cumpleaños, y entiendo que la fiesta fue un éxito. Realmente me disculpo por tener que irme antes.
Me imagino que en este momento César y Cleopatra están descansando en la Casa Pony. Son realmente una buena pareja y, es genial ver lo cerca que están.
Ojalá pudiera ver su alegría y verlos de nuevo. No hay diferencia entre los animales y los seres humanos. De hecho, tal vez los animales son mucho más puros, nunca te traicionarían.
Tuve que dejar Poupe en África en la última clínica veterinaria en la que trabajé, fue una decisión que me costó mucho. Ella era muy querida, así que pensé que era la elección correcta.
Después me dijeron que ella murió de vejez.
Candy, por favor, también oren para que descanse en paz.

Cuando mi memoria regresó, me alegré de haber dejado a Poupe en ese país por el accidente que ocurrió en Italia. Sin embargo, al ver a César y a Cleopatra, me sentí triste: ella hubiera preferido irse conmigo aún a costa de morir en ese accidente.
Pudo haber sido que también quería viajar solo. Solo pensarlo mi corazón se oprime .

Lamento decirlo. Pero no fui yo quien encontró a tus queridos caballos, fue gracias a Georges, y a su capacidad. Es realmente dedicado...
Comienzo a entender por qué lo defines como caballero de la máscara blanca.

Tampoco fue fácil para Georges encontrarme cuando estuve desaparecido Nadie sabía lo que había sucedido conmigo.
¿Cuándo comencé a recuperar la memoria?... Fue después del accidente cuando me llevaron a la clínica del Dr. Martin. después del accidente automovilístico, fue hasta entonces que varias imágenes se me habían aparecido como flashes fugaces.
Como resultado de ese evento, sentí un fuerte dolor de cabeza, me desmayé.
Me encontraba en el trabajo, donde me habían permitido tomar el lugar de lavaplatos. Cuando recuperé el sentido, volví a ser yo mismo, Albert... ... William Albert Ardlay.
Debería haberte dicho de inmediato, pero no pude.
Ahora lo pienso y lo siento Candy, se que estaba equivocado. Pero no quería alejarme de la calidez de la vida que estábamos llevando.
Sabía muy bien que una vez que regresara con los Ardlay, tendría que asumir el papel de jefe de familia, y ya no sería posible para mí escaparme de la responsabilidad.
Este deseo mío era puramente egoísta. Mi conducta imprudente causó gran preocupación a tanta gente.
Pero fue gracias a la familia Ardlay que pude llevar la vida que me daba. También a la dedicación de Georges.

Candy, quiero que sepas que no sólo me divertía por el mundo.
Si me encontraba en Inglaterra, era también porque estaba preparando un nuevo proyecto empresarial.
El hecho de que nos encontráramos por casualidad en Londres, me hace pensar en ese hilo misterioso que nos une y del que siempre hablas.
Después de cumplir mi deber y de ver tu espíritu, serena. Decidí abandonar el zoológico Blue River para llegar a mi querida África.
A dónde quiera que fuera, nunca tuve que preocuparme por el trabajo ni por cómo viviría. También le debo esto a mi apellido y la familia Ardlay.
Siempre me había preocupado por la duda de no poder hacer nada por mi cuenta, pero el viaje a África me permitió enfrentar ese miedo.
Escogí irme cortando contacto con Georges, quería demostrarme a mí mismo salir adelante, solo.

Incluso en África, el alarmante presagio de guerra estaba rondando. Tal vez fue precisamente esa atmósfera lo que me sacudió.
Los negocios de los Ardlay eran estable, creí que nada pasaría si me desaparecía por mucho tiempo no habría problemas.
Me siento avergonzado ¿cómo pude haber sido tan egoísta? Sabía desde el principio que lastimaría a tanta gente, mi familia.

Creo que fue un castigo el estar involucrado en ese accidente ferroviario en Italia. Un espía viajaba en esos vagones, y no es de extrañar que un tipo como yo, sin identidad y miserable, haya sido sospechoso en el hospital.

Creo que me hice mucho más religioso de lo que fui una vez.
Chicago... el nombre de esa ciudad, Chicago era la única palabra que quedó en mis recuerdos, fue capaz de salvarme y traerme de vuelta a Chicago...y fue como pude reencontrarme contigo, Candy.
En ese momento era un desconocido, sin identidad, sin memoria. Si no hubiera sido por una persona amable en el campo de refugiados, dispuesta a ayudarme a regresar a América... y si no te hubiera encontrado, Candy, no sé qué habría sucedido... sólo era un hombre sospechoso, sin memoria sin identidad, pero tú no me abandonaste.
Incluso cuando me desalojaron del hospital, me apoyaste, me consolaste y me animaste diciéndome que un día recuperaría mi memoria.

Hiciste todo eso por un hombre que sólo una vez te ayudó en la vida. Nunca encontraré las palabras ni la forma cómo expresar mi gratitud hacia ti.

También en el futuro, quiero asegurarme de que puedas encontrar la felicidad.
Una vez de vuelta en Chicago, te prometo que tomaré unas vacaciones y que iré a verte

Bert.

Candy Candy historia final, Epílogo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora