Made Of Stone

9

Jennie cerró los ojos para no ver los de la rubia y se permitió a sí misma disfrutar, aunque fuese durante un segundo, de la emoción de saber que Lalisa Manoban quería casarse con ella.

No había nada que deseara más en el mundo, a pesar de todo lo que había ocurrido entre ellas, pero no podía decirle que sí... a menos que dijera las palabras adecuadas.

Y Jennie sabía que Lisa jamás pronunciaría esas palabras.

El suyo era un amor imposible. Y así debía aceptarlo.

—¿Por qué? —le preguntó— ¿Por qué quieres casarte conmigo?

Lisa frunció el ceño.

—¿No es obvio?

—Lo haces por el niño, claro.

—Por supuesto. Ningún Manoban ha nacido jamás fuera del matrimonio —contestó Lisa, con expresión arrogante.

Sus razones para pedirle matrimonio estaban claras; la primera, porque iba a tener un hijo, la segunda, por respeto a las convenciones.

—Sólo hace dos días me dijiste que nunca te casarías conmigo.

Lisa hizo un gesto de desesperación.

—Pero entonces creía que me habías sido infiel —dijo, sin vergüenza alguna— Podríamos hacer una ceremonia íntima y luego una gran fiesta. ¿Qué te parece?

Jennie apartó su mano.

—Me parece que no te va a gustar mi respuesta.

Lisa no la entendió.

—Si prefieres una boda más tradicional, no me importa. Puedes hacer lo que quieras. Cómo lo hagamos no es importante, mientras lo hagamos antes de que nazca el niño.

Jennie intentó incorporarse, aunque el peso de su abdomen representaba un problema.

—Me temo que la respuesta es no.

—¿No? —exclamó Lisa, incrédula.

—Me encanta la casa, me ha encantado el almuerzo, pero no voy a casarme contigo.

—¿Por qué no?

—Si no lo sabes, no tiene sentido que yo te lo diga.

—¿Sigues decidida a vivir tu vida, a mantener tus opciones abiertas? ¿O quieres castigarme por haber creído a mi hermana? —exclamó Lisa, furiosa.

Jennie la estudió con dolorosa intensidad.

—No quiero castigarte, quiero comprobar que no eres esa mujer... ese ser cruel que me trató con desprecio, que me insultó, que se negó a escucharme —dijo por fin.

—Pero nuestra relación era estupenda.

—Sí, claro. Pero cuando cometí el error de recordarte que llevábamos dos años juntas, no te apeteció celebrarlo —le recordó ella— Entonces no querías ningún compromiso conmigo.

—¡Todo ha cambiado desde entonces! —exclamó Lisa, con los dientes apretados.

—Sí, claro que ha cambiado. Ha cambiado lo que pienso de ti. Además, no tienes que casarte conmigo porque esté embarazada.

—¿Y cómo vas a subsistir sin mí?

—Llevo mucho tiempo subsistiendo sin ti —contestó Jennie.

—¿Piensas criar sola a mi hijo?

—¿Quieres decir que, si no me caso contigo, no harás frente a tus obligaciones como madre?