1

1.1K 85 15
                                    

PIRATAS.


El aire fresco de la primavera se mezclaba con el aroma de las flores en el pequeño pueblo.  Era un día de celebración, pero un peso opaco y frío se asentaba en el pecho de Hayun.  Su destino se sellaba en una alianza matrimonial con el Príncipe Kang Daniel, un hombre de sangre azul y sonrisa encantadora, pero con una mirada vacía que prometía un futuro sin amor.

No era un secreto que el pueblo se aferraba a la esperanza que esta unión traería.  Era un faro en la oscuridad, un símbolo de un futuro próspero.  Pero Hayun no compartía ese optimismo.  Ella se convertía en un peón en un juego de poder, un sacrificio para un reino que la ignoraba.

— Tus ojos son más bellos cuando los aprecias desde esta ángulo — dijo Daniel, acercándose a ella con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.  — Es un verdadero placer poder contemplarnos. Pagaría por ellos si fuera necesario.

— Pues ya me debe bastante — replicó Hayun con una sonrisa irónica.

Era una de las pocas cosas que la mantenían viva en medio de la farsa.  Su sarcasmo era una armadura, un escudo contra la realidad.

— ¿Por qué no te muestras más feliz? — le preguntó Daniel, con una expresión ligeramente confundida.

Hayun suspiró.  — ¿Acaso no es evidente?  Este matrimonio es un error.

— ¿Pero...?

— Pero tenemos que hacerlo.

Sus palabras eran tan frías como el mármol que decoraba el salón donde se realizaba la ceremonia.  El peso de la tradición, la necesidad de salvar al pueblo, la aplastaban.  Un barco la esperaba para llevarla al reino de Daniel, un destino que le inspiraba un terror más profundo que el mar.

— ¿Sabes? — dijo Daniel, con un tono más suave. — todos creen que estamos locamente enamorados.  La gente adora una buena historia de amor, ¿no crees?

Hayun se encogió.  ¿Amor?  Esa palabra se había convertido en un espejismo.  Un recuerdo de un amor que no fue.

— El Príncipe Kang Daniel y la Duquesa Min Hayun — anunció el maestro de ceremonias, con una voz que resonaba en el silencio expectante.  — Hacen anuncio de su matrimonio oficial.

Un murmullo de aprobación recorrió la multitud.  Sus padres, con ojos húmedos, la miraban con esperanza.  Su futuro, su felicidad, se resumía en un solo acto: decir sí.

Daniel la tomó de la cintura, atrayéndola hacia él.  — Prometo traer paz y grandes fortunas a nuestro pueblo — declaró, con un tono convincente que le daba escalofríos.  — Juntos, vamos a lograr un futuro brillante.

Un coro de aplausos y vítores se levantó, llenando el espacio.  Daniel se inclinó y besó a Hayun, un beso frío y calculado que sellaba su destino.

— Quisiera estar muerta — susurró, mientras se alejaba de él.  — ¿Por qué no te quedas con tu amor falso?  Los besos no fueron parte del trato.

Daniel soltó una risita que se acercaba más a un bufido.  — Con esa cara tan apática, ¿crees que los hubiéramos convencido?  Tenía que hacer que la multitud enloqueciera, y lo logré.

Hayun se encogió.  La verdad era que ella ya no creía en el amor.  No después de lo que había pasado.  No después de ese pirata...

Un barco la esperaba, un destino incierto.  ¿Podría escapar de su destino?  ¿O estaba condenada a vivir una vida sin amor, bajo el peso de una corona que no quería?

PIRATAS  ►BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora