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El aire salado del mar se mezclaba con el aroma a madera y cerveza, creando una atmósfera espesa que impregnaba el barco.  Los hombres brindaban por su reciente éxito, la euforia del botín reciente aún resonaba en sus gargantas.  Habían logrado mantenerse sanos y salvos, victoriosos en su último atraco, y ahora eran temidos, respetados, codiciados.

El capitán Namjoon, con una sonrisa que se extendía desde el corazón hasta sus ojos, levantó su jarra de cerveza.  — ¡A la salud de mi tripulación! — proclamó, su voz resonando con orgullo.  — Hemos logrado cosas extraordinarias, cosas que muchos solo soñarían.

— ¡A la salud del Capitán! — respondieron los hombres, chocando sus jarras entre sí.  — ¡A la gloria!

Hoseok, su mano derecha y amigo inseparable, le chocó la jarra con una sonrisa orgullosa.  — Lo has conseguido, capitán, y lo haremos mejor.  — Le guiñó un ojo.  — El mundo está a nuestros pies.

— ¡Claro que sí! — exclamó Namjoon, abrazando a Hoseok por el hombro.  — ¡Lo logramos juntos!  Estamos en la cima, y nada nos detendrá.

La risa y las conversaciones llenaron el aire, pero un peso se asentó en el corazón de Namjoon.  Su mirada recorrió las caras alegres de su tripulación, buscando a alguien, a alguien que no estaba.

— ¿Dónde está Seokjin? — preguntó, su voz sonando con un tono de preocupación inusual.

Hoseok frunció el ceño.  — Oh... — susurró, su sonrisa desapareciendo por un instante. — Ese chico...  — Mordió su labio inferior, con una expresión de resignación.

Namjoon lo conocía bien, sabía que Seokjin, su hermano menor, siempre había sido un espíritu libre, un lobo solitario.  Era un pirata, sí, pero también un aventurero, un explorador que anhelaba lo desconocido.  Y Namjoon estaba cansado de perseguirlo, de intentar controlarlo.

— Dime que no se fue... — suplicó Namjoon, sin poder disimular la angustia en su voz.  — ¡Maldición!  Cuando entenderá que no puede estar solo.  Lo pueden atrapar.

Hoseok, con la mirada distante, asintió.  — Tranquilo, Namjoon.  — Su voz era suave, como un susurro al viento. —  Se adelantó al pequeño poblado de Jeju.  Dijo que exploraría la zona antes del secuestro del príncipe Kang.

Namjoon sintió un nudo en el estómago.  La palabra "secuestro" se clavó como una espina en su mente.  La próxima misión era la más peligrosa que habían enfrentado.  Habían puesto su mirada en la corona del reino de Kang, una presa codiciada, un desafío que prometía riquezas inmensas.  Pero también implicaba un riesgo mayor, un enemigo más poderoso.

Seokjin.  Su hermano.  Su debilidad.  ¿Y si esta vez no estaba a la altura?  ¿Y si no lograba escapar?  ¿Y si...?

Namjoon apartó esos pensamientos con un gesto brusco.  Seokjin era un lobo solitario, un experto en sobrevivir.  Había aprendido bien sus enseñanzas, sus estrategias, sus habilidades.  No tenía por qué temer.

Pero el miedo persistía, un escalofrío que recorría su columna vertebral.  No era solo el miedo a perder a su hermano, era un miedo más profundo, un miedo que no tenía nombre.  ¿Sería esta vez diferente?  ¿Estaría él a la altura de su propia ambición?

El miedo que sentía no era por la corona, ni por el príncipe, ni por los peligros del mar.  Era un miedo que se originaba en un lugar más oscuro, un miedo que no tenía nombre, un miedo que le susurraba al oído: "No eres lo suficientemente fuerte".

¿Cómo sería capaz de liderar a su tripulación si él mismo estaba siendo consumido por la duda?

PIRATAS  ►BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora