Prólogo

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P.O.V León


Ya han pasado 10 meses, 10 malditos meses desde que no la tengo entre mis brazos, desde que ya no siento su calor, desde que no se absolutamente nada de ella. La he buscado por mar, cielo y tierra pero aún así no hay rastros de ella, parece que se la tragó la tierra.

Cada vez que despierto y miro a mi lado el alma se me va del cuerpo al ver que no está a mi lado. ¿Cómo es posible que uno de los mejores días de mi vida terminó siendo el peor día de mi maldita vida?

Estos últimos 10 meses han sido prácticamente una pesadilla, lo único que no me deja rendirme, que me hace seguir adelante y mostrarle una sonrisa al mundo es mi pequeña Maya, ella es lo único que me mantiene vivo, mi razón de vivir. Es lo único que me une con ella, con mi Machu.

- Papi- escucho la dulce voz de Maya y como una pequeña manito jala de mi pantalón.

La miro con ternura perdiéndome en sus hermosos ojitos, tan inocente. Le dedico una sonrisa y me pongo en cuclillas mirándola atentamente.

- ¿Qué sucede pequeña?- con mi pulgar limpio el chocolate que se le ha quedado en la comisura de los labios.

- ¿Mami no me quiere?- pregunta y mira hacia abajo apenada.

Me sorprendo ante su pregunta y la tristeza vuelve a mi ser trayendo el recuerdo de Machu. Aclaro mi voz antes de responder.

- Claro que no pequeña, tu mami te ama- tomo su pequeña manito entre las mías y hago que me mire a los ojos- Nadie jamás sería capaz de no quererte, eres un angelito, y ten por seguro que tú mamá te ama más que a nada en este mundo. ¿Entiendes princesa?- ella solo asiente mientras una lágrima se le escapa.

- ¿Y entonces porqué no me quiere ver?- pregunta en medio de un sollozo.

Al verla tan inmune, tan triste y llorando siento que soy yo el que siente todo ese dolor. Sin saber que decirle para que se calme me largo a llorar junto a ella.

Machu, mi amor, ¿Dónde estás? Te extraño, te extrañamos.

P.O.V Emilia


Ya a pasado tanto tiempo desde que Claudio fue diagnosticado con cáncer, pero es que aún parece irreal, una estúpida pesadilla de la cual despertaré pronto y el tendrá toda la salud del mundo.

Abro mis ojos y sonrio al ver que nuevamente hoy como hace 5 meses mi hijo se nos a unido en la cama. Realmente jamás lo regañe por salir de su cama y venir a la nuestra en medio de la noche, por que lo entiendo, entiendo su miedo, su dolor, el miedo y dolor de despertar un día y que Claudio ya no esté con nosotros.

Miro la hora en el reloj y me sorprendo al ver que son las 7 a.m. Rápidamente salgo de debajo de las cobijas y me visto entre saltos y corridas de aquí para allá. Normalmente me hubiera bañado, desayunado y preparado mejor, pero lo siento mucho mundo por que hoy se me ha hecho tarde.

- Amor- escucho la voz ronca de Claudio mientras me hago una coleta.

Me doy vuelta mientras una sonrisa se forma en mis labios.

- Claudio, ¿Qué haces despierto?- es lo único que se me ocurrió preguntar en el momento que lo veo parado frente a mí con su pecho al descubierto, mostrando su perfecto abdomen.

- Me desperté por que estabas haciendo demasiado ruido- me responde mientras rasca su nuca.

Dios, ¿Cómo es posible que este hombre sea tan perfecto?

Luego de mirarlo detenidamente como una boba recuerdo que se me hace tarde para ir al trabajo.

- Me tengo que ir, se me hace tarde, dile a Nathan que lo quiero mucho y que le mando saludos- me acerco a él y depósito un beso en sus labios- Adiós, nos vemos más tarde- me giro con la intención de irme pero la mano de Claudio me vuelve hacer girar y quedarme frente a él.

Abro mi boca para quejarme pero sus labios atrapan los míos, cierro mis ojos y me dejo llevar por el beso, abro mis ojos sorprendida al sentir como su lengua se cuela en mi boca invadiendome por completo. El beso sigue hasta que nuestros pulmones nos exigen aire. Respiro entrecortadamente y pego mi frente con la de Claudio.

- Que te valla bien- dice con su voz ronca y tan sexy.

Suspiro resignada y me voy al trabajo si no quiero llegar tarde.

Dios no te lo lleves, permíteme estar con él hasta que seamos unos viejitos, por favor no te lo lleves.

Una lágrima se me escapa al pensar en su enfermedad.

P.O.V Ulises


Sonreí con la mejor de mis sonrisas para segundos después ser encandilado por el flash del aparato.

- Recuérdame por que tenemos que hacer esto cada un mes- habla Antonia mientras sonríe para la cámara.

- Por que es divertido hacerlo, ¿Verdad Cailín?- le pregunto a mi pequeña.

Miro disimuladamente hacia abajo y veo como su mata de rizos se mueven de arriba hacia abajo.

- Si, es muy divertido por que después comemos helado- dice feliz y yo sonrio ante su inocencia.

A pesar de que el tiempo pasa y pasa hay cosas que jamás cambiarán, y eso es tan claro cuando vives con Antonia. Ella jamás se a olvidado del hecho de que no puede tener hijos.

Admito que a mí también me duele no poder tener hijos con el amor de mi vida, pero aún así soy feliz con mi pequeña mata de rizos. Y aunque digo esto siento dolor, dolor de ver a mi mujer con tristeza al recordar todos los días que no puede tener hijos. E intentado de todo para que se olvide de eso, pero aún así no lo hace.

Cuando la sesión de fotos termina tomo a Cailín entre mis brazos y con mi mano libre tomo la mano de Antonia.

Vamos a comer ese rico helado Cailín- la miro con una sonrisa y a ella parece habérsele iluminado la cara ante mis palabras.

- Siiii- chilla feliz.

Antonia y yo reímos ante su alegría.

Ellas lo son todo para mí.

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¡Hola! Nos vemos otra vez.

Espero que les haya gustado el prólogo.

Solo diré que serán actualizaciones lentas.

Bye bye.

Venciendo El Dolor [EEG #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora