TA.1 Introducción

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Disclaimer

Los personajes de CC no me pertenecen, si no a sus respectivos autores y a quienes hayan pagado derechos sobre los mismos.

Míos son los demás personajes, así como la historia aquí narrada; basada en el anime de Candy Candy.

No tengo fines de lucro, es sólo para pasar un buen rato, tener otro terryfic; y por ganas de volver a cambiar ese final que nos dejó con el corazón roto a tantas y tantas fans. 

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Alto, delgado y atlético... de porte majestuoso y mirada altiva y desafiante, con abundante cabello castaño ligeramente ondulado en las puntas y que le llegaba a la altura de los hombros. Un hermoso joven de piel alabastrina y cejas perfectamente delineadas que enmarcaban los más hermosos ojos que alguien haya visto jamás, de un azul iridiscente con betas verdes... expresivos, grandes, titilantes como dos estrellas en medio de nocturno firmamento. Con movimientos elegantes y decididos, dueño absoluto del universo... 

Así era quien se encontraba en el amplio espacio iluminado por los reflectores superiores e inferiores, que daban de lleno en su perfil cincelado a mano por los mismos dioses y que mostraban una imagen etérea y deslumbrante...

El muy (MUCHO, DEMASIADO) atractivo joven estaba parado en medio del escenario, recitaba sus diálogos con pasión y entrega sin igual, era absolutamente desenvuelto y se movía por el estrado con elegancia y seguridad propias de un rey... interpretaba por enésima y terca ocasión a Romeo, (¡Claro! ¿A quién si no?)... se diría que ensayaba pues el espacio se encontraba totalmente vacío, solamente los reflectores y alguno que otro bicho eran sus acompañantes. Una vez se coló un gato al que le pareció que las butacas vacías eran una buena cama, pero cuando los maravillosos ojos azules del chico que pasaba por ahí se posaron en él, el animalejo había saltado histérico tratando de dar arañazos al bello rostro de marfil y luego había huido para siempre, dejando a aquél hermoso caballero con una ceja arqueada y una fastidiada mueca en sus perfectos labios.

Caminaba de un lado a otro parloteando en la escena de la fiesta donde Montesco y Capuleto se conocieran, esa en la que siempre se quedaba trabado justo en la misma parte. Era muy molesto, pero en esa precisa escena simplemente se quedaba en blanco, estático y con esa horrenda sensación encima. Si no hacía una pausa de al menos una hora (¡una hora por Dios!), no podía retomar el ensayo. Era un poco muy enfadoso, ¿pero qué le hacía? Todas y cada una de las veces, sin importar la hora o el día en que lo intentara, era exactamente lo mismo. Claro que eso solamente sucedía con Romeo y Julieta, el resto de las obras no le representaban el menor problema.

Lo malo es que ahora ya ni gente acudía al teatro y el pobre estaba prácticamente sin nada qué hacer; se aburría mortalmente ahí si no ensayaba todos los libretos de Shakespeare que tenía... aunque se debía conformar con hacerlo solo; de hecho, se sabía TODOS los papeles de TODAS las obras a la perfección ¡¡los podría interpretar hasta dormido!! Estaba seguro de nadie lo notaría, eso le causó un poco de gracia.

Igual de pronto se pasaba algunas temporadas en la villa de Escocia, lo cual le daba aires diferentes; pero invariablemente volvía al teatro, lo pensara o no, simplemente volvía...

Durante un tiempo luego de que la gente dejara de asistir al lugar (antes de eso había bastante movimiento siempre y era entretenido hasta para él), buscó entre los baúles polvorientos algún libro de otro autor; pero en ese entonces lo clásico era lo que todavía seguía teniendo éxito, así que no, no encontró nada... Se apegó a los viejos libretos de Shakespeare a fin de no volverse loco...

Como se había vuelto a quedar como catatónico en esa condenada escenita, resignado (luego de miles de veces de enojarse al punto de volverse violento), resopló y decidió dejarlo por la paz un rato...

-Ni modo... creo que tomaré un descanso. –Y luego una risita sarcástica se le escuchó-. ¡Como si tuviera tanto que hacer! –Se burló de sí mismo.

Y con ese pensamiento se fue a la última butaca de la platea, la de la fila última... allá hasta arriba... se sentó, recargándose cómodamente para subir los pies en el respaldo frente a él, y con las manos tras la cabeza cerró los ojos...

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El viejo teatro tenía años sin albergar una nueva puesta en escena, 25 para ser... casi exactos; desde aquélla ocasión en que repentinamente volaron un par de piezas de la escenografía, en plena representación. Esto no hubiese sido tan malo (como para cerrar el recinto definitivamente), si no hubiera sido porque además de que sin motivo alguno la mesa y el enorme jarrón de estilo barroco fueran a dar de lleno contra las primeras butacas, aplastando e hiriendo de paso a los espectadores que ahí se encontraban, también un viento tremendo se dejó sentir en el lugar; mandando a volar lo que quedaba del set, a los actores y a todo aquel que tuvo la mala suerte de estar ahí, en el momento equivocado... curiosamente esto sucedió cuando la actriz principal, una rubia desabrida de largo y lacio cabello, hiciera la peor representación que se recordara de la Julieta de Shakespeare; aún para una adaptación "moderna". Esta chica era nieta de una medianamente conocida actriz de teatro clásico llamada Susana Marlowe, que pasó más a la historia por su desafortunada presencia en un trágico suceso, que por ser realmente buena actriz.

Ok, cierto que la producción intentó defenderse diciendo que esto había sido obra de un error en los efectos especiales, la cosa era que la obra NO requería de tales artilugios; y, que además, la investigación que se llevó a cabo para deslindar responsabilidades arrojó el contundente hecho de que no había tales cosas como un aparato para crear vientos huracanados, y ningún mecanismo bajo el escenario capaz de botar de ese modo el mobiliario; amén de que no había ningún temporal ni nada parecido en esos días que hubiese roto ventanas y entrado de improviso.

Si a todo esto le agregamos los rumores que corrían de que un fantasma deambulaba por el edificio desde hacía muchos años... bueno, la gente decidió que mejor no quería correr riesgos y dejó de comprar entradas para ese teatro en específico, quedando así con el tiempo, abandonado por completo.

Taibhse Àlainn (Hermoso Fantasma)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora