Cap 7: Uniforme reglamentario

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No me dejes verte, para que después tenga que marcharme a la soledad que es el mundo sin ti. Por favor...Por favor...cuídame.
Estaré bien, si tan solo me cuidaran. 

— La tierra que perdí


Febrero 18, 2019

Cada día que pasa me siento más cansado, más harto de vivir, hoy es uno de esos días en los que simplemente no despertar; pero lo hago y salgo de mi casa que es el lugar que no quiero volver.

Después de no se cuanto tiempo Carreño regresó a clases, estaba  cerca de la entrada fumando cuando llegué; trató de acercarse a mí y yo al saber que estaba allí pasé de largo y lo ignoré.
Así ha estado toda la mañana tratando de hablarme pero yo lo ignoro como puedo, en el salón de clases, él al conocer el lugar en el que siempre me siento, se sienta al lado pero yo cambio de lugar y me voy a la otra esquina.

Al sonar la campana del almuerzo salgo rápido para no tener que hablar con él pero es más rápido que yo y me jala por todo el pasillo, para no llamar la atención de los demás no digo nada, solo dejo que me lleve.

— Que es lo quieres.

— Quiero que me escuches.

— No me interesa.

— Vamos ¿quieres escucharme?

— Tú lo dijiste antes yo no soy nadie para que me des una explicación, si me permites tengo que ir a almorzar.

— Lo siento...no era mi intención decir lo que dije.

— Eso ya no importa.

— Pero a mí si me importa, eres mi amigo...mi único amigo.— Carreño baja la mirada al decir eso, lo pienso un segundo y decido que es mejor marcharme; que lo más seguro es que solo quiere que lo ayude pero simplemente me quedo ya que ha sido la única persona que más o menos me entiende.

— Bien...que sea rápido que tengo que irme.

— Gracias...bueno yo...— me doy cuenta de que quedarme fue un error, está claro que no piensa decir más.

— ¿Sabes que? me largo.

— Escucha, por favor.

— Vamos tu no quieres decir más y yo tengo cosas más importantes que hacer.

— Es que esto no es fácil para mí.

— Por favor, para ti todo es fácil.– al decir eso me arrepiento al instante en que noto toda la rabia que siente.

— ¡¡¡Crees que es fácil para mi el vivir así como sin nada, lo tuyo apenas comienza pero lo mío no, llevo años arrastrando esto conmigo!!!

— Yo lamento lo que dije, pero...

— ¡¡¡Que sabes tu de mí, tú no sabes absolutamente nada!!!— lo que Carreño me dijo me hizo darme cuenta de que es verdad, que yo no sé nada de él.

— Entonces cuéntamelo.

—Bien esta es mi historia mis propios padres me hicieron ver que no valía nada... que no valgo nada.— mientras dice esto unas gruesas lágrimas caen de sus ojos.

Que puedo decirle, ¿que todos los padres quieren a sus hijos? No creo que eso no es lo que deba decir, me quedo callado para que el siga hablando; niega con la cabeza mientras continúa.

— Si mis padres no me quisieron y me dejaron ¿quien me iba a querer?...me hicieron mierda y aún así me quedé...¿Dime quien diablos hace eso?

— ¿No tenías más familiares o amigos?

— Los que eran mis amigos y mi familia me dejaron, me hundieron pero también me enseñaron que yo tenía que salvarme  solo.
Jamás escuché a mi familia decir "estamos orgullosos de ti" pero eso ya no importa, yo sé quien soy y para donde voy.

— Entonces como es que éstas aquí, como es que pareces tan normal.– él levanta la cabeza y me mira.

— Mis demonios hasta el día de hoy han sido los únicos que jamás me han abandonado...también me sirve el uniforme reglamentario.

— ¿Eso es todo? Y que es el uniforme reglamentario– Carreño se ríe y me mira como si yo fuera un idiota.

— Si te dijera mis secretos nunca más me mirarías de la misma forma. Y lo del uniforme te lo diré después.

— Tú sabes todo de mi por que yo no puedo saber que hay de ti

— ¡¡¡Que quieres que te diga, ¿quieres que te cuente que deseo que el mundo entero arda en llamas? o ¿quieres que te cuente que quiero todos sufran, que se retuercen, que sientan el dolor que yo siento, que deseen morir para ya no seguir sufriendo? Bien ya lo has escuchado!!!

Sus palabras me dejan sin habla, suenan tan crueles, me doy cuenta de que para él las cosas no han sido fáciles.
Me doy cuenta de que me e perdido en mis pensamiento cuándo observo a Carreño caminar por los  pasillos y perderse entre los alumnos.

Después de la escuela me dirijo a mi trabajo, todo lo veo como si solo fuera un espectador al terminar del trabajo me dirijo a mi casa, saco un cigarro fumo y pienso en todo lo que paso hoy mientras que voy a mi casa, mis pasos son más lentos y más cortos, no quiero llegar a mi casa se que no es la primera vez que lo pienso, pero si es la primera vez que realmente no quiero llegar, no quiero estar allí.

Pero llego a casa, y pareciera que soy invisible nadie me nota, cuándo estoy por entrar en mi cuarto mis hermanos llegan y uno de ellos me mete una bolsa en la cabeza, me falta el aire, todo da vueltas cuando siento el aire en mis pulmones de nuevo; trato de ver que de los dos fue y es cuando siento algo afilado en mi espalda.

— Mira la nenita sangra.

— Es cierto y mira es sangre roja no negra.

Por extraño que parezca deseé que mis pulmones fueran perforados y morir, pero no fue así mamá llego, me gritó por romper mi ropa y fingió no ver la sangre ni lo que pasó.

Ya en mi cuarto me limpio y le marco a Carreño, le ofrezco una disculpa por la pasó en la hora del almuerzo.

— No importa y creo que dije que te contaría de que trataba el
uniforme reglamentario

— Ah si y que es.

— Es lo que uso todos los días si entiendes de que hablo solo di listo y lo llevarás mañana a clases.

— Esta bien.

—Paciencia a prueba de estúpid*

— Listo.

— ¿Sonrisa falsa para que nadie note lo mal que te sientes por dentro?

— Listo

— Mirada de enfado para que nadie te moleste.

— Listo

— fingir que todo en tu vida es una maravilla.

— Listo

— Guardar tus objetos de relajación en un lugar seguro para que nadie lo encuentre

— Listo

— Bomba activada dentro de la mochila...

— Eh, no...mejor eso no

Diario De Un Chico SuicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora