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—Estás loco

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—Estás loco... —susurró el chacal, siendo expectante solamente desde una esquina del dojō, no queriendo intervenir ante las descabelladas ideas de su amante.

—Estoy muy loco —afirmó, sus piernas se alinearon junto a su torso en una posición de ataque, listo para cualquier movimiento previsto por sus reflejos anormales, sonriendo ladino ante el asentamiento de su doble.

Con un cambio de escenario, ya con la reservación VIP en el fastuoso hotel y una ducha necesaria, habiendo encontrado al azabache perdido en la ciudad, todos se dirigieron a la parte más alta del edificio (por petición insistente de Maurice, obvio) donde estaba un gimnasio, jacuzzi y mini stands de diversos deportes, ellos se fueron a un área más silenciosa en donde casi nadie pasaba el rato, un dojō para practicar artes marciales a la antigua con ese extracto arraigado de los japoneses; Infinite se aseguró de que nadie los interrumpiera, curioso por la insistencia del erizo en estar justamente ahí, y encima arrastrar a dónde fuera a la copia. Grande fue su sorpresa porque el borrón azul quería pelear, al principio lo tomó como un chiste, pero cuando lo vio acomodar al otro y darle las instrucciones adecuadas, se preguntó que tanto pasaba por su cabeza para pensar en idioteces; el chico desde que entró miraba todo con total interés y fascinación, no había conocido estos lares de la ciudad y realmente le encantaban, tanta belleza combinada con modernización y a la vez contemporaneidad, no objetó y tampoco es como si estuviera atento a las palabrerías de Maurice, simplemente se dejó llevar hasta tocar la alfombra, muy suave ante el hecho de siempre andar descalzo, el tatami era de los más finos, y aunque no sabía más de ellos, se imaginó llevándolos como mantas para pasar la noche.

El carraspeo del oficial lo sacó de sus ideas, asintiendo brevemente antes de enderezarse e imitar a su homólogo. Fue un levantamiento de aire lo que Zero alcanzó a ver, claro no peleaban a morir, simplemente para evaluar fuerza y rapidez, y para asombro de los tres, en eso eran idénticos; Maurice calificó silenciosamente cada uno de los golpes recibidos y los esquivados, impactado por tanta semejanza, increíble... intentó hacer un Spin dash para derribarlo y así ganar, no contó con que el erizo alcanzará detenerlo y estrellarlo contra la pared; el comandante se deslizó patéticamente por el muro agrietado hasta caer sentado, tomando aire pausadamente mientras lo veía, igual de agotado y jadeante.

—Diablos... —jadeó, sonriendo satisfecho— ¿dónde... dónde aprendiste a pelear así?

—No lo sé, simplemente practiqué en mi adolescencia. Cuando fui descubierto por los empleados, me evaluaron y dijeron que era algo nato en mi naturaleza, así que supongo que debe ser algo genético —explicó simple, recostándose en la alfombra.

—¿Por qué hiciste eso? ¿Ganamos algo? —preguntó acercándose hacia el azul, dejando una botella de agua fría y una toalla para quitarse el sudor.

—Era necesario —respondió seco, enderezándose y así ver al chacal— quiero respuestas, necesitamos respuestas... y tengo un plan para obtenerlas, pero fue necesario saber que tan bueno es, digo, para sobrevivir en mi vida diaria.

❝El Usurpador❞│Zʜᴀᴅᴏɴɪᴄ│AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora