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Sí

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Sí... Probablemente debió venir ya cambiado para no ser el único tonto que traía el uniforme en vez de la ropa de entrenamiento, tal vez eso debió decírselo Maurice antes. De cualquier forma, todo el equipo se agrupó rápidamente en una fila e hicieron el característico saludo de respeto, no tuvo que ser un genio para saber que lo hacían de manera forzosa y obligatoriamente más que por gusto. De entre ellos salieron dos, un cocodrilo verde y un camaleón morado que, o era su deber o eran los más valientes por acercarse, saludaron y entregaron una tabla con los nombres de todos para el registro, hmm, alrededor de sesenta... Creyó que serían más. Miró a los de enfrente, el mayor aparentemente no estaba muy contento de estar ahí, en cambio, el camaleón se veía sumamente nervioso sino es que aterrado por jugar demasiado con los dedos. Suspiró buscando una forma de alivianar el ambiente y que todos no se sintieran tan presionados.

—Oye —llamó al joven de veinticuatro, Zespio sintió un escalofrío cuando dio un paso adelante esperando órdenes, sin querer eso le causó gracia—, no muerdo. Tráeme ropa para el entrenamiento y luego busca a mi esposo, dijo que quería estar presente —el joven asintió de inmediato y desapareció para ir a buscar lo pedido, mientras el resto seguía igual de rígido o más— los demás, continúen con su calentamiento. Quiero ver qué tanto han mejorado, o por el contrario, si se han vuelto más débiles e inútiles.

Rápidamente volvieron a los stands para seguir ocupándose, Zespio no tardó nada en cargar prendas de su talla y dárselas, aunque en vez de irse directo a buscar al general se quedó un rato viendo como el erizo caminaba sumamente despacio hacia los vestidores y duchas. Eh. Ni siquiera entró ahí... Todos estaban tan ocupados quejándose y maldiciendo en silencio el regreso de su narcisista y egocéntrico jefe que ni notaron como el azul se sentó en las bancas a quitarse su uniforme, doblarlo y guardarlo en un locker que tenía su nombre, ya luego poniéndose los shorts y la camiseta sin vergüenza alguna. La mano de Zector fue lo que le hizo recobrar el sentido y salir corriendo hacia el módulo "C", más que un tomate que ardía en fiebre y esperando sus compañeros no se burlaran de él después.

Ya listo sacudió sus manos y fue a pararse sobre la alfombra, muy suave... Definitivamente todo aquí fue diseñado para un entrenamiento a gusto y cómodo. Carraspeó fuerte y uno a uno los demás le prestaron atención e ir uniéndose alrededor de la plataforma, primero estuvieron de pie, luego fueron sentándose en espera de ser llamados por el jefe. El cían revisó la lista y antes de llamar a la primera chica, que la veía temblando, decidió irse por el último a ver si cambiando el orden se destruía un poco ese ambiente tenso.

—Znuckles —el equidna se levantó de entre el montón de soldados y se aproximó hacia él, no lucía lo suficientemente listo y menos satisfecho con ser el primero en ser utilizado peor que saco de boxeo.

—Bien. Solo quiero ver qué tanto han mejorado, no quiero lastimarlos ni que ustedes lo hagan entre sí —fue a traer otra alfombra más delgada y circular para dejarla en el centro, luego se paró ahí y les explicó a los confundidos para qué serviría—, no saldré de este punto, tú eres libre de usar la técnica que más tengas desarrollada para lograr derribarme. Si yo lo hago primero, ganaré. Cada ganador tiene una semana libre.

❝El Usurpador❞│Zʜᴀᴅᴏɴɪᴄ│AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora