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—Sí, cariño, regreso mañana mismo

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—Sí, cariño, regreso mañana mismo... que sí, Zhadow, por dios, estaré bien. Te amo, adieu —suspiró colgando la llamada, regresando a guardar sus cosas en la maleta.

Habían pasado ya casi dos meses desde aquello, un poco más del tiempo que le había dicho a su esposo estaría ahí, pero que sirvió para preparar adecuadamente a su doble, claro que con la inconformidad del chacal que ciertamente no importaba, ellos dos terminaron de elaborar su plan y acordar los detalles, todo fue un secreto, incluso en la creación de sus propios códices y señas. Maurice golpeó la maleta con fuerza hasta lograr cerrarla y subir su cremallera, suspirando satisfecho de por fin terminar el equipaje y salir de la suite, silbó pacíficamente en su camino hacia el ascensor, esperando llegar al último piso mientras le enviaba mensajes a su esposo para que estuviera tranquilo; ya que al meter cizaña de que los resultados habían sido desalentadores y que probablemente lo vería de forma diferente por su agravamiento, el general no había parado de estar llamando para preguntar por él, algo chistoso por la desesperación con que atropellaba a sus frases y solo hacía carcajearlo, aún así, conservó esa motivación para mantenerlo nervioso y que no sospechara mucho cuando viera a su doble.

El hijo de en medio de los Hedgehog corrió la voz en su familia y en la oficina, los demás miembros familiares no ocultaron su exasperación y descontento por volver a tener a ese descarado ahí, y sus oficiales al mando, bueno, les dio igual, tampoco es como si extrañaran a un jefe ausente que realmente apenas si conocían. Su esposo y los niños eran los únicos que en verdad esperaban su regreso, sobre todo la pequeña, Zariel necesitaba de volver a ser consentida y mimada por su segunda figura paterna que suplantaba la de su madre, y Zarkon tener el apoyo total que casi nadie le daba.

El cían esperó que las puertas se abrieran y pasó galante, totalmente orgulloso de arrancar la atención de varios comensales y que estos se quedarán encantados con su belleza y porte, al salir del hotel permaneció quieto, retornando la vista hacia atrás en espera mientras el taxi llegaba. Luego bajó otra tanda del ascensor, muchos salieron pero pudo distinguir orejas azules sobresalir entre ellas, algunos curiosos regresaron a verlo, con la boca casi zafándose al tener la impresión de ver a la misma persona con vestuario y gestos diferentes, fue más el centro de atención porque no encontraban cómo se cambió tan rápido e irradiaba frivolidad; Maurice ahogó sus risas, obviamente muy divertido por como todos los confundían sin darse cuenta de nada, teniendo un punto a favor que ningún desconocido encontraría diferencias. Se golpeó el pecho para esconder su risa, fingiendo estar estoico frente al otro que se terminó por acercar con una mochila cargable simple.

—¿Qué tal? —preguntó con relación a la ropa que traía, una camisa blanca y un blazer mostaza, pantalones de tela negro y zapatos mocasines, a diferencia de él, con una polera gris y pantaloncillos cortos verde lima.

—Idéntico —asintió— quizás solo... uh... —se acercó a picarle las mejillas y dibujar una sonrisa con ellas, bastante forzada, pero que a su juicio estaba bien— listo, trata de tenerla más a menudo. Y espalda recta, piensa que estás caminando por una pasarela y tú eres la estrella, sin pena, a mí me hace falta y ni así la tengo.

❝El Usurpador❞│Zʜᴀᴅᴏɴɪᴄ│AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora