A pesar de haber pasado 3 semanas desde la llegada del ruso, para Ignacio ya era rutina ir a visitarlo algo entrada la tarde pues al menos así podía encontrar un pretexto para pasar más tiempo con él en lugar de soportar las críticas de su padre a la hora de la cena con respecto al hecho de no haberse podido ir de la casa con una buena mujer agregando así que desde que hizo un nuevo compadre su desempeño en el campo había bajado un poco cuando ya comenzaba el otoño, la temporada en la que el trabajo podía ponerse muy difícil, al menos (esas eran también sus palabras) podía hacerse de algún beneficio por su amistad con Braginski, dándoles algo de relevancia y crédito en el pueblo. Debía admitir que aquello lo irritaba. En primera, él no dejaría el nido a menos que tuviera algo de dinero con lo cual apoyarse pues si hay algo que él quiere es cambiar su estilo de vida para bien cosa que obtenía al cuidar del negocio y a veces cuando su padre le daba algo de lo que ganaban cuando vendían buena parte de la cosecha de sobra; en segunda, en realidad él nunca bajó en cuanto el rendimiento en cuanto a labores se refiere, el hecho que pensara en el ruso o en Pascuala o lo que haría en la tarde con el ruso no eran motivo ni justificación para bajar la productividad en su trabajo, era más bien su padre quien pensaba que su hijo vivía en las nubes cuando, sí, tal vez viva en las nubes, pero también puede tener los pies bien puestos sobre la tierra; y en tercera, ¿beneficio por su amistad? Lo último que pasaría por la cabeza de Ignacio cada que pasaba tiempo con Iván era qué provecho podía sacarle al ruso, es más, ni siquiera lo pensaba hasta que las palabras de su padre resonaban en su cabeza, Tarheri no quería parecer un convenenciero así que en esa tarde que pasaría con el ruso le contaría y aclararía la situación por si en algún momento futuro alguien chismoso del pueblo le dijera a Braginski que su tan amado amigo cercano estaba con él más que nada por conveniencia, siendo la familia Sánchez de quienes más lo esperaba ya que durante una de las mañanas en las que atendía el negocio alcanzó a escuchar de las mujeres comucativas que las palabras de su padre ya se habían esparcido hasta llegar a los oídos de los Sánchez cosa que involucraría un mal entendido.
Así que buscaría una forma de llegar a tiempo y explicar la situación. Por lo mientras caminaba alegremente por las calles empedradas del pueblo las cuales eran teñidas desde arriba de naranja pues estaba ya atardeciendo; de pronto pasó por esa placita de la fuente donde su amigo Rogelio mendigaba tras la deshonrosa situación de las ovejas y el "monstruo" llevándose la sorpresa de que el joven ya no se encontraba ahí cosa que se le hizo extraña pues desde que iba a visitar al ruso siempre se lo encontraba e incluso hacían planes para atrapar a la bestia hematófaga; pasó un rato más buscándolo pero al no encontrarlo por ningún lado supuso que a lo mejor su padre se apiadó de su pobre alma y le dio la oportunidad de regresar a casa... Pero... De ser así ¿no era lógico que fuera a casa de Ignacio a contarle sobre su buena noticia? Tal vez había mucho por hablar y arreglar, sí, era lo más lógico para Tarheri o al menos eso era lo que quería pensar para no comenzar a preocuparse, además, para librarse de dudas iría a su casa mañana después de atender el negocio así que con todo arreglado continuó su camino pues comenzaba a hacérsele tarde.
Finalmente llegó a la entrada de la hacienda la cuál convenientemente quedaba en contra de la luz solar que comenzaba a desvanecerse luciendo como una imponente construcción gracias a su sombra. No obstante, Ignacio se detuvo en seco al ver que en la entrada de la hacienda se podía ver una persona de cabellera clara y trenzada con listones verdes entre los cabellos y un vestido blanco con coloridas flores bordadas en él, hablando con Iván; era Carmela Sánchez. La joven pareció esbozar una sonrisa coqueta y risueña cuando parecía ir retrocediendo para irse, luego vio a Ignacio y su sonrisa parecía más una maliciosa.
–Fue muy agradable platicar con usted, señor Iván Braginski.- dijo en un tono alto, como si quisiera que el pelinegro la escuchara.- le agradezco mucho que haya escogido el pan de nuestra panadería, mi familia estará honrada y verá que lo nuestro es la más pura calidad, no como otras imitaciones las cuales de paso quieren algo por conveniencia sólo por juntarse con usted.- dijo esto último mirando a Ignacio.- espero verlo pronto, señor Braginski, me complacería mucho volver a hablar con usted.
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El vampiro del pueblo. Aph RusMex
RandomEn un pueblo de México comienzan a suceder diversos sucesos como múltiples asesinatos y la llegada de un acaudalado extranjero de origen ruso. Sin embargo los habitantes tratan de llevar una vida normal entre ellos un curioso joven de nombre Ignacio...