Camino detrás de Gigi entre medio de la oscuridad de un pastizal que es difícil poder acertar en donde estoy poniendo en pie sin tropezarme con alguna roca o rama que pueda encontrarse en mi camino, ella apenas lleva una lámpara de luz blanca que ilumina solo una pequeña parte de nuestro alrededor; varios grillos y luciérnagas puedo divisar y alguna sombra de unos árboles que tornan diferentes formas tanto rectas como torcidas, el viento azota su cálido aire y siento una inesperada insistencia por llegar pronto, pero al cruzar otro camino y saltar por un riachuelo, me doy cuenta como todo empieza a cambiar, lo digo porque no parecenuna pradera solitaria con pocos árboles en su alrededor, hoy más bien, hay muchos de los cuales tengo que tener cuidado para no chocar con su tronco o rama o tropezarme con sus gruesas y largas raíces.
Es así, como a lo lejos veo una luz que se va haciendo cada vez más grande mientras nos acercamos, un par de risas que parecen estar disfrutando del momento identifica mis oídos y un olor a embutido empieza a profundizar su aroma cocido en mi nariz; Gigi se voltea y me da una amigable sonrisa que se la devuelto antes que siga caminando hacia aquella llama; a los minutos quita un par de rocas de nuestro camino y escucho como ella empieza a saludar a unas personas.
Respiro un poco lento y profundo antes de conocer a sus amigos, quedo a un lado de Gigi y empiezo a ver cinco rostros de los cuales solo uno de ellos conozco y no puedo evitar sacar una sonrisa al verlo de nuevo.
—Damas y caballeros, es un gusto poder presentarles a nuestro nuevo miembro del clan, su nombre es Amy. —Me presento Gigi con todos.
—Mucho gusto —dije tímida.
—Es una florecilla. —Dijo de forma adorable una de las chicas con grandes anteojos y una cinta de seda que pasaba por su frente. —Soy Fanny, un gusto poder conocer a la chica nueva del pueblo.
—Puedes llamarla Hippie también, ya que luego te darás cuenta que ella pertenece con esas personas que andan en un Volkswagen T1 o T2 y se pone ropa exótica de muchos colores psicodélicos. —Dijo uno de los chicos que tiene una cerveza en la mano. —Mi nombre es Tanner. —Alzo su mano y tome su saludo.
—El chico de la ferretería. —Comento Fanny riendo.
—Muy graciosa, Hippie. —Hizo una risa sarcástica.
—Tengo hambre. ¿Podemos dejar las discusiones después? —Dijo un chico gordito.
—¡Yogy! —Todos lo reprendieron.
—Lo siento... Olvide mis modales... —Sonrió de forma inocente. —Mi nombre es Carl pero en realidad me dicen Yogy.
Reí al ver como sus mejillas se sonrojaban y se encogía de la vergüenza cuando su estómago dejo ir un rugido logrando que todos dejaran ir una carcajada por aquel momento inesperado luego de su pequeño saludo.
—Denise, un gusto de conocerte. —Alzo la mano la última chica que faltaba por conocer.
—Lo mismo digo. —Le sonrío.
Todos le dieron una mirada a Sawyer y él dejó ir un largo bufido hasta que se levanto del tronco en donde está sentado para ponerse en frente de mí, a pesar que ya nos conocemos creo que hasta el momento solo Gigi sabe que él fue quien me salvo la vida y que a su vez, me llevo a su casa.
—Carter, ¿tú no te presentaras? —Le preguntó Tanner a Sawyer.
Sawyer se levanto de su asiento y fue directo a mí, todos sus amigos se quedaron viendo sus movimientos hasta que dejó salir una dulce sonrisa que logro encogerme el corazón, agarro mi mano y la llevo a sus labios dejando un beso que pronto erizo mi piel, con su dedo pulgar acarició el dorso de mi mano, haciendo que el palpitar de mi corazón se acelerará y más al ver sus ojos color miel que no dejan de ver los míos.
— ¡Llegaron las hamburguesas! —gritó Yogy.
Sawyer soltó suave y lentamente mi mano dejando que su mirada pasara de estar en mí a ver a un chico de casi o igual de edad que él quien trae una bandeja cubierta por una manta cuadriculada en donde no se puede ver lo que hay dentro. Su expresión neutra sin dejar salir una sonrisa, me pregunto si algo le ha llegado a suceder o realmente así es su rostro pero como no soy quién para cuestionar el humor o el carácter de las personas, preferí quedarme callada mientras observaba como Yogy se pone feliz como un niño al ver su dulce favorito o un nuevo juguete; Gigi pone sus brazos alrededor de mis hombros y me invita a caminar cerca de la fogata para reunirnos con todos y así comenzar con aquella noche.
— ¿No saludaras Dalton? —Dijo Hippie al ver que el mismo chico seguía sin decir alguna palabra.
—Lo siento... He estado un poco distraído —Quito la manta cuadriculada y dejó ver una montaña de hamburguesas.
— ¿Día difícil? —Tanner fue a agarrar una hamburguesa pero Denise golpeó su mano — ¡Oye! ¿Qué ha sido eso? —Se acarició el dorso de su mano.
—Las damas y la invitada primero —le reprendió Denise.
Dejé ir una risita al ver como todas las mujeres empezaron a agarrar una hamburguesa, Dalton acercó la bandeja de la comida hasta mí y sin dudarlo, agarré una hasta ver todo su contenido: carne, queso, tocino, lechuga, tomate, aderezo, pepinillos... Se ve apetitosa, agregando que su olor es delicioso, por tanto, será bueno que la muerda ahora que se encuentra caliente.
—Soy Dalton —se presentó de forma seca.
Alzó su mano para que pueda recibir su saludo, así que con mi mano libre, la tomé para mostrarle una sonrisa cálida antes que se marchará para seguir repartiendo más hamburguesas a sus demás amigos.
—Amy. Mucho gusto —le respondí.
Mostró una pequeña sonrisa para seguir caminando, parece un chico duro pero creo que por dentro puede ser de esas personas sensibles y muy afectivas.
Todos empezamos a comer y a hablar un poco, aunque mayormente soy quien escucha las conversaciones de todos después de saber cada vez más de sus vidas, trabajos, pasatiempos y lo principal, su amistad. Por lo que he comprendido hasta el momento, todos se conocen desde niños, aquí nacieron, crecieron, fueron a la escuela y mantienen siempre el contacto a pesar que cada quien tiene su obligación con sus propios trabajos; esté lugar es el rincón en donde se reúnen cada vez que pueden, la mayor parte de tiempo lo disfrutan hablando y recordando viejos tiempos.
Oculto mi risa cada vez que Tanner debe de levantarse de la enorme hielera para pasarle unas latas de cervezas a todos menos Gigi, Yogy y yo; los demás parecen disfrutar de la bebida que aún no han conseguido tener un efecto de ella; apenas puedo seguir bebiendo la soda de naranja cuando me doy cuenta que ya me la he terminado... ¿Hace cuánto tiempo no he llegado a beber algo burbujeante? La última vez quizás fue a los doce o quinte años... O puede ser a los dieciocho cuando empecé a ir a la universidad. La verdad es que no recuerdo, pero poder sentir de nuevo el dulce sabor de una soda ha cambiado de nuevo mi paladar aunque me ha hecho revivir varios recuerdos de los cuales me gustaría seguir olvidando.
—Y, ¿qué nos cuentas sobre ti, Amy? —escuché que pregunto Denise.
Sería correcto hablar acerca de mi problema para que nadie crea que toda mi vida ha sido fácil y de color de rosa, así como cualquiera que siempre tiene la impresión que al verme, todo de mí suele ser normal y mis condiciones suelen mantenerse a su mismo nivel cuando mantengo un tratamiento mientras que por unos días me descuido y casi es como si tuviera que de nuevo reponerme de las caídas.
—No hay mucho que decir sobre mi vida, es aburrida —traté de disimular lo incómoda que me siento hablar sobre mi vida.
La verdad de todas, es que el tema que más se me dificulta tener que hablar y soltar es sobre mi vida privada, la cual aún no puedo distinguir entre lo bueno y lo malo, y que tampoco puedo destacar aquellos momentos en los cuales puedo revelar con sencillez para que los demás me conozcan un poco y no crean que soy un rara. Aquella pregunta, siempre ha cuestionado mi mente, me hace dudar sobre como poder responder sin hacer un comentario de mi déficit, de poder hablar con la verdad y ser capaz de demostrar que puedo ser ordinaria como los demás, pero a estás alturas siempre dudo de mis capacidades, así como dudaba de en mi adolescencia al pensar sobre quién soy realmente y como podría superar todos mis conflictos internos cuando todos te ven diferente y piensan que no estarás a su misma altura o no podrás alcanzaras el éxito.
—Oh vamos, Amy. Aquí nadie muerde excepto Yogy quien puede hacerlo si tienen hambre —Todos dejaron ir una carcajada ante el comentario de Hippie.
Quizás no sea malo hablar un poco acerca de mí sin añadir esas partes que deben tener una importancia en mi vida porque son mi pasado, presente y futuro.
—Nací en Pittsburgh, Filadelfia. Mi padre es neurocirujano y mi madre es publicista, tengo una hermana mayor que es amorosa pero demasiado sobreprotectora... —Me doy un respiro para seguir —Soy zurda, soy buena con los juegos mentales, me gusta dibujar, pintar y leer libros —añadí mis pasatiempos—; me considero una persona muy reflexiva, simpática, tímida, altruista, bondadosa y trato siempre de ser una buena persona —agregué un poco de mi personalidad—; mi vida en sí, ha tenido muchos cambios buenos y malos, lo cual me ha llevado a tener experiencias que han hecho que todo mi mundo lo vea con otro tipo de panorama más realista y extrañamente justo o injusto. —Jugué con mis dedos. —Me gusta trabajar con niños excepcionales, es lo que más me gusta de esté mundo. Y por ello, me ha llevado a obtener una licenciatura en educación social, un máster en educación especial y un diplomado en logopedia. —Terminé de recopilar la información necesaria para decirla ante los demás.
Observo como todos se quedan un poco admirados al punto de no decir una palabra, estoy segura que no he dicho nada extraño o malo para que no quieran decirme algo, después de todo no es que hubiera hecho algo tan grande en mi vida como descubrir la luna, lo poco que he conseguido en mi edad se debe gracias a mis padres quienes a pesar de conocer mi condición nunca se dieron por vencidos para creer que terminaría siendo una profesional, quizás no estaría al mismo nivel de aprendizaje rápido que mis demás compañeros pero lo esencial fue que siempre tuve una buena capacidad mental para seguir aprendiendo de mis maestros quienes tampoco perdieron la fe que yo podía cumplir mis sueños si me los proponía y luchaba por cada uno de ellos.
—Debo de reconocer que lo que haz dicho me ha dejado sorprendido. —Yogy fue el primero en hablar.
Encogí los hombros y preferí no mirar los ojos de cada uno, así que los mantuve entre algunos objetos como la leña al quemarse en el fuego, en las estrellas, en mis botines y en el árbol que tenemos a un lado.
—¿Haz trabajado con todo tipo de niños con algún problema o discapacidad? —Me pregunta Tanner interesado.
—Sí, trabaje en una fundación y con una escuela —me acordé de mis primeras experiencias.
—Con niños con... —Tomó un respiro — ¿Dislexia? —Pronunció un poco tenso.
¿Habré mencionado en algún momento mi dislexia para que él me haya sacado exactamente esa discapacidad? Realmente no sé a que quiere llegar con todo esto, pero lo que sí estoy segura es que no debo de ponerme muy nerviosa para evidenciar que si tengo ese problema pero que normalmente no me gusta compartirlo con los demás o hacer un comentario no porque me dé vergüenza sino más bien, porque el trato que luego puedo recibir ya no sería el mismo como deseo y eso incluirá las dudas, las actividades, los trabajos y otras frustrantes ideas más que todas las personas se crean en la cabeza con los típicos mitos de un disléxico.
—Sí —apenas dije.
Tanner se quedo callado por un momento hasta que solo movió la cabeza dando por hecho el fin del tema.
—Los niños con alguna discapacidad son lindos, tienen un corazón muy puro y se llega a aprender más de ellos que ellos de uno. —Hizo un comentario, Hippie.
—Sí, son tiernos y tienen tanto amor que dar —dijo Yogy.
—¿Qué te llevo a elegir esa vocación? —preguntó con curiosidad, Dalton.
Ay Dios mío, si llegaran a saber todos que también lo que me llevo a estudiar mi licenciatura, maestría y diplomado fue por mi condición de ser disléxica, es probable que de nuevo todo se vaya al borde. Y no tengo una excusa precisa para ello cuando mi vocación de ayudar a otros niños con la misma u otra discapacidad que la mía fue por esa razón, porque no quiero que a todos ellos los vean de menos, como una carga en este mundo o que no podrán sobresalir o lograr sus sueños por ser diferentes que otras personas ordinarias.
—De pequeña conocí a una niña que tuvo dislexia, era una excelente alumna hasta que su rendimiento académico fue decayendo al punto que escribía al revés, las oraciones de las palabras las unía, se le dificulto leer y no podía distinguir ciertas palabras. —Empecé a contar mi propia historia desde otro personaje. —Nuestra maestra pensó que todo era un juego y nuestros compañeros se burlaban de ella, un día se fue de la escuela y escuché que sus padres le dieron estudios en casa, contrataron profesores expertos no solo en tener paciencia para enseñarle a una niña con dislexia sino que también a prepararla para la vida pero, no fue suficiente, ella quería tener libertad y sentirse como los demás niños. —Suspiré. —Sin embargo, los tratamientos solo retienen la dislexia, no la elimina. De igual forma, la chica creció pero bajo sobreprotección aunque eso no la detuvo para seguir con sus sueños. —Terminé por decir.
Todo es demasiado complicado, hablar de mi pasado es doloroso porque mi propia familia me quito ciertos privilegios de poder vivir en mi infancia y adolescencia, hubo cosas del mundo que tuve que aprender sola en donde me di contra varios muros, caí al tropezarme con varias piedras y superé a varias víboras que querían envenenarme con sus propios comentarios; he sido como ese punto rojo entre todos los negros, varias familiares de mi padre y madre me vieron como una anormal y varias veces tuve que tolerar por no decir soportar, los chistes, las burlas y los apodos que mis primos me hicieron, creo que fui la causante de que mis padres se alejaran de mi familia y que también me alejaran del resto del mundo. Sé que para ellos no fue fácil pero tampoco ellos me la llegaron a poner fácil.
—Mi vocación fue debido a eso, a ver la historia de esa niña que a pesar de ser un poco diferente de los demás, siempre estuvo llena de fuerza, vitalidad y amor. —Miré a todos. —Supe en ese entonces que yo quería a ayudar a otros igual que ella, que los integren en la sociedad y que los demás puedan ver que pueden estudiar y trabajar como cualquier persona. Y hasta el momento, no me he arrepentido de ello. —Sonreí.
—Wow, eres de admirar Amy. —Dijo Gigi sorprendida.
—Es cierto y por eso creo que es necesario que le demos la bienvenida a nuestra nueva integrante de la banda, ¿no? —Escuché que dijo Denise.
—Bienvenida al club de los potrillos, Amy —levantó su cerveza Tanner.
— ¿Potrillos? —Enarqué mi ceja.
—Es cierto, se nos olvido contarte —dijo Gigi —, le llegamos a poner ese nombre porque todos nuestros padres se criaron alrededor de caballos, aprendieron a montar, y nos enseñaron a cuidar de ellos... Y esa misma tradición, nos la inculcaron a cada uno de nosotros, solo que Sawyer es quien ha permanecido más cerca de ese trabajo —le di una mirada a Sawyer y él rodó los ojos.
Recuerdo como hoy por la mañana el hermano de Sawyer estuvo montando un caballo, así que quien sabe que su familia también se vea involucrada en ello, aunque recordando Finn parece estar más centrado en su taller que en cuidar caballos.
—Pero yo no se montar en caballo... —dije con miedo por si ellos ya no me aceptaban dentro de su grupo.
—No te preocupes, Jackson Hole es un pueblo pequeño y de seguro, Sawyer puede enseñarte, ¿no es así? —Hippie miró a Sawyer.
—Sería un gusto —dejé ir una sonrisa torcida al ver como él me ve.
Veo que mis perspectivas cada vez van más lejos, aunque siempre caen en ese punto optimista que observé hoy por la tarde al ver el paisaje desde la ventana de mi habitación, en donde solo pensé que aquí aprenderé cosas mucho más diferentes e interesantes de las que solo había en mi casa.
—Entonces, ¿qué dices Amy? ¿Quieres unirte al club? —Esperó que respondiera, Yogy.
— ¡Claro! ¿Por qué no? —Dije emocionada.
Todos levantaron sus bebidas y empezaron a chocarlas una contra otras para hacer el brindis de mi bienvenida, nunca había llegado a ver como otros podían estar alegres por mí mientras que no fuera por un nuevo progreso que di a mis tratamientos o por hacerme una celebración de cumpleaños, esto parece ser más sincero, cómodo y realista. Quizás no esté diciendo toda la verdad de mi vida pero por el momento me basta con poder ver que he empezado a adaptarme bien a este nuevo comienzo.
Pasamos un par de horas más juntos en donde todo volvió como el comienzo, solo que esta vez, todos hacían lo posible para integrarme en su conversación, a pesar que a veces la desconocía pero intentaban darle otro ambiente para hacer que hablara. Me gustaba mucho que todos se comportan de forma amigable, hay bromas pero no son pésimas y tampoco llegan a los golpes, agregando que aunque la noche siguiera pasando, a nadie le preocupa volver pronto a casa, sino más bien, seguían divirtiéndose en retos y juegos que hasta me dio un poco de risa cuando Tanner sacó el juego UNO y todos empezamos a jugar al punto de quedarse admirados que soy muy buena con las barajas de los comodines y de los números de los colores del juego.
Al ser medianoche, todos empezaron a levantarse y despedirse, llevándose algunas cosas y apagando la fogata para no ocasionar algún incendio. Antes que Gigi y yo nos marcháramos, observé como Tanner se acercó a mí y nos apartamos un poco de los demás quienes se abrazan en modo de despedida.
—Sé que es pronto para comentarte pero, ¿ya tienes trabajo? —hice una mueca.
—No, buscaré mañana uno. —Dije apenada.
Realmente mi primer día en Jackson Hole ha sido más para conocer al pueblo y poder ordenar mi nueva habitación, ya que a pesar que Gigi aún no me ha dicho cuando deberé pagarle la primera cuota del alquiler, eso no quiere decir que los siguientes días los pasaré en casa o caminando en el pueblo como si no tuviera algunas obligaciones; así que mañana será un día un poco largo.
—Puedo pedirte un favor —asiento a sus palabras.
—Mi hermano menor fue diagnósticado con dislexia hace poco y necesito que alguien le ayude con sus estudios pero lo que gano en la ferretería y el trabajo que tienen mis padres no cubren con lo recursos y la economía suficiente para llevarlo a una escuela especial... Y al escuchar la historia que contaste, quiero saber si puedes ayudarlo. —Esa mirada la reconocí porque muchas veces la vi en mis padres y en mi hermana.
Bueno, no estaré lejos de trabajar con lo que sé mientras tanto, puedo acoplarme a ello y seguir buscando un trabajo de medio tiempo para tener dinero y así, pagar el alquiler.
—Te pagaré... —lo detuve moviendo mis manos.
—¡No! No es necesario, me daría mucho gusto hacerlo cuando tú y los demás me han tratado bien y me han recibido mejor de lo que esperaba —le comentó.
—Oh Amy, te lo agradezco. No sabes la ayuda que me estás haciendo —sonreí.
—Ya sabes, Tanner. —Nos dimos una abrazo.
Escuché unos pasos provenir detrás de nosotros, así que al separarnos después de aquel inesperado abrazo, Tanner se despidió de aquella persona que no imagine tenerla detrás de mí y eso sin decir, que al darme la vuelta de nuevo me encontré con sus ojos, solo que está vez, ya se ha puesto su sombrero de vaquero ocultando su cabello castaño claro.
—Hola. —Dijo.
—Hola. —Dije nerviosa.
—Es una bonita noche, ¿no lo crees? —Ambos miramos al cielo.
—Sí, tienes razón —apoye su comentario.
—Pensaba si quieres caminar un poco y... —Gigi llegó.
—¿Qué planeas Carter? —Ella se puso las manos en sus caderas.
—Estoy invitando a Amy a caminar —dijo él sin temor.
—¿A medianoche? —Ella elevó su ceja.
—Sin malas intenciones —Sawyer levantó sus manos.
Gigi le dio una mirada penetrante a Sawyer como buscando si dice la verdad o no, él solo le sonrió y espero que ella dijera otra palabra pero al final, solo se dio la vuelta para verme y suspirar.
—¿Quieres ir? —Preguntó ella como si fuera mi mamá.
Realmente no sé si sea bueno salir con un hombre en mi primer día en Jackson Hole, prometí que nada de romanticismo e ilusiones que te llevan al cielo, ahora. Además, quiero dar una buena impresión a Gigi y su prima con respecto a tener a una inquilina respetable en su casa, que sigue con las reglas y que no se meterá en problemas.
—La pusiste en dudas —la acusó Sawyer.
—Vamos Amy, ve. Sino Sawyer no me dejará trabajar mañana —ambos rieron.
Ella de su bolsillo saco una llave y me la entrego, dándome cuenta que es la llave de la puerta de la entrada de su casa.
—No la lleves tarde a casa y cuídala. Y nada de coqueteos, ¿sí? —le dijo a Sawyer.
—Sí, capitana —le respondió él a ella.
Gigi se marchó para dejarnos solos nuevamente, Sawyer dejó salir una risa de sus labios probablemente porque recordó las palabras de su amiga. Cuando todos se marcharon, él pronto me hizo una señal para que camináramos y así poder seguirlo.
—Bien, espero que tu tobillo se encuentre mejor —miré mi tobillo el cual está mucho mejor.
—Sí, ¿por qué? —Él me dio una mirada.
—Porque te llevaré a cabalgar.--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Continuará...
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Te Quedas Conmigo
Teen FictionCuando todo suele estar perdido, la única forma de poder remendar las heridas abiertas es comenzando desde cero, quizás el problema de Amy no tenga solución pero ella tratará de cambiar su vida para darle un nuevo inicio después que todas las person...