Sigo redactando un correo que se me hace difícil escribirlo, como también, llegar a expresarme con palabras honestas sin tener que estarme arrepintiendo cada cinco minutos en ser menos explicativa y más breve en todos los detalles para así no darle una pista a mis padres acerca del lugar en donde por el momento estoy residiendo. Simplemente, he llegado a creer que dándoles una respuesta sobre las muchas dudas que tengan, por lo menos resolveré unas cuantas, por ejemplo, la primera que estoy viva y la segunda, por lo menos no suelo estar secuestrada o viviendo un cuento del Síndrome de Estocolmo con alguien que pudo haberme comprado o raptado para llevarme al otro lado del mundo.
Es abrumador tener que escribir una carta por correo a mis padres cuando nunca me he llegado a animar a hacer este tipo de cosas, haciendo referencia que pensar en las palabras apropiadas para explicarle el simple tema sobre por qué no deseo volver a casa y lo impredecible que será en los próximos meses para ellos al darse cuenta que tampoco creo hacerlo hasta que pueda encontrar justamente dónde es mi hogar.
Unos meses sin mí puedo decir que será un enorme respiro para ellos, pero no creo que lo sea cuando se suelen preocupar por todo, es decir, por mis terapias, medicamentos, consultas neurológicas, etc. No estoy en la posición correcta en decir que estoy bien o me encuentro con una excelente condición de salud mental cuando tampoco suele ser lo contrario del todo, pero una parte de mí, muy pequeña, seguirá siendo disfuncional para toda mi vida. Porque no solo mi dislexia no tiene una cura, sino que también, puede llegar a agravarse con el tiempo sino sigo con un tratamiento adecuado que pueda impedir su progreso constante.
Me quedo acostada por unos minutos en el escritorio donde se encuentra el computador para ingeniarme una buenas palabras para explicarles a mis padres lo muy bien que me encuentro, ha pasado ya una hora desde que me encuentro sentada y varias veces he borrado continuas palabras que parecen venir e irse en menos de lo que canta un gallo. Hubiera sido más probable enviarles una postal fotográfica diciéndoles que me he tomado unas buenas vacaciones para relajar mi vida estresante pero no dudo que eso no resolvería sus preguntas, eso sin añadir, que buscarían por mar y tierra de dónde provino la dichosa postal.
Existen tantas palabras en el mundo que no tengo las correctas para poder dar un inicio y fin a esta carta, a este paso me cansare y terminaré por creer que cualquier tipo de postal sería una buena idea pero mi conciencia no me dejará tranquila en los próximos días si sigo creyendo que eso no resolverá las dudas de mis padres, como también, que no se quedarán tranquilos con su hija al saber que solo les envió una insignificante fotografía cuando cualquier secuestrador pudo haberlo hecho.
Solo faltaría cortar y pegar letras de periódico en la postal para que se vuelva más icónica, lo cual resultaría ser una buena idea si acostumbrara ser una asesina en serie que no quisiera ser encontrada o que por lo menos, alguien diera con su paradero.
Me levanto del escritorio para ver la pantalla de la computadora en donde solo se encuentra la ventana de mi correo; comienzo a frustrarme al punto de dejar salir un sonido carrasposo de mi boca, a mis alrededores no se encuentran muchas personas, la mayoría de ellas solo unos cuantos lectores que siguen esculcando libros o intentando leer sin obtener alguna distracción que no sea de la campana de la puerta que a cada quince o veinte minutos suena con cada cliente que entra y sale por el mismo lugar.
Antes de proseguir con mi deber, me quedo admirando a un adolescente que se encuentra llevando algunos cafés a las personas que se han quedado leyendo algún libro o artículo en la librería; aquel tono de cabello con un color de piel bronceada me hace recordar a alguien, más cuando levanta un instante su mirada y pronto choca con la mía mostrando la particularidad de sus ojos color miel que brillan a través del reflejo del sol que ha cruzado por la ventana del lugar para obstaculizar su vista.
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Te Quedas Conmigo
Genç KurguCuando todo suele estar perdido, la única forma de poder remendar las heridas abiertas es comenzando desde cero, quizás el problema de Amy no tenga solución pero ella tratará de cambiar su vida para darle un nuevo inicio después que todas las person...