Capítulo 4: "Arms Of A Stranger"

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Pensaba que cuando me había invitado a pasar un rato con él sería quedándonos en el mismo lugar pero al llevarme sujetada de la mano y caminar hasta su caballo, me di cuenta que sus palabras no fueron una broma.

Ahora me encuentro mirando su caballo color marrón, quien no deja de relinchar y mover una de sus patas delanteras cada vez que me acerco unos centímetros más, es como si se diera cuenta que estoy un poco temerosa no solo por montarlo sino que también en creer que si no me sujeto bien ahora ya no solo consiga tener un tobillo torcido; me preocupa demasiado la idea de que Sawyer no sea muy cuidadoso porque a pesar que sus amigos hayan dejado en claro que él es un experto en caballos no me da la suficiente confianza para poder montar uno y más en la oscuridad de la noche en donde no puedo distinguir esa deficiencia de longitud, diámetro y profundidad que a veces los disléxicos tenemos con las dimensiones del espacio.

Quizás, debí de tomar con mucha seriedad en decir que no pero no sé si esté puede considerarse como un buen momento para huir y prevenir cualquier otro accidente por mi inestabilidad de seguridad que está creando mi cabeza cuando no tengo ni siquiera un equipo de protección; lo peor de ellos es que ni los vaqueros o granjeros utilizan un equipaje de prevención de riesgos al montar un caballo para ahora venir a decir que en mi caso, los necesito si ni siquiera que se tratara de tener que usar rodilleras y casco como si estuviera montando de una bicicleta.

—Tienes miedo, ¿no es así? —hago una mueca para que no se sienta ofendido. —No es de alarmarse, creo que te escuche decir que nunca has montado un caballo, ¿no? —Asiento.

Las razones por las que no lo he hecho son muy específicas, uno porque mis padres no eran de llevarme al campo; dos, ellos son muy sobreprotectores para querer poner en riesgo mi vida con cualquier actividad que me pueda causar un daño irreversible; y tres, rara vez me permitían complacerme en algunos de mis gustos por hacer un deporte, el cual montar un caballo no estaba en su lista para que lo hiciera.

Ahora que lo pienso mejor, el miedo que estoy sintiendo ahora no es por mi propia inseguridad por realizar algo que no ha sido planeado y me ha tomado por sorpresa, sino más bien, me doy cuenta que todo lo que se está cruzando por mi cabeza es debido a esos temores e inseguridades que siempre mis padres han creado en mi cabeza para que me las mentalice y pueda crear una mala imagen que me proporcione también desconfianza; en sí, uno de mis sueños siempre ha sido montar un caballo y ahora que tengo esa oportunidad, no debería desaprovecharla, sé que no ha sido el tiempo correcto para analizar bien la situación y tomar toda medida de precaución pero si me llego a caer... ¿Por qué debería sentir tanto miedo? Ya tengo dislexia, no creo que pueda terminar por tener una lesión cerebral que pueda dejarme más discapacitada de lo que aún no considero que soy solo por no manejar bien mi lenguaje y expresión social.

—Dame tu mano —dice él de repente.

— ¿Por qué? —digo extrañada.

—Vamos, solo dámela. —Alza su mano esperando que le entregue la mía.

En toda mi vida no había conocido un sujeto tan extraño y que a la vez fuera directo. Sé que en toda mi vida me dijeron que jamás confiara en un desconocido, pero creo que la normativa ya no cumple cuando he empezado a conocer a Sawyer no solo con su nombre y varios comentarios positivos sino porque extrañamente, él me ha generado una confianza ciega que aunque no la pueda ver si puedo sentirla a través de una voz interior que me dice que él no me hará daño.

Le doy mi mano y pronto él me da un pequeño jalón para que me acerque más a su caballo, en donde, me hace correrme a unos centímetros más hasta que deja mi mano en pelaje de la criatura, es suave y lacio. El caballo da un movimiento que me hace retroceder un poco pero Sawyer no me lo permite, procura que siga acariciando al animal sin preocuparme de los sonidos o movimientos que haga.

Te Quedas ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora