ii. blacky

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Rachel tuvo que tomar una gran bocanada de aire y contar hasta diez para no gritar al ver el desastre que era el baño

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Rachel tuvo que tomar una gran bocanada de aire y contar hasta diez para no gritar al ver el desastre que era el baño. Cuando dejó que Effy bañé al perro pensó que sería una buena idea pero ahora se arrepentía; había agua, espuma y pelos negros por todos lados. Decidió no hacerse mala sangre y comenzó a limpiar todo con magia para acabar más rápido. Una vez que término fue hacia el living en donde se encontraba su hija peinando al chucho. Este no se quedaba quieto y ladrada cada vez que Effy se deshacía de una de sus rastas, parecía dolerle que le tiraran del pelo, casi como si fuera un humano quejándose por lo mismo.

Haré el desayuno y después iremos a comprar las cosas para el chucho.

No le digas chucho. Tiene nombre.

Rachel no pensó que su hija le elegiría un nombre tan rápido. Ella no siquiera había empezado a pensar en uno. Recordaba cuando era pequeña y su padre le regaló una lechuza tardó un mes en escoger un nombre para ella. Y al final le puse Winter porque era blanca como la nieve. Ni siquiera era un nombre original. Nunca se le dio bien elegir nombres. Si no fuera por su hermano y April, su mejor amiga desde Hogwarts, seguramente Effy hubiera terminado llamándose  Evanna  o Rachel II.

¿Cuál es?

Blacky—respondió la menor y justo en ese momento el perro pareció soltar un lamento.

Al parecer su hija era tan mala como ella con el tema de los nombres.

No lo creo que le guste—se rió y se agachó para acariciar al chucho antes de irse a la cocina.

¿Por qué no hago yo el desayuno y tu terminas de peinarlo?—ofreció Effy—. Parece que quiere pasar tiempo contigo—agregó al ver como el perro seguía a su mamá.

No puedes usar magia.

Rachel no quería que Amelia apareciera en su casa para decirle que su hija la avergüenza al no seguir la leyes mágicas.

—Iba hacer el desayuno como una persona normal.

Hiciste un desastre en el baño. No dejaré que arruines mi cocina.

Blacky no era un perro muy obediente

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Blacky no era un perro muy obediente. A pesar que lo retará el seguía durmiendo en el sillón. Y cuando lo llevaron al veterinario por poco le arrancaba la mano al pobre doctor. Casi estuvo a punto de sacar la varita y lanzarle un hechizo para que se quedará quieto.
En la comida también era un problema. El can no parecía dispuesto a comer su alimento. Sólo comía comida humana y eso terminaría haciéndole mal al estómago según el doctor. Pero prefería darle eso a que siguiera muriéndose de hambre.

A pesar del mal comportamiento del perro no se arrepentia de haberlo adoptado. Sabía que si lo hubiera dejado a su suerte no tendría la conciencia tranquila. Recordaba que le había dicho lo mismo al padre de Effy cuando acogieron a un gato de la calle. Lamentablemente Orange, así se llamaba, murió porque un muggle lo atropelló. Orange fue su principal compañía después de que el padre de Effy muriera. Dormían juntos y cuando nació Effy se quedaba en vela al igual que ella. Le hubiera gustado que la niña pudiera pasar más tiempo con el felino ya que su progenitor también había sido muy unido a él.

—Se suponía que iba a ser mi perro pero se la pasa pegado a ti—se quejó Effy.

La menor tenía razón. Aunque, a veces, jugaban juntos y se dejaba acariciar. La verdad era que Blacky seguía a Rachel. Justo ahora se encontraba sentado al lado de ella, mirándola fijamente, a pesar de que no le este dando ni un pizca de atención.

Effy no entendía por qué el perro parecía más interesado en su mamá que en ella. Se suponía que debería estar pendiente suyo ya que era quien se encargaba de darle de comer, de sacarlo a pasear y siempre lo defendía cuando Rachel lo retaba. Incluso se culpó a sí misma de romper un jarrón, que su mamá amaba, cuando en realidad fue él. Aunque después se puso solucionar gracias a un reparo. Igualmente se ganó un castigo: se perdió su salida con Eleanor al parque de diversiones muggle.

Estas exagerando—respondió la mujer sin despegar sus ojos del Profeta.

Como si el perro supiera de que hablaban, se acercó a la niña y comenzó a darle besos en la cara.

—¿Ves? Él te quiere—dijo la bruja dejando el diario en la mesa para ir en busca de algo para comer.

Y para sorpresa de Effy, Blacky no la siguió en su lugar tomó el diario para después irse corriendo a otra habitación.

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Capítulo corto. Pero hace banda que no actualizaba. Igual siempre hago capítulos cortos. Espero que igual les haya gustado ❤

DOG ✧ SIRIUS BLACKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora