Capitulo 2

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Me levanté de mi mesa y tome mi plato intacto, deje los restos en el frigorífico y lave el plato. Debía de crear una canción para la banda, la teníamos que tocar para la compañía “Hunger’s Rock” Hunger era nuestro representante, la verdad era que estábamos entre los 10 mejores del ranking del año pero aún así no se conformaba, él quería el primer puesto para fin de año y ¿Adivinen quien debe hacer todas las canciones de TODOS los CD’s? Exacto, yo. No es que me moleste hacer las canciones ya que soy una compositora de alma, pero exactamente ese es el problema, a Bella y Max no les gusta que las canciones tengan tantas palabras bonitas, que solo con la música debe de sentirse lo que intentamos expresar, que la canción debe de apoyar las notas musicales pero...yo “apago” la música con mis letras, dicen que son demasiado pesadas para acompañar “SU” música. Así que, aquí estoy, en dos días debemos mostrar 12 canciones para un nuevo cadis  y no he podido componer ni una sola canción a su gusto. No me di cuenta que alguien me estaba observando, así que cuando carraspeó se me cayó el plato y se partió en mil pedazos. Inmediatamente me arrodille para tomar las piezas, mi acompañante también lo hizo y lo pude ver mejor. Era un chico, tal vez de mi misma edad. Tenía el pelo negro y desordenado, sus ojos eran de color pardo: marrones con manchas verdes. Su piel era bronceada lo que me llamó la atención ya que vivíamos en Manhattan y en esta época hacia cómo máximo 2°. El chico no tenía el uniforme lo que me preguntaba porque estaba aquí y cómo es que lo habían mandado a un orfanato a esta edad. Me distraje tanto observándolo que sujete mal un pedazo de plato cortándome el dedo, el observó mi sangrante mano y tomo un trapo blanco, me lo envolvió  cuidadosamente y me miró a los ojos con una media sonrisa.

_ Deberías tener más cuidado -Dijo parándose, hice lo mismo-

_ Y tú no deberías de asustar a la gente de esa manera -Dije cruzándome de brazos, en ese momento entró la profesora Holch-

_ ¡Oh Matt querido, pensé que llegabas mañana! -Exclamó al verlo- Estábamos armándote una sorpresa de bienvenida, bueno, ahora que llegas podemos festejar...¿Cierto Hazel? -Preguntó ella percatándose de mi presencia,  volví a endurecer mi rostro y deje caer mis brazos, me encogí de hombros y volví a mi típica expresión: fría, calculadora y distante-

_ Soy Matt Curren -Dijo el chico estrechándome la mano, yo suspiré pesadamente ya que había dado la bienvenida a demasiados niños y siempre era igual, se portaba bien al principio y luego se olvidaban de mi-

_ Hazel Stevenson -Dije yo aceptando su mano con un leve apretón, mire a Holch suplicante pero ella me ignoró-

_ Hazel será la que te presente a los demás niños -Dijo ella con una cálida sonrisa- Espero que sean buenos amigos, la mayoría de los niños son menores de 14 años aquí así que no te sientas incomodo -Dijo ella tomándolo del brazo para guiarlo hacia el comedor-

_ Entonces...¿Eras la única de tu edad aquí? -Me preguntó Matt ya que los tuve que seguir-

_ Así es -Dije fríamente pero luego la curiosidad me consumió, lo cual es raro en mí- ¿Tu qué edad tienes?

_  17 -Dijo él ampliando su sonrisa, tal vez porque le había dirigido la palabra sin ser obligada- ¿Y tú?

_ 16 -Dije y inconscientemente sonreí, ¿Qué diablos me sucedía? Borré la sonrisa al instante- Profesora Holch, usted sabe mi relación con los demás niños...¿Podría presentarlo alguien más?

_ ¿Cómo quién? -Dijo distraídamente la profesora mientras abría la puerta del comedor, todos los niños se callaron y nos miraron- Atención niños, el joven integrante se nos unió antes de lo esperado, ¡Pero aún así debemos seguir con nuestros festejos de bienvenida! -Todos los niños sonrieron y se pararon a saludar y presentarse con Matt, a mí me empujaron y termine yendo a mi mesa, incluso Tom y Magui se habían ido pero era obvio ya que habían pasado un tiempo record conmigo. Me aburrí de fingir estar feliz o atenta al recién llegado y me fui a mi habitación. Soy la única que no comparte cuarto, mi cama es de dos plazas, tiene un cobertor de lana gris , las paredes son negras, hay un ropero de gris metálico igual que mi cama y un gran ventanal que cubre toda mi pared con un pequeño balcón. Me quite el vestido junto al chaleco y me coloqué mi piyama de seda blanca. Era aún temprano, cómo las 11:30, o al menos para mí ya que siempre soy la última en dormir. Pero yo soy la única que puede salir a esta hora de la noche, claro, sin que me vean. Abrí el ventanal y salí al pequeño balcón, subí a la enredadera que tenía algunas maderas y trepé hasta el techo congelado. Había un poco de escarcha en el techo y hacía un frio desgarrador, pero aún así el cielo era hermoso. Inhale profundamente y mantuve la respiración un rato, deje que mis pies caigan en la punta del techo y me recline hacia atrás cerrando los ojos, la fría escarcha mojaba la suave tela del piyama, inconscientemente estornudé y me senté refregándome las manos para entrar en calor.

_ No deberías salir tan desabrigada -Escuché una voz familiar atrás mío-

Me sorprendí tanto que alguien esté aquí que di un respingo, casi me caigo a las solitarias calles si una mano no me hubiera tomado del hombro y sujetarme firmemente, mire quien había sido mi salvador y me sorprendió encontrarme con Matt. ¿No debería estar en el comedor, presentándose? Fruncí el ceño al entender que había encontrado el único lugar donde podía estar en paz. Me levante sacudiéndome la escarcha y le di la espalda, preparada para bajar, el rió y me tomo nuevamente del brazo.

 _ Que descortés, no dijiste gracias al que te salvo la vida -Me dijo mostrándome una dulce sonrisa, lo mire sin expresión y luego aparte la mirada frunciendo el ceño-

_ No estoy obligada a hacerlo y en primer lugar, si no me hubieses asustado no tendrías que hacer nada por mí -Le dije tajante y tratando de deshacerme de su agarre, fue inútil y empezaba a dolerme- ¿Podrías soltarme? Me haces daño

_ Lo siento -Murmuro y al instante me soltó, suspiré y me volví a sentar en la cornisa, sentía su mirada penetrante- Supongo que estas acostumbrada a treparte todas las noches ¿a qué no?

_ Si -Dije y me deleite mirando el oscuro cielo, las nubes se habían despejado por primera vez en la semana, dejaba ver millares de estrellas que yo podía armar y transformar en rostros- ¿Qué haces aquí?

_ ¿No te gusta mi compañía? -Dijo coqueto pero yo no respondí, se sentó a mi lado- Antes de venir a este lugar vivía con una familia adoptiva en California -“De ahí su piel bronceada” pensé- Pero...me escapé y llegué aquí.

_ Ajá, te escapaste -Dije yo con una ceja levantada, el bajo la mirada y estaba por hablar cuando lo interrumpí- La cosa es...¿Por qué  viajaste desde tan lejos?

_ Bueno...-Se rascó la nuca vacilante- Hace unos días averigüé que tengo una hermanastra por esta zona, no estaba seguro pero igual vine aquí -Dijo y se escuchó cómo alguien abrí la puerta de mi balcón, me pare rápidamente- Espero que no pierdas la costumbre de venir aquí

_ Lo veremos -Dije y di un saltito hacia el balcón, me encontré con la profesora Holch en bata y mirándome con el ceño fruncido-

_ Señorita Stevenson -Genial me llama por el apellido, esto es malo- ¿Qué hace despierta a esta hora y en el balcón?

_ Lo de la hora a usted nunca le molesto -Dije con mi expresión fría que tanto incomoda a la gente, en este momento lo hacía a propósito- Y estaba tomando aire

_ Se puede respirar muy bien desde su cama -Dijo cruzándose de brazos y se dio la vuelta para marcharse- ¡A dormir!

Bufé molesta y me dirigí a mi cama. Intenté concentrarme en una canción, empecé a tatarear una melodía y cuando se me ocurrió algo bonito se me empezaron a cerrar los párpados. No me pude contener más y me deje caer en los brazos de Morfeo.

Me quede profundamente dormida

ShinigamisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora