"El baile de la luna"

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El chico corría por el bosque y los ojos fijos al frente. Sus pasos eran ágiles y sus movimientos se mimetizaban a la perfección con el viento, pues un simple gesto ya creaba una brisa que removía las hojas de los árboles del lugar. Dejó el suelo para saltar de rama en rama por el bosque, sin miedo a caerse al saber que, si eso sucedería, la naturaleza lo ayudaría a incorporarse o, si llegaba a abandonar su cuerpo, regresaría junto a la Gran Madre que cuidaba de todos los seres naturales.

Siguió saltando y avanzando sin pausa hasta tener que bajar al suelo, pues donde terminaban los árboles se extendía la cristalina agua que daba paso a un gran lago. Sus ojos verdes como esmeraldas buscaban aquella silueta que siempre había observado en silencio desde que era realmente pequeño, apenas una cría. La encontró.

Estaba caminando sobre el agua, rumbo al reflejo de la luna llena que iluminaba el lugar. En cuanto llegó, empezó a moverse al ritmo de las gotas de agua, iniciando una bella y grácil danza. El agua se ondeaba sus pies, sus movimientos fluían bellos y elegantes, su cabello... De su cabello blanco emanaban pequeñas gotas de agua que se juntaban de nuevo con el lago.

Él estaba hipnotizado. Siete lunas llevaba observando esa danza y nunca se lograba saciarse con aquellas vistas... El vestido de la muchacha se alzaba por la pequeña brisa que pasaba por el lugar, mostrando así sus delgadas y frágiles piernas, pero ella seguía moviéndose sin importarle aquel detalle al crear la ilusión de que el vestido era de agua pura y se ondeaba junto al lago de sus pies.

No podía apartar la kirada del lugar, de la silueta, del agua, de sus brazos ni de sus piernas. Definitivamente, dudaba de que pudera vivir sin observar aquel espectáculo durante mucho tiempo...

La luna empezaba a irse junto al baile que cesó, dejando a la chica quieta en el sitio con un suave parpadeo. El chico, al ver que todo había acabado, volteó el cuerpo para volver a su pueblo. Pero un ligero soplo de viento rozó su oreja, pudiendo oír así un susurro que decía "Vuelve pronto..."

Su piel se congeló por ello, pero un cálido sentimiento se apoderó de su corazón antes de ladear la cabeza para ver aquella dulce sonrisa que, por primera vez en todo ese tiempo, le dedicó junto a un suave movimiento de mano antes de desvanecerse con el último rayo de luna.

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