Capítulo 6

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Taeyong estaba destrozado, preocupado, triste, había perdido la cordura y razón. Se metió de nuevo a la pintura y al ser transportado de vuelta a la galería corrió con todas sus fuerzas al campo. Las lágrimas fluian mientras trataba de calmar su respiración. Se quedó unos momentos viendo el horizonte, tratando de aclarar sus ideas, pero el río desvió su atención. La manera en la que el agua fluia siguiendo su camino estrecho hasta perderse en un punto lejano tenía pensando a Taeyong si al final del río habría una cascada. Se impulsó a seguir, a ir con el río y aventarse de donde terminara. Sus pies caminaron unos cuantos pasos, pero volvió en si en cuanto sintió que caminaba, aún no estaba listo, no podía desaferrarse aún; tenía un plan en mente: y es no dejar que nunca se olviden  de él por sus seres queridos, este vivo o no.

Primero comenzó con su padre. Taeyong regresó a las pinturas y vió en cada una los momentos de las vidas de las personas a quien ama. Y decidió adentrarse en sus vidas, haciéndoles saber que seguía ahí, por cualquier medio posible. Atravesó esa pintura y siguió con su plan.

 —¿Cómo estas papá?—mi padre no contestó, ni siquiera voltió, y la verdad no esperaba más—Miré alrededor y vi que estabamos en nuestra casa. Mi padre estaba acomodando cajas que traía de arriba, les ponía etiquetas y las llevaba hasta un hombre con una camioneta gigante en el patio. Camine un rato por la casa, caminé y respire ese aire hogareño que nunca tendré otra vez, fui hacia mi cuarto y estaba medio vacio...mis cosas no estaban, mire las cajas que traía mi padre y las etiquetas traían mi nombre. ¡Se estaba deshaciendo de mis cosas! ¿¡Por cuánto tiempo no entre que ahora ya se está deshaciendo de mis pertenencias?!

Lo vi desperdirse del conductor y poner la última caja con mis cosas adentro. Se quedó parado pensativo y una lágrima corrió por su mejilla, pero eso no significaba nada para mi. El estaba olvidando...olvidando. Cuando mi padre entró de nuevo a la casa esperaba que por fin se diera cuenta, de alguna manera u otra tenía que demostrarle mi presencia; me paré en frente de la ventana y deje que la cortina se moviera. El no me veía, pero se quedó viendo ese punto durante mucho tiempo, cuando al fin decidió moverse, cerró la ventana y envolvió la cortina; como estaba justo enfrente de mi decidí abrazarlo, pero si lo sentió, porque en cuanto mis brazos tocaron su espalda, saltó hacia atrás, me quedó viendolo sorprendido y confunso, puso sus manos enfrente de mi, para él, solo movía las manos en el aire sin tocar nada, pero para mi, me tocaba toda la cara. Traté de asustarlo un poco, y sople en su nariz, el solo retrocedió y se encerró en su cuarto. Estaba atemorizado y lo sabia. Ese era el plan después de todo.

Todo lo que restó de la vida de mi padre, me la pasé haciendo eso, soplaba las hojas de su escritorio cuando trabajaba, acomodaba los imánes del refrigerador para que dijera mi nombre, movía la bicicleta todas las noches para que despertara y fuera a ver, me juntaba lo sufiecientemente pegado a él en los metros cuando iba a trabajar para que sintiera mi presencia y estuviera incómodo, derramaba las lacenas, tiraba su comida en los restaurantes, perdía sus llaves, tiraba cuadros de las casa e inclusive molestaba a las personas alrededor de él para que pensaran que el lo hizo. Mi comportamiento empeoró cuando el decidió por fin ir en citas, pero era el colmo conmigo, ¿¡Cómo podía hacer eso?! ¿¡Acaso no me esforcé lo suficiente para saber que estoy aquí?! al parecer esas bromas de fantasmas no soy suficientes para él. Traté de atropellar a las chicas con las que tenía una cita, distraía a los conductores y los guiaba hasta donde esperaban el taxi. Solo las mandé al hospital pero nada serio, pero él por fin colapsó. Llamó espiritistas y muchos tontos que ni me interesaban, incluso se atrevió a llamar a Johnny, cuando pasaba esto solo me transportaba de nuevo a la galería y volvía días después a otra  pintura para estar en otro momento de sus vidas, creo que eran los únicos días que les ofrecia tranquilidad. 

Mi papá me lloraba y suplicara que parara, que tenía que seguir adelante y dejar este plano, él nunca atinaba a quien se las decía, mayormente a la pared por que nuca pudo verme, ¿Pero cómo yo podía irme? el no entendia que hacia todo esto para que estuvieramos juntos, para que no olvidara que tiene un hijo, y si tenía que obligarlo a entender, lo haría. Lo hice, tuve éxito un día, el ya era viejo, cuando entré de nuevo el estaba buscando en un cajón fotos viejas, papeles y demás. Cuando me acerqué a él, vi que tenía en sus manos una foto de nosotros cuando eramos más jóvenes. El estaba recargado en la bici cargándome con ambas mano  y sonriendo ampliamente (algo que jamás ví desde que me convertí en esto) a la cámara; me vi a mi de cinco años y por fin sentí algo diferente después de tanto tiempo de sufrimiento. Empezé a llorar, cuando en eso mi padre me vió, me vió a través de la foto, estaba atrás de el cuando nuestros ojos se cruzaron, tanto él como yo nos sorprendimos pero fue más la sopresa de él que la mía. Tuvo un ataque al corazón y murió en la camilla de la ambulancia. Debí de suponerlo, en las pinturas de la galería, después de este retrato ya no había más pinturas de mi padre. Solo ví que sin ningún sentido se llevaban el cuerpo sin vida directo al hospital.

AthazagoraphobiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora