A mitad de la noche, Dante comienza a cuestionar a Virgilio sobre el porqué alguien como Dante iba a ser digno de visitar el infierno como lo hicieron mejores hombres que él, entre ellos Eneas y San Pablo. De modo que el poeta intenta renunciar del mismo modo en que la loba lo hizo olvidarse de subir el monte y retroceder a la oscura selva.
Virgilio entiende que la cobardía se ha apoderado de Dante y le revela cómo es que fue enviado en su auxilio desde el más allá. El alma de Beatriz, que yacía en el paraíso, fue motivada por Santa Lucia para que le brindara ayuda a Dante, ya que éste se hallaba perdido y temeroso, merodeando por la selva entre lamentos. Beatriz de inmediato quiso ayudar al hombre que tanto la había amado sin haberla tenido si quiera y que le había dedicado tantos poemas amorosos.
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La mujer viajó hasta donde se encontraba Virgilio y le solicitó encarecidamente que le brindara ayuda y consuelo al mortal. Virgilio obedeció de inmediato y con prontitud fue al encuentro del hombre para protegerlo de la loba.
Cuando Dante se hubo enterado de esta noticia, su cuerpo se llenó de entusiasmo y valentía y lleno de coraje y emoción, le solicitó al poeta que fuese su guía y que lo guiara a través del camino arduo y silvestre, de modo que partieron los dos.
Ilustración de la portada, de William-Adolphe Bouguerau.
