Dante y Virgilio bajan al segundo círculo del infierno y se encuentran con quien solía ser el Rey Minos y que ahora es el monstruoso juez del infierno que enroscando su cola sobre su cuerpo decide a qué círculo debe ir cada alma. Minos se dirige con palabras nobles pero con cierta hostilidad hacia la presencia de Dante, pero Virgilio le recrimina que juzgue el camino que había tomado el mortal, puesto que es la voluntad del Dios de los cielos.
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Al continuar en su travesía encuentran a los condenados de este círculo, los cuales son arrastrados por una violenta tempestad que los lleva de un lado a otro sin darles descanso ni tregua alguna. A Dante le llaman la atención un grupo de condenados y Virgilio comienza a explicarles quienes son esas almas que murieron todas a causa del amor.
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La primera es Semiramis, fundadora de Babilonia. Reconocida por su vida de lujuria y libertinaje, representando el amor vicioso.
La segunda es Dido, personaje de la Eneida. Que se quitó la vida por amor a Eneas traicionando así el juramento de amor a su difunto esposo Siqueo, representando en la comedia el amor apasionado.
La tercera es Cleopatra, lujuriosa. Representando el amor interesado dadas sus relaciones con Marco Antonio y César.
La cuarta es Helena de Troya, por la cual se desató la guerra narrada en la Iliada. Representa el amor ambicioso.
La quinta alma es Aquiles, guerrero quien peleaba por amor y por este amor fue engañado y asesinado.
La sexta alma es Paris, príncipe de Troya y raptor de Helena.
Y finalmente la séptima alma es la de Tristán, quien fue amante de Isolda, la esposa de su tío Marke.
Después Dante solicita conversar con dos almas que venían juntas y éstas se presentaron como Francesca y Paolo, los cuales le contaron a Dante como fueron sorprendidos y asesinados por Gianciotto Malatesta, marido y hermano respectivamente. Al conocer esa trágica historia, Dante desfallece como si muriera y cae al suelo.
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