Estaba como todas la tardes, sentada en la misma mesa de siempre en la cafetería de mi tío "Cinnamon hearts", atrapada en mi nueva lectura y escuchando la música tranquilizadora que sonaba de fondo.
Mi tío soñó toda su vida con esto, se mudó de nuestro país cuando era adolescente y cumplió su meta. Hoy en día, vivo aquí igual que él, mientras asisto a la universidad. En mi residencia siempre hay ruido y gente molesta, Cinnamon hearts quedaba cerca del Campus por lo que eran frecuentes mis visitas, estaba allí todos los días, sin excepción.
Amo el café y el ambiente, me hace sentir cómoda, tranquila. Aunque, eran varios los factores por los que todo el tiempo estaba tomándome mi amado expresso, un regalo de los dioses en mi opinión. No era sólo el amor por esa espumosa bebida caliente lo que me hacía querer estar allí, sino también... el barista.
No sé absolutamente nada sobre él, ni cómo se llama, que edad tiene, si tiene pareja o si se come los moscos, pero se me hacía completamente hermoso.
Tenía una estatura promedio, era más alto que yo (todo el mundo lo es), sus ojos rasgados eran de un color marrón hipnotizante, muy apuesto, de cabello oscuro; todo esto era acompañado de unos provocativos labios y una preciosa sonrisa, la más alegre y contagiosa que he visto jamás. El me hacía sentir algo diferente, algo extraño y eso me gustaba, me gustaba él y me gustaba sentirme así.
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