Capuccino

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Como de costumbre entro a la cafetería, abro la puerta y me recibe un olor a café espectacular acompañado del típico sonido de la campanita que anuncia la llegada de un cliente. Me dirigí a mi mesa de siempre, ubicada junto a la ventana; es un sitio donde puedo espiar un poco al chico que está detrás del mostrador sin que lo note, me siento un poco acosadora a veces (casi siempre).

Abrí mi mochila y saqué mi libro, lo empecé hace unos días  y ya casi termino, creo que paso demasiado tiempo aquí leyendo.

— Buenas tardes señorita, ¿en qué puedo servirle? — Dijo una profunda voz masculina.

— Lo de siempre: un expresso y un muffin de arándano — Le respondo.

— Bien, estaré de vuelta en un momento — Dijo mientras sonreía, este chico me va a matar algún día.

Fue a preparar mi pedido mientras yo lo observaba, la fluidez con la que se desplazaba era increíble, no podía evitar llevar mi vista a sus brazos y ver como se marcaban las venas en ellos, era algo que me hacía estremecer. Se veía muy lindo, ahí parado con su delantal negro.

Al cabo de unos minutos se acercó a la mesa con una bandeja, apoyo delicadamente la taza de café en la mesa y luego a un costado el pequeño plato donde se encontraba el muffin.

— Muchas gracias — Dije, a lo que él sólo sonrió y se fue.

Abrí mi libro y empecé a leer mientras jugaba con el borde de una de las páginas.

Una vez terminados los últimos capítulos que me faltaban, guardé mis cosas y me acerqué hacía la caja donde el chico se encontraba atendiendo a un señor que se encontraba delante de mí; al llegar mi turno, doy unos pasos hasta quedar justo frente a él, lo único que nos separaba era ese estúpido mostrador de mármol.

— ¿Ya lo terminaste? — Preguntó él.

— ¿Perdón? — Contesté algo perdida.

— El libro, pregunto que si ya lo terminaste — Río ante mi previo desconcierto haciéndome sonrojar.

— ¡Oh! Si, acabo de terminarlo — Sonreí.

— Eres bastante rápida, ¿te gustó?.

— Si, me gust... — Fui interrumpida por un grito que provenía de la molesta gerente del local.

— ¡Jackson deja de hablar tanto y ponte a trabajar! — Dijo con su chillona voz.

Él sólo me hizo un gesto de despedida con su mano mientras sonreía algo apenado. Pero yo sólo podía pensar en cómo ella lo había llamado; "Jackson", así que ese era el nombre del chico que consumía mis pensamientos y me hacía sentir un zoológico interno.

Jackson, Jackson, Jackson.

Jackson, Jackson, Jackson

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𝗮𝗳𝘁𝗲𝗿𝗻𝗼𝗼𝗻 𝗰𝗼𝗳𝗳𝗲𝗲 ; jackson wangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora