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—Kallian, hagamos algo.
Una mano sacudió su hombro con suavidad y el fascinante sueño que había estado experimentado se diluyó con una pregunta balbuceada por sus labios, al tiempo que intentaba orientarse en la realidad lo más pronto posible. Supuso un enorme esfuerzo separar los párpados luego de un par de malogradas tentativas en las que el mundo onírico continuó reclamándola. Adormilada como estaba, no logró suprimir un tenue gimoteó, en definitiva indigno de ella, pero adorable a ojos de su madre. Parpadeó con rapidez, las formas en la oscura habitación no fueron mas que manchas grises durante unos momentos y las siluetas frente a su rostro estuvieron desenfocadas hasta que se talló los ojos con el dorso de la mano. Intuyó el ambiente frío fuera de la frazada, pero no rechistó otra vez. Asintió y salió de la cama para alistarse en silencio.
El alba aún no se anunciaba. No se observaba la luna desde allí, pero las estrellas, claras e incontables, parecían estar al alcance de la mano en el azul profundo y limpio del firmamento. A esa hora el viento de la fría estación picaba sobre la piel como un millón de pequeñas agujas. Kallian se arrebujó en su ropa lo mejor que pudo, avanzando detrás de su madre.
—En un momento no tendrán frío —les consoló Adaia, sonriente.
Ellos lo sabían, pero de igual manera anhelaron la tibieza de las sábanas y un desayuno mejor que la insípida infusión ingerida antes de salir. No obstante, se dejaron guiar sin oposición hasta la callejuela, tan a salvo como se podía estar de las miradas recelosas.
Ninguno previó el entrenamiento matutino. La ausencia de Adaia se había extendido más de lo usual y de todos modos su regreso nunca tenía una fecha precisa. El sueño interrumpido y el duro tiempo no impidieron, sin embargo, que el alivio y la alegría de verla de nuevo los embargara e impulsara a seguirla.
—Habrán practicado como les pedí. —Adaia dejó caer su fardo sobre el suelo, ganándose la atención de los tres y un respingo por parte de Kallian.
Parpadeó varias veces antes de que se le ocurriera algo qué responder, pero para entonces era tarde. Soris se adelantó, titubeante y con el rostro enrojecido gracias al viento frío y la vergüenza. Aguardó, con la esperanza de que a Soris no se le ocurriera ser el niño imposiblemente honesto, dejándolos como un trío de elfillos perezosos.
—Hemos estado escalando árboles y casas—informó su primo. No era la peor respuesta, admitió Kallian para sí—. Hasta una muralla.
Pero los tres sabían que eso no era practicar tal como mamá podía entender la palabra. Por supuesto, lo habían intentado, pero no era sencillo encontrar un espacio durante el día, entre las labores y las expediciones hasta los límites de la elfería; luego llegaba la noche y el cansancio los vencía nada más rozar las desgastadas pieles de la cama. Recordó con una expresión pesarosa que Shianni había insistido en no perder tiempo subiendo a los árboles y a los tejados para hacer como tía Adaia había pedido.
«Llegué tarde a la repartición de la prudencia y la obediencia, pregúntale al hahren», fue lo que Kallian, muy tranquilamente, replicó al tiempo que frotaba las manos sobre el polvo del suelo e iba a sostenerse del primer listón de madera en su camino al tejado del orfanato. Porque no conforme con ser un mal ejemplo para sus primos, iba a dar espectáculos a los niños sin familia para el indiscutible horror de la hermana de la Capilla.
Se mordió el labio, nerviosa. No debió comportarse como una chiquilla caprichosa.
—¿Murallas, eh?
—Solo ha sido una —Kallian intervino, seria.
Los ojos de su madre se posaron sobre ella, pero no pudo rehuirlos de inmediato. En su bello rostro no hubo ni la sombra de una reacción de enfado, mucho menos decepción, y se obligó a recordar que mamá no era Valendrian. Su madre nunca le había dedicado más que gestos de amor y paciencia, aun si no los merecía en absoluto. Un chispazo de culpa en su interior la llevó a agachar el rostro por fin, mientras se prometía no volver a comportarse como una cría, ya tenía edad suficiente para entender y cumplir sus deberes.
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El reino desvanecido [Dragon Age]
Fanfiction«Aquel era todo su reino, luces brillantes en la noche, y estaba bien, a fin de cuentas, fue todo lo que alguna vez conoció. Sin embargo, el mundo estaba detrás de aquellos límites. Su dominio construido en un solo rincón fue insuficiente cuando el...