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Brilla con la luna
un reflejo claro como el sol
Todo lo que quise.
-Todo lo que quise, BSO de El príncipe de Egipto.
. . .
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Su ropa estaba llena de barro y caminaba descalza. El agua apenas le cubría los tobillos mientras chapoteaba a la orilla del río. Durante la primavera, cuando las lluvias eran menos regulares, podían bajar y caminar al margen durante las tardes en una hondonada al oeste, donde algunos árboles todavía resguardaban las orillas y el sol brillaba intensamente entre las hojas verdes. Al pasar los años, el interés por los insectos y todo tipo de criaturas acuáticas había ido disminuyendo hasta ser totalmente remplazado por las competencias de agilidad y velocidad entre las rocas. La superficie de las piedras en la ladera, pulida por la corriente y cubierta de musgo, no ofrecía un terreno seguro para sus actividades. Ni siquiera mamá alentaba aquel juego, pero en vista de su temporal ausencia, Kallian se convenció de que podía comportarse un poco tontamente de nuevo. Solo un poco.
—¡Las tengo! —Oyó la voz de Soris.
Kallian giró la cabeza y sonrió ante el logro de su primo. De un salto esquivó una roca y se apresuró para contemplar de cerca las flores de un brillante color que Soris sostenía. Eran muy amarillas.
—Son para tu madre —anunció él con orgullo. Ella no tuvo corazón para decirle que era probable que estuvieran marchitas para cuando Adaia regresara.
Le extendió el ramo y volvió a trepar para alcanzar el resto. Kallian siguió el aroma dulce de las flores, sosteniéndolas contra su rostro. Los pétalos eran suaves contra su mejilla.
—¡Prima, no! —La exclamación de Shianni vino de la nada, acompañada de un manotazo que tiró las flores al agua.
Kallian se quedó boquiabierta, alternando su vista entre el ramo que se alejaba con la débil corriente y el rostro preocupado de Shianni.
—¿Por qué lo hiciste? —preguntó, desconcertada.
—¡Las flores, Kallie! —Alarmado, Soris se impulsó hacia adelante con la intención de dar un salto. A nada estuvo de ganarse un fuerte golpe en la cabeza, aunque solo terminó salpicándolas a ambas y arrancándoles un susto de muerte.
—No las toques, tonto —protestó su prima—. Son venenosas.
Soris se detuvo y viró de golpe, frunciendo el ceño. Uno de sus pies resbaló un poco de nuevo sobre la roca que sobresalía. Evitó caer de sentón en el engañoso lecho del río. Cuando recuperó el equilibrio, apartó de su frente un mechón de ese largo cabello rojo.
—¿Venenosas? —Preguntó incrédulo.
Alzó ambas manos y las extendió frente a su cara, inspeccionándolas con sumo interés. Acto seguido, buscó los ojos de Kallian para notar que ella ya le miraba a medio camino entre el horror y la hilaridad. Shianni arregló un gesto cansino al sacudir la cabeza y alejarse en busca de su tío. Ellos se quedaron atrás, esperando aplazar el interrogatorio de Cyrion.
Kallian se mordió los labios y miró el sendero por el cual había desaparecido Shianni. Una especie de pesadumbre la abordó. Del mismo modo que ella se preocupaba por Soris, Shianni cuidaba de ellos dos. Su prima solía tener una iniciativa para la imprudencia que rivalizaba con la de Soris y ella juntos, pero en vista de que no había más candidatos para el puesto de cautela en ese trío, su prima se había dado a la tarea de ocuparlo y hacerlo valer.
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El reino desvanecido [Dragon Age]
Fanfic«Aquel era todo su reino, luces brillantes en la noche, y estaba bien, a fin de cuentas, fue todo lo que alguna vez conoció. Sin embargo, el mundo estaba detrás de aquellos límites. Su dominio construido en un solo rincón fue insuficiente cuando el...