I. Secreto amor

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Cada momento que ella pensaba si en realidad estaba enamorada o simplemente confundida, era él quien estaba en su mente.

Aquel chico alto de lindos ojos, ese que todo el tiempo la hace reír, la consuela en sus peores momentos. Simplemente el que la hacía sentir mejor. El problema es que no sabía si era así sólo con ella, o actuaba igual con todas.

Es la duda que toda mujer tiene, esa inseguridad siempre las persigue.

El punto es, que ella moría por saber lo que el sentía, si todo era una mentira o verdad.

Porque para ella cada acto, cada palabra, tenían un significado.

— ¿Te encuentras bien? —pronunciaba lentamente aquella voz que tanto le fascinaba a ella.

No lo sé en realidad —susurró ella mirando a otro lado, un día antes había reconocido estar enamorada. Enamorada de las manías de joven. De todas y cada una de las partes que lo conforman, incluyendo sus fríos demonios.

Te quiero, lo sabes ¿no? —le respondió el abrazándola. Sin poder controlarlo, a la pequeña muchacha se le formo un nudo en la garganta y de pronto quiso alejarse, pero no podía. Se sentía segura en sus brazos, entonces se atrevió y respondió:

No de la forma que yo desearía —se alejó un poco para ver el rostro de chico. El ceño fruncido de él, daba a entender que no entendía las palabras dichas por la pequeña dama frente a él, pero sonrío.

La tomó de nuevo entre sus brazos esta vez aún más cerca. El corazón de ambos se aceleró.

Es verdad, no te quiero —desilusionada la muchacha se alejó sin decir más. No podía aguantar esa humillación, había pensado que aquel repentino abrazo tenía un significado diferente.

Le dio la espalda antes de que la viera débil. Se olvidó de todo, ni siquiera podía pensar con claridad. Todo lo que hacía era repetir esas cinco dolorosas palabras.

No te quiero, porque te amo —escucho sobre todo el ruido. Se detuvo, pero no tuvo el valor de volverse a él. Tenía miedo de que todo fuera una ilusión.

Al no ver ningún tipo de reacción, el joven decidió ir por ella. Al estar cerca le tomo la muñeca, y la hizo girar. Una vez más se aceleró el pulso de ambos.

Era evidente, ambos estaban enamorados, pero cegados al mismo tiempo.

Quiero creerte, pero... —dejo las palabras en el aire cuando él la beso.

Entonces todos sus miedos desaparecieron, la chispa de magia que había entre ambos, por fin había estallado.

Él llevaba tiempo tratando de confesar su secreto amor por ella, entonces esas simples palabras lo hicieron darse cuenta de que era hora de decirlo.

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