Sumergida en un mundo donde, los Omegas, tienen que verse castigados con un celo infernal cada 3 meses. Siempre había tenido un control y precisión del mismo, digno de un Alfa, pero ese día desperté con un mal estar en mí parte baja. Abrí los ojos, me estiré y no pude evitar sentir el peso de un celo adelantado, aferrarse a mis entrañas. Maldije hacia mis adentros, ¿Hoy? ¿Justo hoy? Lamentablemente, estábamos a dos días del cumpleaños de Guillermo y como se iría a Estados Unidos a festejarlo con Cristina, habíamos acordado hacer una juntada en su casa esta noche.
Me relajé, pensando en que quizá darme una ducha ayudaría a contrarrestar el nauseabundo olor a caramelo, que estaba desprendiendo. Después de acatar mí anterior pensamiento me dirige a paso lento hacia la cocina, debía desayunar y luego ir a comprar supresores. Teniendo en cuenta la hora, supuse que ninguno de los chicos, con los que compartía piso, estaría fuera de su habitación. Para mí sorpresa y desgracia, los olores de aquellos alfas, estrellaron sobre mí nariz. Subí la cabeza y me atreví a desafiarlos con la mirada.
—No nos avisaste—gruñó por lo bajo Luis. Su evidente disgusto, ante tan repentino celo, se hizo notar cuando el olor a limón impregnó el ambiente.
—No sé que pasó, se adelantó—intenté sonar segura y amenazante, pero en estas circunstancias, mí voz debía sonar como una cualquiera con ganas de ser follada.
—¿Necesitas ayuda con eso?—cuestionó Gustavo, acercándose a mi. Intenté ignorarlo, mientras buscaba una manzana. Un gruñido por parte del líder de la manada nos frenó en seco, a los dos. El olor a café aplastó la menta y el limón, rápidamente.
—Vete a tu cuarto, yo te llevo la manzana— usando su voz de Alfa, ordenó.
Quería hacerle frente, dejarle en claro que él no era quién para decirme que hacer, pero su lobo gruñó y el mío inmediatamente jadeo con gusto. Fruncí el ceño, molesta con mí Omega y volví hacia la habitación. Pocos minutos después, unos golpecitos resonaron por mí habitación, abrí la puerta encontrándome con el dueño de las mayores fantasías de mí lobo. David me otorgó una de sus características sonrisas, extendiéndome la manzana.
—Ya estamos más tranquilos, lamento lo de antes, no lo esperabamos— su olor a café atacaba con recelo mí sistema. Sonreí de lado y le cerré la puerta en la cara.
Mí corazón se aceleraba y sus feromonas desequilibraban mí tranquilidad. Cómo si, de una adolescente se tratara, olfatee la manzana en un vago intento por percibir el aroma que caracterizaba a aquel alfa. Suspiré rendida al no encontrarlo, tampoco me preocupaba, puesto qué, muchas de mis prendas estaban marcadas por él.
Estuve un rato tranquilizandome, hasta que finalmente me encaminé hacia la salida. Parecía no ser mí día de suerte. Tres pares de ojos curiosos, se posaron en mí, no quería ni tenía que darles explicaciones de nada, pero mí Omega insistía en no desafiar a un Alfa estando en celo.—¿Saldrás?— el cuestionamiento del menor hizo que me acobardara un poco. Inflé mí pecho y mis bellos corporales se erizaron, no estaba dispuesta a lucir como una delicada Omega. Asentí, orgullosa.
—No seas ridícula, hueles a miedo ¿Crees que estarás bien allá afuera? Te comerán viva—David parecía molesto, aunque aquell lo había comentado con gracia. Bufé y sus ojos ,de un fuerte color rojizo, me hicieron saber que era él quien mandaba ahí.
—David, ella sabe lo que hace— el castaño gruñó y el nombrado se relajó un poco.
—Te acompaño— sonreí de lado intentando acallar los desesperados gritos de mí lobo, ante su declaración. Caminamos hacia la puerta, sin decir nada. Antes de salir él me abrazó y yo me restregué, sin pudor, contra su pecho. Sabía que estaba asegurándose de dejarme impregnada con su olor y no me molestaba. Un aroma a café con caramelo se desprendió por todo el portal, mordí mí labio inferior cuando mí Omega comenzó a llamar a "su alfa".
Con evidente prisa, nos dirigimos hacia la farmacia más cercana. Su brazo izquierdo estaba rodeando mí cintura y por la cercanía, podía escuchar los pequeños gruñidos que emitía su alfa. Lo entiendía perfectamente, estaba fuera de su casa, abrazado a una Omega en celo y al final de cuentas yo ni siquiera estaba marcada. Pagué los supresores bajó la atenta mirada del joven que atendía la caja, me ponía nerviosa y estaba segura de que eso se notaba. Escuché un fuerte gruñido por parte de mí acompañante y el chico desvío la mirada. Sonreí complacida, una vez estuvimos fuera. Tomé la pequeña pastilla, acariciando el caballo del alfa, quien se notaba mucho más relajado, ahora que estábamos en el coche.
—¿Irás a la reunión?— su pregunta me pareció un poco tonta, por lo que reí.
—Tu sabes que si, ahí no hay nada que temer— hablé tranquila y él asintió suspirando.
Volvimos a la casa y ahora si estábamos solos, los chicos tenían cosas que hacer. Me acosté en el sofá y él me siguió, su mano acarició mí cintura y su nariz recorrió mí cuello.
—Alfa—gemí por lo bajo y él sonrío complacido.
Ambos éramos concientes de lo que provocabamos en el otro y era algo que, cada 3 meses, se desataba. Me alejé un poco, no quería caer en sus encantos, el de coleta me conocía perfectamente, yo no era una débil Omega, desesperada por la atención de un irresistible alfa como él. Jamás me doblegaría tan fácilmente.
Tomé el control y encendí la televisión, sabía que por fuera me veía relajada, pero por dentro era un manojo de nervios que, intentaba convencerse de que, pasar el celo sola era lo mejor. Puse una película y él volvió con palomitas. A medida que el filme avanzaba, mis ojos se cerraban más y aunque una voz gritó en mí cabeza que dormir junto a un Alfa, estando en celo, no era una buena idea.
Abrí los ojos con pesadez al escuchar mí nombre salir de los labios del mayor. El de ojos rojizos me observaba risueño y yo no pude evitar sentirme bien por ello. Mí Omega movía la cola emocionado al tenerle tan cerca y sonriente. Odiaba admitirlo pero, él hacía que mí lobo y yo estuviésemos de acuerdo en algo. La respuesta a aquello era sencilla, a ambas nos volvía locas el de coleta. Lamentablemente, en un mundo como el de hoy, deseaba estar soltera, puesto qué, los alfas ya no estaban tan interesados en marcarte y pasar contigo el resto de sus días. Ahora ser marcada por alguien que en verdad te ama, era toda una odisea y muchos Omegas ya no estábamos abiertos a encontrar el amor de esa manera.
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Debilidad Por El Alfa [xFaRgAnx]
FanfictionDónde una Omega lleva mucho tiempo negándose a su mate, hasta qué, un celo adelantado cambia su forma de ver las cosas. Sin importar el miedo que le tiene al nuevo mundo, no puede evitar tener debilidad por el alfa. ...