Seis.

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—Belleza, despierta. Ya he preparado el desayuno— escuché la voz de David y mis ojos se abrieron lentamente, debido a la luz.
Observé la habitación encontrándome con las pruebas de lo que habíamos hecho la noche anterior, toqué mí cuello encontrando una nueva cicatriz en el. Subí la mirada y el chico me miraba divertido. Después de darnos los buenos días caminamos hacia la cocina, más rastros de la noche apareciendo por todo el lugar. No podía dejar de sonreír y no era la única. Cuando me senté, una evidente mueca de dolor se formó en mí rostro, mí cuerpo entero parecía haber estado en una lavadora. No es que doliese como mil infiernos, pero por la falta de costumbre, algo se sentía.
Ambos teníamos que trabajar, así que hasta la tarde no pudimos vernos.

Caminé escaleras abajo con el molesto dolor en mis piernas, persiguiendome. Saludé a los chicos que hablaban animadamente.

—Mis 5€—extendió la mano el menor y yo estuve a punto de escupirsela.
—¿Qué apostaron?—cuestionó curioso mí alfa mientras yo me sentaba lentamente.
—Que la reventarías si tenían sexo— chillé un "no apostamos" y los tres rieron.
—Pues, fue delicado— alzó los hombros David y yo giré el rostro mordiendo mí labio inferior. Si eso era delicado, me moría por descubrir que no lo era.
—Ole, menuda marca le has dejado— soltó el castaño sorprendido y yo subí la mano para taparla pero el de coleta me detuvo.
—Es porque es reciente, después se atenúa.—contestó relajado. Quería que la tierra me tragara.

El día pasó rápidamente y cuando la hora de dormir llegó, David vino a buscarme para que fuese con él. Nos acostamos, entre besos y caricias, él se durmió. Mí cabeza no dejaba de dar vueltas, pensando en lo bonito que era, por fin, tener a alguien cómo él en mí vida. Ahora que nuestro lazo estaba unido, aquel flechazo que tuve al conocerle, tenía sentido.
Observé su rostro relajado al dormir, su pecho subía y bajaba lentamente, y sus labios se veían demasiado apetecibles. Deposité un delicado beso en estos y decidí dormir.

°°°

Daba golpecitos con el pie, sobre el suelo. Estaba esperando las maletas con una evidente ansiedad, las personas en el aeropuerto me observaban y podía asegurar que, más de un Alfa se había volteado hacia mi, debido a mi olor. Una vez tuve mis pertenencias comencé a caminar hacia donde, se suponía, estaban mis amigos. Las piernas me temblaban un poco y las jodidas maletas pesaban un huevo, por mi cabeza solo pasaba la idea de huir y no sabía el porque.
Me estaba mudando oficialmente a Andorra. Tras meses de planearlo, por fin el día había llegado y a pesar de que ya era algo realizado, me seguía cuestionando ¿Que hacía una Omega mudandose al otro lado del mundo, con tres alfas que solo ha visto por internet? Pues, la verdad, ni idea.
Al terminar de cruzar el largo pasillo, respiré profundo y me dispuse al encuentro con mis amigos. Para mí mala suerte, parecía haber bastante gente en el lugar y mi altura solo me dificultaba la vista. A lo lejos pude ver cómo una mano se alzaba haciendo el reconocido gesto de Star Trek, sonreí y caminé hacia aquella antena. Solo unos pasos me bastaron para frenar sin poder evitarlo. Un fuerte olor a café invadió mi nariz, haciendo que me olvidé hasta mi jodido nombre, mis sentidos se alteraron, mi piel se erizó y un sentimiento de abundancia me llenó el pecho. Parecía imposible, pero decidí ignorarlo. Al estar a solo unos metros de los chicos, corrieron hacia mi y me abrazaron, fue entonces cuando noté que, el dueño de mis anteriores sensaciones, era David.

A medida que los meses, en aquel lugar, pasaban, esa sensación que el mayor provocaba en mi, era irresistible. No fue hasta que mi primer celo llegó, que me negué a creer lo evidente. Mi Omega lo buscaba y yo lo amaba con locura. Tenía debilidad por el alfa.

Debilidad Por El Alfa [xFaRgAnx]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora