Cinco.

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Llegué canturreando a la cocina, dónde los chicos se encontraban desayunando. Sus ojos se pasearon sobre mí y a decir verdad, no me molestaba. Tenía un camisón transparente con lencería negra debajo.

—Buenos días— solté sonriendo.
—Bonito outfit mañanero—bromeo Luis y yo di un pequeña vuelta, juguetona. Hoy me sentía alegre, como si nada pudiese salir mal.
Comimos y ellos aprovecharon la ocasión para inventar una excusa por esta noche.
El día pareció volar, así que mientras David trabajaba, me puse a cocinar. Cuando todo estuvo preparado, los nervios se apoderaron de mi. Iba a declararme a un alfa, uno con el que tengo una amistad hace mucho tiempo, uno que ha estado a mí lado en muchos momentos importantes de mí vida. Retrocedí unos pasos cuando la puerta de su habitación se abrió, justo antes de que la tocara. Nuestras miradas chocaron y una vez más, me perdí en sus ojos.
—Puedes venir a cenar cuando estés listo— hablé, claramente nerviosa. Me recorrió curioso.
—¿Debo ponerme tan hermoso como tu?—comentó sonriendo y yo me sonrojé. Asentí recobrando la confianza y él me pidió que le dé unos minutos.
Caminaba hacia todos lados mientras la comida se calentaba, escuché sus pasos acompañados de aquel olor que me volvía loca. Mí Omega jadeo emocionado al verle cruzar la puerta de la cocina. Quería saltar sobre él y decirle que la amaba, pero debía ser paciente. Le pedí que se siente y serví la comida.

—¿Estamos celebrando algo?—habló con su típico tono divertido.
—Puede que si— me observó curioso.

Después de halagar mí comida, una y otra vez mientras deboraba, comenzamos a hablar más íntimamente. Cada tanto se nos escapaba un piropo.

—¿Me dirás el motivo de la cena?— tocó, con la poca sutileza que le caracterizaba, el tema al que estaba intentando llegar. Solté un suspiro y él me miró preocupado.
—Tu sabes que aprecio muchísimo nuestra amistad—él asintió mientras respondía un "yo también"— pero a veces las amistades se ven interferidas por cosas que uno no puede controlar. Creo que en nuestro caso, eso es el amor—hice una pausa y lo observé sonreír, por un segundo, el mundo desapareció entre sus labios— sé que esto, es algo a lo que ambos le temíamos hace poco tiempo, pero en estos meses, he terminado aceptando que, sin tenerte como más que mí amigo, no puedo seguir. — miré hacia las velas, que seguían encendidas— Realmente me gustas, David. No solo me gustas, te amo y tú sabes que me encantaría ser tu omega. —finalicé con los ojos cerrados. Escuché como se paraba y en cuestión de un segundo, estaba frente a mí.
—También te amo y estaría encantado de ser tu alfa, hoy y siempre—sus manos tomaron mis mejillas y sus labios se posaron en los míos.
El beso era suave y delicado, justo como lo había imaginado cientos de veces. Me paré junto a él y rodeé su cuello con mis brazos, queriendo más de aquel roce. Su lengua acarició mí labio inferior y en mí boca se desató una batalla, que por obvias razones, él ganó. Sus manos ahora recorrían mí cuerpo, mientras que una de las mías se colaba por debajo de su camisa. Mí espalda chocó con la pared y me pregunté ¿En qué momento nos movimos? Tomó mis piernas y me alzó, por inercia las enredé en su cadera, ante el movimiento pude notar que ya tenía una erección y no lo culpaba, yo no estaba seca, precisamente. Mientras yo desprendía los botones de su camiseta, él bajaba el cierre de mí vestido. Me solté de su agarre, apoyando mis pies en el suelo y el vestido se deslizó por mis piernas. Subí la mirada y lo observé morderse el labio inferior. Ante mis ojos, el alfa del que me había enamorado, tenía la camisa abierta y el pantalón desprendido, dejando ver sus boxers. Su cabello estaba suelto y despeinado, su boca hinchada y en sus ojos destellaba la lujuria. Comenzó a acariciarme una vez más, mientras soltaba halagos sobre mí cuerpo en mí oído. Me volvió a alzar y se encaminó hacia su habitación. Una vez en la cama, me subí sobre él, quien ahora solo llevaba sus boxers. Nos besábamos desesperadamente. Movía mis caderas en círculos, sobre su erección mientras él tocaba mis pezones.
Finalmente las últimas prendas desaparecieron. Se colocó un preservativo y me acomodó a su gusto en la cama, debía admitir que me encantaba su lado dominante. Trás una larga seción del mejor sexo de mí vida, cuando se acercaba el final susurró en mí oído "¿Para siempre?" Y yo me entregué oficialmente a él. Sus colmillos desgarraron la piel de mí cuello y trás un par de estocadas más, acabamos.
Me tumbé en la cama mientras él iba a deshacerse del preservativo. Rocé la marca que presidía mí cuello y sonreí, completamente enamorada. Se había comprometido a pasar conmigo el resto de sus días, porque tealmente me amaba. Regresó con una amplia sonrisa y me besó inesperadamente.

—Gracias por confiar en mí. Jamás sentí lo que llevo años sintiendo por ti— el rojo de sus ojos y él café que emanaba eran más fuertes que nunca.    

Sin saber en qué momento, me quedé dormida. Y en mis sueños, los últimos instantes se repitieron una y otra vez, dejándome en claro que jamás me olvidaría de ello.

Debilidad Por El Alfa [xFaRgAnx]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora