La necesidad de dinero para comprar comida y pagar su universidad empujó al pequeño e inocente vampirito Baekhyun a solicitar trabajo en un burdel. Ser bailarín allí le gustaba y más le gustaba bailar para su jefe.
Chanyeol, el serio y ardiente jefe...
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- ¿No te gustaría usar uno de tus trajes para mi?
Kibum se dio vuelta al oír semejante "piropo" por parte del perro licorero, como solía llamar el diseñador al bartender del burdel. Los comentarios de Jonghyun no eran novedad para Kibum, pero eso no quitaba el hecho de que siempre que algo salía de boca del bartender provocaba un gran sonrojo en el muchacho. Si bien se conocían, quizás más íntimamente de lo que pudiesen admitir, aún Kibum era demasiado arisco, muy altanero con el otro vampiro. Y no debería ser así.
- Nunca en la vida –le respondió con ese tono altanero que poseía naturalmente.
- ¿Estás seguro? –preguntó pícaro tironeándolo hasta el despacho de Chanyeol, que era la habitación que más cerca quedaba, y ahí los encerró.
- ¡¿Qué crees que haces, perro loco?!
- Divertirme –le contestó simple acercándose peligrosamente al rubio.
Jonghyun lo tomó de la cintura, lo levantó sin hacer mucho esfuerzo para llevarlo sobre el escritorio sin considerar los papeles o la portátil de Chanyeol. Kibum estaba entre furioso y avergonzado, no sabía si era correcto sentirse excitado por la repentina agresividad del otro, una agresividad que era sinónimo de pasión, una pasión que en otros tiempos hubo probado en gran cantidad.
- Quítame las manos de encima –ordenó con un tono de voz que sólo logró excitar al otro vampiro.
- Vamos, pequeño vampiro –le susurró al oído mientras sus manos recorrían la estrecha cintura ajena-, juguemos un momento y te dejo ir.
- No.
- Entonces tampoco te soltaré. ¿Y sabes algo? Según yo recuerdo, te mereces un castigo.
- ¿C-castigo? –inquirió casi sin poder creérselo.
- ¿No te dije que me llamaras papi? –preguntó con sensualidad antes de morderle el cuello con fuerza.
- ¡Ah! Mmgh... lo... lo siento, p-papi.
Jonghyun se lamió los labios cuando sus colmillos fueron retraídos del cuello de su amante y mientras saboreaba el dulce sabor de la hemoglobina soltó una suave carcajada.
- Eres, a veces, demasiado rebelde y eso me vuelve loco.
- Me gusta... volverte loco –le dijo con picardía enseñando los colmillos.
- Me sorprende que siempre seas tan atrevido conmigo pero que cuando me acerco a tu cuerpo demasiado seas un manso gatito.
- Sabes que en la cama es el único lugar donde me puedes tener sumiso.
Y Jonghyun apostaba a que esa noche probaría de nuevo esa teoría.
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