♥ Noveno acto: Helado. ♥

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Naoko analizaba meticulosamente la situación, ¿Cómo llevar el jodido helado y evitar que se derritiera? Recordó el pequeño cooler que tenía guardado para situaciones especiales

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Naoko analizaba meticulosamente la situación, ¿Cómo llevar el jodido helado y evitar que se derritiera? Recordó el pequeño cooler que tenía guardado para situaciones especiales. Como sus salidas con Yuudai, su amado hermano, el mellizo menor.

Dejó una pequeña flor delante de las fotografías familiares. Yuudai abrazó a Naoko mientras veían las de sus padres. Realmente, pese a lo que fueron, los extrañaban. Era demasiado difícil para ambos. Mantener los estudios, el trabajo y los constantes resfríos de Yuudai.

Pero ambos tiraban para arriba, en compañía del otro, nada malo podía pasar.

La joven guardó los helados, envueltos en hielo y emprendió camino hasta la academia. Entró con una amplia sonrisa, Yuu había amanecido en mejor estado y, como era costumbre, estaba feliz por ello.

Saludó a Monoma con cariño, guardó sus pertenencias bajo su asiento y esperó hasta la hora de almuerzo. Los helados estaban maravillosos, le regaló uno de los cinco a Monoma y caminó al salón 1-A con los restantes.

Nada podría salir mal. ¿Verdad?

—Todoroki —llamó. Aparentemente no estaba, solo estaban algunos. Como Jirō, Uraraka, Yaoyorozu, Mineta, Kaminari, Mina, Agatha y Kirishima.

—Nao-chan. Todoroki-san no está —dijo Yaomomo, seguido de ello, la confirmación de los demás, exceptuando a Ágatha.

—No entiendo cómo no te aburres de estar arrastrandote —atacó la morena. Naoko no dijo nada, estaba contando cerezas mientras miraba a la muchacha parlotear—. Pobre Todoroki-kun. No merece un problema como tú en su vida, ¿No te aburres? Siempre la misma rutina, ¿Vienes por él solo por dinero acaso? Siendo la hija de unos repugnantes villanos, ¿Y tu hermano? Ambos son un as---

No terminó de hablar, estaba con medio cuerpo en la pared. Naoko brillaba en color rojo gracias a su particularidad.

—Tú no tienes derecho a decir algo, perra —habló con molestia—. No deberías... Tú no tienes idea de lo que estas hablando, y no metas a mi hermano en esto, maldita hija de perra —gruño, acercándose para golpearla. Estuvo a nada de hacerlo pero unos cálidos brazos la rodearon.

Le entregó los helados a Momo, pidiendo que cumpliera con su misión de conquista por ella. Monoma llevó a la Nakamura al salón, abrazándola con cariño. Acariciándole el cabello mientras Naoko devoraba unas gomitas de dulces sabor cereza para calmar la ira acurrucada en el pecho de su amigo.

—Nakamura-san —escucharon. Oh, esos ojos heterocromaticos que tanto le gustaban estaban sobre ella. Le dió una mirada complice a Neito, quien hizo un gesto de desprecio contra el muchacho y se marchó dejándola con él.

—Gracias por los helados, eres muy amable.

—Cállate, puto.

—Pero demasiado grosera.

—¿Vienes a joder?

—No. —Naoko se levantó afirmó el cuello de la camisa del bicolor y le robó un beso.

Él se quedó quieto. Dios santo, su primer beso se lo robó su amor platónico.

¿Amor platónico?

¿Desde cuándo conoce esa palabra?

El bicolor suspiró tapando su rostro con una mano, avergonzado.

—Demasiado dramática —murmuró viendo a Naoko marcharse.

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Cerezas para Shōto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora