Cerezas para Shōto.

♥ Trigésimo acto ♥

Naoko era orgullosa por lo que no admitiría su derrota hasta el día siguiente o tal vez diría que fue ella quien decidió no seguir con su plan, sin embargo, Yuudai podía ver como se deprimía cada vez más por no lograr entender a Todoroki.

Los hermanos caminaron en sincronía, llegaron al salón de Shouto para dejar su última nota y una bolsa llena de dulces. Estaba tocando la mesa con sus dedos de forma repetida y movía la pierna, estaba ansioso. 

Yuu esperó a su hermana en la puerta, la vio lanzar los dulces en la cara del joven para marcharse sin ver su reacción. En cambio, él se quedó junto a Katsuki.

—Oye, hetero —llamó a su amigo.

—¿Qué mierda quieres, gay? —respondió de la misma forma, llamarse de esa manera era una costumbre, después de todo eran bastante cercanos.

—¿Alguna idea para ayudar a mi hermana?

Vieron a Todoroki tomar la nota entre sus manos. Sacó unos dulces para comerlos mientras leía rápidamente lo que Naoko había escrito.

Quiero saber lo que piensas, pero al mismo tiempo prefiero evitarlo.

Creo que entiendes a lo que me refiero, pero este es el último día y espero que vengas a darme una respuesta clara, no quiero tener dudas.

Bakugou y Yuudai arrastraron a Shouto por la academia para llevarlo a la parte trasera. Era completamente extraño ver a esos dos conspirar y se sentía perturbado.

Por su lado, Naoko estaba recostada entre Monoma y Kendo. Los dos jóvenes le brindaban el cariño que necesitaba en ese momento y mucho nanai. Vio a su hermano y frunció el ceño, lo conocía tan bien que sabía que algo estaba planeando.

—¿Qué quieres, enano? —preguntó.

—Dos centímetros, hermana, dos —recalcó defendiéndose—, eso no es nada, no te creas tanto. ¿Puedes seguirme? —pidió abrazándola.

—Jamás.

Yuudai no le dio tiempo de reaccionar cuando activó su particularidad para envolver a su hermana con el látigo que reemplazaba su brazo en ese momento. 

—¡Monoma! —gritó pidiendo ayuda. Él corrió para ayudar a su amiga y fue capturado en su intento de rescate.

—Nos va a matar después —escuchó a lo lejos la voz de los compañeros de Todoroki, aunque era difícil escucharlos por la risa de Yuu.

Naoko estaba echando humos, estaba a nada de matar a su hermano y al resto de hijos de puta que lo ayudaron a hacer la mierda que estaba haciendo. La hicieron caminar recto y no tenía puta idea de lo que estaba pasando. Monoma se retorcía como gusano entre el brazo de Yuudai.

Naoko pudo ver por fin y vio una escena tan cliché que le dio asco.

—Hoy es el día 30 y yo quería darte una sorpresa —dijo Shouto. Naoko miró todo sin entender por completo, estaba procesando la información.

—MENTIROSO DE MIERDA A MÍ SE ME OCURRIÓ ESTO, PORQUE ES MI PERRA AMIGA Y SÉ MÁS DE ELLA QUE TÚ. —Bakugou se fue echando humos luego de darse el crédito que se merecía,

Habían un par de globos de cereza y muchas mierdas de color rosa que asumió salieron del estomago de Yaoyorozu literalmente. No sabía qué decir y recordó a su hermano.

—Antes que nada, Yuu debe calmarse ¡y soltar a mi bebé! —exclamó viendo que aún tenían a Monoma prácticamente momificado por su hermano. Finalmente los dejaron solos y pudieron relajarse para hablar.

—No soy bueno en estas cosas... ya deberías saberlo —dijo rascando su nuca—. ¿Te gustó?

—No, pero lo importante es el detalle. Odio las cursilerías, con un beso estaba feliz —dijo ruborizada. Él pensó que tenía razón, la verdad es que ni a él le había gustado pero fue la idea de Bakugou y Yuudai, nada que hacerle.

Todoroki se acercó a ella y le robó un beso, esperando que Nao pudiera entender que el sentimiento era mutuo y efectivamente, así fue.