|Epílogo|

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Hola Miguel.

No sé muy bien cómo comenzar. Tampoco tengo mucha experiencia en todo esto.

Pero como tú escribiste. Siempre hay una primera vez.

Empezaré por decirte lo mucho que te quise y lo mucho que aún te quiero.

En serio Miguel, te amé demasiado.

Aún te sigo amando. Y siento que serás la única persona la cual me llene este vacío en mi pecho.

Aunque tú ya no estés aquí.

Y en serio lo lamento. No sabes cuánto. Supongo que me lo merezco, merezco que la haya pasado mal, merezco todo lo malo, merezco tu rechazo.

¿Pero acaso merezco tu partida?

No soy el único que a llorado hasta el cansancio, yo no soy el único que te extraña.

Quisiera retroceder el tiempo, decirte lo mucho que te amaba y que me dejara de importar el resto.

Que solo tú me harías feliz.

¿Sabes? Cuando estaba con Irina, me divertía, me gustaba, me sentía bien.

Pero cuando estaba contigo. Simplemente no puedo describirlo. Eras tú el alma que me acompañaría.

No eres tonto, ni idiota, ni patético. No eres nada de lo que escribiste en esas cartas.

Eres la persona más pura y hermosa que  conocí y no voy a conocer nunca. Eras solo tú.

El amor es bello y contigo lo aprendí. Y rechace la mitad de tu corazón que me regalaste.

En cuanto me enteré que habías muerto, lloré como nunca. Y hasta ahora lo sigo haciendo. Tres meses habían pasado para que me entere.

Ojalá nunca te hubieras ido, ojalá nunca te hubiese dicho que te vayas.

Aquí el tonto y patético soy yo.

No sé dónde estarás ahora. No se en que mundo de todos los que me han dicho que existen estás. Pero estoy seguro que me escuchas.

Estoy seguro que me escuchas y que sé que me esperaras. Y si no lo haces. Pues bien, tengo mucho más tiempo para conquistarte de nuevo.

Descansa en paz Mangel Rogel. Y recuerda que tú también fuiste lo que más he amado.

Espero vernos pronto.

Atte: El chico que sí se enamoró de ti."

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Dejó la carta sobre la lápida y lágrimas cayeron sin advertencia bajo su rostro. Miró al cielo, sonriendo con melancolía probando el aroma del viento y respirando con fuerza.

—Gracias por amarme tanto.

Cerró sus ojos, sintiéndose derrotado, sin fuerza. Y con una mínima gota de esperanza que gritaba a los cielos y a voces gigantes.

"Espérame"

Y así fue.













Cartas para Rubén [Rubelangel]®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora