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Poco a poco, comenzaste a superarla, o por lo menos eso parecía.

Habían días que casi ya no llorabas, solo mantenías cierto semblante triste.

Yo iba a visitarte diario a tu departamento. Siempre trataba de traerte algo nuevo para sonreír. Supongo que lo recuerdas.

Un día dijiste que querías un pastel de Sandía. Que se te había antojado. Y no sabías de dónde lo encontrarías.

Ese día, me pasé buscando en todas las panaderías posibles. En todas las pastelerías, hasta incluso busqué una receta en internet.

Parecía fácil, así que lo hice.

Todo por complacerte.

Lo terminé, pensando que había tenido éxito y te lo di.

Me diste de esas tantas sonrisas y comenzaste a partirlo, bajo mi mirada penosa.

Estaba crudo del centro y quemado por fuera.

Reiste. Reiste demasiado. Y simplemente no podía dejar de sonrojarme.

Comenzaste a comerlo, sin previo aviso, dijiste que aunque estuviera quemado sabia delicioso.

Yo comencé a comer también, pero la parte central. Te pregunté "¿Porque te gusta tanto?".

Me dijiste: "Porque lo hizo mi mejor amigo".

Dejé de reír.

Debí haberme quedado callado.









Always in my heart.

Cartas para Rubén [Rubelangel]®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora