El derecho de amar - 1° Parte

250 20 27
                                    

Ingolstadt, Alemania, 1920

Aprovechando que sus padres habían salido temprano esa tarde a un evento de negocios, Petra Ral salió con cuidado y sin ser vista de la hacienda que su familia poseía en la región de Baviera para ir trotando campo traviesa hacia su destino.

Al llegar al punto de encuentro, vio que allí la esperaba un joven alto, de ojos verdes y piel bronceada. Era Eren Jäger, el amor de su vida. Pero mortalmente vetado para ella debido a las reservas de su padre por no ser de familia acaudalada. La joven, sonriendo, llegó sigilosamente detrás de él y le tapó los ojos con las manos. - ¿Quién soy? – preguntó con voz dulce.

-Seguramente es mi adorada pelirroja, aquella que me mira con sus ojos que parecen dos soles y me hace sentir el hombre más feliz del mundo. – contestó el chico riendo y dándose la vuelta para abrazar a su amada. Después de un rato de arrumacos y palabras de amor eterno, ambos dieron un paseo por las colinas mientras se disponían a hablar.

-Eren, ¿qué haremos? – se preocupaba Petra – Ya no me gusta que nos veamos a escondidas, pero me da miedo que mis padres te rechacen. ¡No quiero separarme de ti! – exclamó abrazándolo.

-Yo tampoco, Petra. – respondió él aferrándose a la pelirroja – Pero tampoco puedes culparlos por ello. Soy pobre y no tengo nada que ofrecerte.

-¡No me importa! – sollozó Petra - ¡Yo te amo!

-¡Y yo a ti! ¿Sabes? Me han contado que en unas semanas saldrá un barco de Génova hacia Nueva York. – su rostro se deformó de entusiasmo - ¡Podríamos huir a América y comenzar una nueva vida allá!

Petra se quedó pensativa, sopesando esa opción que podría ser la única que le quedara para poder estar con Eren y ser felices, porque si dependiera de su familia, ella estaría casada con algún heredero rico de la región. Algo que ella no quería de ninguna manera.

-Me iré contigo, Eren. – decidió – Si es contigo soy capaz de atravesar toda Europa para poder ir a América y hacer una vida contigo. – Eren, feliz, la abrazó y besó, pero...

-¡PETRA! ¡¿Qué haces con ese desgraciado?!

Era su padre. Sin duda alguien la siguió y le informó de su encuentro secreto.

Aterrados, los amantes vieron que no tenían de otra que enfrentar al Sr. Ral, por su amor y su futuro juntos. Era hora de dejar de ocultarse y jugarse por su amor.

-¡Señor Ral, yo amo a su hija! – exclamó apresuradamente el castaño - ¡Trabajaré duro para que no le falte nada! ¡No nos separe!

-¡Yo lo amo, papá! – clamó una angustiada Petra - ¡Si no es con él, no será con nadie!

-¡Cállate! – le espetó el Señor Ral - ¡Qué manera de deshonrar a tu familia! ¡Viéndote con un don nadie! ¡Quién sabe qué andaban haciendo!

-¡Jamás irrespetaría a su hija! – juró Eren.

-¡Cierra la boca! ¡Vete de este pueblo antes de que acabe contigo! – lo apuntó con una escopeta que traía - ¡Y nunca más te atrevas a acercarte a mi hija!

En un acceso de valentía, Petra se colocó delante de Eren, entre su amor y el arma.

-¡Pues me vas a tener que matar a mí también!

-¡Apártate, Petra!

-Petra, ve con tu padre. – le susurró Eren – Volveré por ti y juro que nos iremos a Italia juntos. – dicho esto, desapareció velozmente en la oscuridad.

El Señor Ral bajó su arma y se acercó a Petra, propinándole una cachetada. Ella, a pesar del dolor, no se inmutó.

-Golpéame todo lo que quieras. – lo desafió – Si no estoy con él, moriré o iré a un convento.

Amor en cuatro actosWhere stories live. Discover now