El derecho de amar - 2° Parte

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Habían pasado varios días desde la llegada de Eren Jäger, la cual provocó un temblor en los cimientos de varios de los habitantes de la casa Ackerman.

Aunque pareciera increíble, el castaño y Petra no tuvieron oportunidad de reunirse a solas luego del reencuentro, los Ackerman no sabían nada de su cercanía (salvo uno) y no querían que su relación fuera a afectar sus trabajos con esa familia.

Pero a partir de ahí, más que falta de oportunidad, Petra notaba que Eren la evitaba. Al principio lo atribuyó a lo anterior dicho, un intento de preservar las distancias discretamente en pos al respeto que sentían por sus empleadores; pero luego, la pelirroja se percató que lo hacía en todo momento, incluidas las ocasiones en las que podían departir libremente. Apenas ella intentaba acercarse, él salía despavorido hacia otro lado; cuando lograba hablarle, le respondía con monosílabos; y cuando le preguntaba qué le sucedía, solamente la miraba entre fastidiado y angustiado.

Y es que Eren, que también vivía en esa mansión contratado como asistente de Levi y guardián de su hermana, simplemente no sabía cómo encauzar su vida luego de los últimos acontecimientos.

Su confusión tenía nombre y apellido: Mikasa Ackerman.

Petra por su parte, herida y sin entender nada, lloraba durante las noches. Un insomne Levi Ackerman apretaba los puños de pura rabia cada vez que paseaba por los pasillos a altas horas de la noche y la escuchaba. Si pudiera lo mataría.

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Un día, aprovechando que estaban los dos solos en la casa, el azabache acorraló a Petra mientras ésta bordaba en el jardín.

-¿Vas a seguir sufriendo por él? – preguntó una áspera voz masculina y conocida que la estremeció.

Ella se dio vuelta para mirarlo aterrada.

-¿Cómo lo sabe...?

-Son demasiado obvios. – la cortó el joven desviando la mirada incómodo – Por lo menos para mí...

-Tengo que darle tiempo. – repuso Petra volviendo a su labor – Aunque esperable, fue muy repentino nuestro encuentro. Tal vez deberíamos esperar a que se acomoden las cosas y...

-No te vayas con él. – la interrumpió Levi sin mirarla.

-¿Qué? – La chica no entendía.

-Que no te vayas con él.

-¿Pero por qué? – quiso saber ella sorprendida.

Fue ahí que él la miró a los ojos. Una mirada suplicante y llena de amor. Y Petra entendió. No hacían falta las palabras para expresar aquello.

-No... - gimió dejando sus cosas y corriendo hacia la casa hecha un mar de lágrimas. Levi simplemente la contemplaba con ojos anhelantes y tristes.

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La pelirroja entraba en la casa como un torbellino justo cuando Isabel llegaba de hacer las compras.

-¡Qué bueno que te encuentro, Petra! – chilló en alemán con su acento de dudosa calidad. - ¡Ven! ¡Ayúdame con esto, por favor! – añadió alegremente mientras le señalaba unas cajas y bolsas que el chofer apenas podía llevar.

-¿Y la señorita Mikasa no venía con usted? – preguntó una vez que se encerraron en la habitación de la jovencita casadera para ordenar sus vestidos nuevos.

-Ella y Eren me acompañaron hasta el portón, pero decidieron que tenían algo que hacer. – respondió Isabel restándole importancia. Petra sintió que el estómago se le contraía.

Amor en cuatro actosWhere stories live. Discover now