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Las cosas volvieron a como eran antes, al día siguiente estuvieron de compras por Seúl, donde Fer adquirió ropa variada para ambos, le hizo ir a muchas tiendas para renovar vestuario, tras eso fueron al gimnasio. Al día siguiente viajaban a Japón, tendrían cuatro días libres.

-Una vez lleguemos a Tokio, tienes cuatro días de vacaciones. Puedes hospedarte donde quieras e ir donde desees. Nos vemos el lunes a las ocho, en la suite que tenemos reservada. -Fer habla con tranquilidad mientras hace sus maletas. -Empezamos a trabajar en la reunión que tendremos con los posibles clientes.

-De acuerdo, iré a guardar mis cosas.

-Tengo planes, así que no cenaremos juntos. Hasta mañana.

Había cortado del todo la relación anterior, pero no solo la sexual. Ya no le imponía sus estrictas restricciones, apenas hablaban y sólo habían pasado 35 horas y las cosas estaban muy extrañas. El viaje a Japón fue bien, los cuatro días se le fueron muy rápido, hizo mucho turismo y compró muchas cosas a su sobrino que le mandó en dos cajas enormes.

-Mamá, por favor, hazle un vídeo y me lo mandas cuando abra las cajas.

-Sí, no te preocupes. Cariño ¿te pasa algo? estas como triste, antes estabas cansado, pero ahora estas sombrío.

-No te preocupes, estoy bien, solo les echo de menos.

-Nosotros a ti también.

-Tengo que dejarte, te llamo en unos días. Te quiero.

-También nosotros.



Las siguientes semanas fueron horribles, Unai era muy consciente de Fer, sus ojos se perdían en su boca, sus manos, su hermoso y elegante cuerpo, su olor lo enloquecía. Su mente no dejaba pasar ni un momento sin recordar el placer que sentía con las cosas que le hacía ese hombre. Sufría estando cerca de él, pero cuando estaban alejados era peor.

Aun cuando seguía siendo controlador, decidía sus dietas, las horas de gimnasio y la ropa que usaba, pareciera como si ya no se preocupara por él. Para los ratos libres no preparaba nada para los dos, se iba por su cuenta y no hacía ninguna de las comidas con él. Otra cosa que llamó su atención es que ya no encontraba caramelos con la ropa que le dictaba usar, lo buscó desesperado, pero pasaron varios días hasta darse cuenta de que ya no le estaba dando ninguno.



Por fin finalizaron el larguísimo viaje que les llevó nueve meses concluir. Regresaban a casa, con tiempo de sobra para adaptarse y pasar las Navidades, para el siguiente año no esperaban hacer viajes tan largos.

Unai feliz de regresar a casa, sus padres y su sobrino felices de su regreso, ahora podría disponer de tiempo para hacer cosas con el pequeño. Aunque gracias a los padres de sus amigos, no ha estado encerrado en la casa, Unai es feliz sabiendo que podrán hacer planes para los fines de semana.

La primera semana de regresar a las oficinas y al despacho, estuvo muy ocupado organizando y ordenando todos los documentos que trajo del largo viaje. Estuvieron muy ocupados en reuniones con otros departamentos. Explicando que obtenían de los nuevos proveedores y que precisaban los nuevos clientes.

Con los que tuvieron que reunirse más veces fue con la jefa de ventas y su secretario. Este se llamaba Rubén, tenía veintinueve años, más bajo que Unai y una gran sonrisa siempre en sus labios, educado, cordial, pero se le veía algo de picardía.

-Debe ser increíble viajar a tantos países, te envidio.

-Sabes que como son viajes de negocio, trabajas todo el día, todos los días. No es como aquí que a las seis te vas a casa y sábados, domingos y festivos no apareces. -No sabe por qué, pero le cae mal Rubén. -No es como si hubiera tenido tiempo de hacer turismo.

El jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora