•Álamos•

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-Eres un poquito obstinada-Le decía el chico a la chica al salir del local. Caminaban despacio, casi por el medio de la vía, despreocupados. Un auto sonó su claxon, avisados tuvieron que orillarse hasta la acera, se reían. El reloj marcaba las 9:10 PM.

-Creo que en eso salí a mi madre, ella es la persona más terca que conozco. Recuerdo que una vez, cuando tenía 6 años, en la escuela nos dijeron que la próxima semana habría una fiesta de disfraces. Yo estaba muy entusiasmada porque nunca había estado en una. Pero mi disfraz de princesa se arruinó el día antes, se manchó cuando lo sacó para probármelo, no me acuerdo con qué. El caso es que me entristecí mucho. Esa noche mi mamá no durmió, se la pasó haciéndome un nuevo disfraz, esta vez de gitana. Ahora que lo pienso, el nuevo disfraz no era tan bonito como el otro.-Miguel la interrumpió:

-Pero para ti sí lo era ¿verdad?

-Sí. Para mí era el mejor disfraz del mundo. Me acuerdo que ella dijo: ´´No importa si no duermo, mi niña irá hermosa a esa fiesta´´-Citó esa frase riéndose con dulzura.

Sin darse cuenta, llegaron a un paseo. Al comienzo había una especie de monumento que decía ´´Avenida de los álamos´´. Cada 15 metros, a cada lado del paseo, había sembrado uno de estos árboles.

-Pues yo hace cuatro años que no veo a mi madre. Bueno, más bien hace cuatro años que no nos hablamos.

-Ay, ¿Y por qué?

-Es que ella y yo nunca hemos ligado, somos opuestos hasta en gustos, eso por supuesto siempre generó conflictos entre nosotros.

-¿Y ni siquiera hablan por teléfono?

-La llamo en su cumpleaños, año nuevo y el día de las madres-La joven miró su cara, no estaba muy feliz. En un instante, vio una lágrima que quería caer. Fue detenida por su mano, Miguel se cubrió la cara, sentía vergüenza y tristeza juntas.

-¿La extrañas?-Dijo ella poniéndole la mano en el hombro, y con gran ternura en su voz, el muchacho dijo entre sollozos:

-Mucho, hace mucho que quiero abrazarla, decirle que la quiero. Es cierto que no tengo recuerdos tan lindos de ella como tú, pero es Mi Madre y la quiero, no importa que tenga defectos. Todos los tenemos.

-Bueno, quizás no sea lo mismo, pero abrázame a mí.-Estaban muy cerca. Lorena estaba muy conmovida, ese chico fue capaz de mostrar sus sentimientos más puros delante de ella el día que se conocieron. ´´Las lágrimas son las palabras del corazón´´, la chica recordó esa frase que le había enseñado su padre hacía unos años. Ese chico le estaba hablando con el corazón, comenzó a pensar que el destino la había puesto en ese parque para conocerlo. Ella también se emocionó, era de las que lloraba solo cuando algo realmente le llegaba. Creyó haber sentido ese abrazo antes, en el pasado.

-Disculpa, es que cuando hablaste de tu mamá añoré a la mía, y soy muy sensible con ese tema.

-Descuida Miguel, todos en algún momento extrañamos a la mujer que nos dio la vida.

Continuaron caminando cuando Miguel se hubo recuperado. Andaban en silencio, Lorena observaba atentamente los árboles. De vez en cuando ella se volvía hacia él y lo atrapaba mirándola, no le quitaba los ojos de encima, ambos sonreían.

-Creo que nunca había visto un álamo.-Dijo ella.

-Lo que ves es un híbrido, los álamos reales habitan en zonas más templadas. Estos son los llamados álamos blancos comunes, es uno de los más hermosos del mundo.

-¿Hermosos? Pero si sus hojas son casi blancas por abajo y su tronco es grisáceo, no tiene un color llamativo como otros árboles.

-Sí, pero hace algo que otros árboles no: Es capaz de cambiar de apariencia en cada estación. En primavera: sus flores te hacen sentir como en un jardín, la vida emana de él. En verano, como ahora, su sombra es muy codiciada, el color de sus hojas movidas por el viento de esta estación es el verde más hermoso que he visto. En otoño: es su época de gala, los tonos rojizos colman su follaje convirtiéndolo en un verdadero espectáculo. Y el invierno: donde parece seco y falto de vida, solo se está preparando para recomenzar el ciclo. Ojalá las personas fuéramos capaces de cambiar solo por fuera y mantener nuestra esencia intacta, como estos álamos.

La fuente del parqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora