Prólogo

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Una ancianita, pálida, viejita y arrugada camina renqueante por el polvoriento desván de su casa. Seguida de sus nietos. Toma con cuidado un cuaderno de hojas rígidas y amarillentas. Baja las escaleras hasta el salón, se sienta en su sillón favorito. Los jóvenes nietos se sientan en cojines a su alrededor. Ella abre el cuaderno de tapas de tela y lee una de las páginas en completo silencio. Es un diario. 

De pequeña cantaba a los transeúntes junto al joven que creía mi hermano mayor. Recuerdo cuando jugaba despreocupada con él y con Strom.
Ahora escucho por las noches las oraciones de aquellos que piden sobrevivir, las mismas que yo entonaba para que mi amigo no fuera asesinado por gente como mi padre.
Escucho los ecos de las balas que uno de mis hermanos dispara contra los presos, que se mezclan con los llantos fingidos de mi otro hermano que se ríe internamente del pobre hombre al que ha condenado a morir porque él le ha culpado de algo que no hizo...
A veces desearía ser yo la que recibiera el tiro...

Mi cordura por tu vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora