Sr. Perfect.

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Tras el maravilloso sueño (nótese la ironía) que me ha hecho llegar tarde, deberes en toneladas, animadoras que me tiran los libros, comida que perfectamente podrían ser miembros humanos y que tengo que encontrarme con el petardo el día sólo mejora.

-¿Qué te toca? -Pregunta Tiff mirando su montón de papeles y tirándose del pelo-.

Habíamos llegado a la biblioteca los primeros para adelantar la tarea, pero en cuestión de segundos y por culpa de la lluvia, medio instituto entró junto con los jugadores de fútbol con sus balones, olor a sudor y gritos de ánimos y sí, gritaban y daban golpes en nuestra mesa para que fuésemos más rápidos.

-Español. -respondí con una sonrisa-.

-Puta suertuda de mierda.

-Lo sé. -dije dando saltitos en el sitio-.

                                   ***

-Bueno, para los nuevos, tenéis que saber que ya hacemos pequeñas cosas de sintaxis ya que es ultimo año y la opción B de español. Con usted, señorita -dijo refiendose a mí-, espero que esto esté totalmente aprendido.

Sólo asentí. Esa mujer me daba un miedo considerable.

La puerta sonó y todos miramos hacia ella.

Se abrió y entró Connor. Oh, bien. Y yo que pensaba que tenía suerte.

Después de que él entrase guiñándome un ojo, se llevase una bronca de la profesora, la cara de desprecio de unos y los suspiros de otras se sentó varios asientos a la derecha de mí.

-Os sentaré en pareja, cada pareja tendrá un nivel. A si que empecemos con Sabina. Señor Croweld -dijo dirigiéndose a Austin-, tengo entendido que con el señor Griswole sacó de media un nueve. -este asintió sin darle mucha importancia-, pues se sentará con Villegas.

Austin rápidamente abrió los ojos y sonrió en mi dirección. Se levantó, cogió sus cosas e hizo que una chica pelirroja se levantase del asiento de al lado. Pegó su mesa a la mía y me dio un rápido beso en la mejilla.

Espera. QUÉ.

Gracias a que tengo un instinto perfecto, mi respuesta fue una bofetada que retumbó por toda la clase haciendo que mirasen hacia atrás.

-Ha sido la mesa. -respondí al mismo tiempo que le pegaba golpes con la esperanza a que se pareciesen los sonidos.

Miré al Señor Perfecto que aún seguía con los ojos fuera de sus órbitas y le saqué el dedo del medio.

Me caía mal del principio, pero es que ya se ha pasado.

Miré a un lado del Señor Perfecto y encontré a un Connor con la cara tapada y aguantando la risa.

Vale, a lo mejor no ha sido tan disimulado.

Después de 45 minutos hablando de la importancia del nosequé en el nosequé sonó el timbre.

Salí disparada hacia la puerta pero algo me retuvo.

-¿Por qué hiciste eso? -preguntó Austin.

-Debería de preguntar yo, ¿no crees?

-Lo siento, ¿vale? Creo que hemos empezado con mal pie. ¿Te parece si empezamos de cero? Prometo no ser tan imbécil como para que me vuelvas a dar tu increíble derechazo.

-Es lo que tiene haber cuidado de dos niños que iban a Kárate.

Él rió y me extendió a mano a modo de saludo.

-Croweld, Austin Croweld. -dijo a lo mismísimo James Bond.

-Bueno 007. Basta de presentaciones que tengo prisa. Mañana nos vemos en... uhm... la clase que sea.

                                        ***

 

Llevaba como diez minutos esperando cuando el imbécil le dio por aparecer.

-Que considerado. Me metes prisa a mí pero tú a tu rollo, ¿no, campeón?

-¿Te puedes creer que la primera vez que te dirigiste a mí me llamaste campeón? ¿En serio se nota tanto?

-Engreído de mierda. -dije con cara de asco-. A lo que íbamos, que querías.

-¿No ha hablado contigo el señor Blyton? Serás mi tutora en matemáticas. -dijo con una sonrisa de suficiencia.

Taquilla 316.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora