Al menos estamos juntas.

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*narra Paula*

Me sentía desorientada, no me podía mover tampoco veía nada, mi respiración se aceleraba por momentos, estaba a punto de caer en un ataque de pánico, oí un ruido a mi lado al parecer estaba frustrada la persona del al lado, sus resoplidos la delataban.
- ¿Quién eres?- pregunto con la voz temblorosa
- ¿Paula eres tú? - esa voz se me hacia conocida
- ¿Sofía?
- Sí... Dios mío ¿estas bien, sabes donde estamos?
- Sí estoy bien, gracias, no, es decir no se donde estamos- le digo, mi respiración esta más relajada.
Escucho pasos acercándose a este lugar, me pongo tensa cuando oigo como abren la puerta. Noto como Sofía intenta acercarse a mí para agarrame la mano pero es inútil estamos alejadas la una de la otra. Unas manos me levantan de mi asiento no puedo evitar en ponerme muy nerviosa y empiezo a temblar.
Alguien me esta guiando yo simplemente obedezco a sus indicaciones. Me sueltan bruscamente a una habitación, al menos lo pienso, todavía no veo nada y me pregunto por Sofía.
- ¿Quienes sois? - aliviada me siento al escuchar la voz de mi amiga al lado mío, suena fría ante la pregunta
- Vuelvo a preguntar, ¿quienes sois? - Dice en un tono enfadado. Le pongo una de mis manos en su muslo para que se tranquilizara.
- Mira niña, te me callas, todavía no están todas, cuidado con lo dices. - la  advierte una voz grave masculina.
Como que no estamos todas, no se referirá a que mis otras amigas también van a estar en está situación, solo con pensarlo se me ponen los pelos de punta.

Llevamos ya 1 día y medio en esta "cárcel " . Todavía no me han quitado la venda de los ojos así que lo no puedo ver nada. Sofía se durmió yo no tenía sueño, estaba demasiado preocupada como para bajar la guarda.
Escucho unas pequeñas voces, parecen voces femeninas, intento despertar a Sofía cosa que consigo, alguien abre la puerta y noto como unos gemidos salen de la boca de las chicas nuevas. Espero a que cierren la puerta, al fin lo hacen y es cuando empiezo a hablar.
- Chicas... ¿Sois ustedes? - pregunto con la esperanza de que sí.
- Eres... Paula- Está se queda callada, se a la perfección de que se trata de María
- Paula ¿qué ha pasado? ¿dónde estamos? ¿qué nos van a hacer?- esa era Sara ya que sabía que cuando está nerviosa habla rápido.
- Chicas pensé en no volvería a ver más- noto como Sofía se me adelanta- No tengo la menor idea de donde estamos, llevamos aquí unas cuantas horas, nos han tapado lo ojos y no podemos hacer nada.
- Nosotras estamos igual- dice María con cierto temblor en la voz.
- Y ¿cómo habéis acabado aquí?- digo con curiosidad.
- Te explico...

"Flashbak de Sara"

Ni Paula ni Sofía las he visto hoy, María y yo salimos a ir a buscar a Paula a su casa a ver si estaba mala o algo parecido. Ninguna de las dos cogía mis llamadas ni contestaban a mis mensajes. Me preocupaba que les hubiera pasado algo.
- Sara, vamos - dice María haciéndome una señal con la cabeza hacía la puerta de la casa de Paula. Yo asiento, la sigo, cuando entramos decidimos separarnos, yo miraba la planta de abajo y ella la de arriba, la casa parecía vacía, todo estaba en su lugar, me dirijo a la cocina y nada ahora me planteo en ir a su mini-patio exterior. Como era de adivinar no estaba pero algo llama mi intención era un muñequito que se balanceaba al ritmo de las agujas del reloj, me acerco a este raro objeto, lo voy a coger para mirarlo con mejor perspectiva...
- ¡Sara cuidado!- dice María gritando desde la entrada del mini-patio, yo me quedo paralizada cuando veo a mi amiga con un chico detrás suyo poniendo sus manos en su boca. Sorprendida doy unos pasos atrás pero otros chicos me acorralan, no tengo escapatoria veo como uno se acerca a mi con un trapo en su mano derecha, no recuerdo nada más de lo sucedido, todo esta borroso.

"Fin del flashbak"
*narra Paula*

- y por eso estamos aquí- dice Sara con un suspiro final.
- Callensé- Dice Sofía con tono frío
Todas nos callamos ante semejante acto, la puerta se abre, unos pasos retumban en la habitación por pensamiento propio siento que todas estamos tensas, nuestras respiraciones se aceleran velozmente cuando escuchamos varias voces a nuestro alrededor. Noto como me quitan las cuerdas de la muñecas y tobillos, me siento mejor.
Estos se van rápido. Sin pensarlo dos veces me quitó la venda de los ojos, parpadeo para acostumbrarme a la claridad de la habitación. Veo como mis amigas hacen lo mismo, Sara esta con los ojos como platos, María tiene los ojos cristalizados, Sofía esta a punto de gritar, yo me acercó a ellas para abrazarlas ellas repiten mis actos y nos damos un fuerte abrazo, desgraciadamente se nos escapan las lágrimas. Nos separamos y nos miramos con brillo en los ojos no son de tristeza más bien de alegría por volver a estar juntas.
- Que coño hacemos aquí, quienes son esos tipos, son unos descerebrados - Sara empieza a decir cada vez poniéndose más roja.
- Bueno y que hacemos, no quiero morir- María dice con angustia.
- Pues no iremos de aquí- Sofía dice con expresión decidida.
- ¿Cómo? - pregunta Sara
Esta no la responde, se acerca a la puerta sigilosa, María esta detrás suya repitiendo sus pasos, ella abre la puerta con delicadeza, nosotras la seguimos. Llegamos ante una gran puerta de madera Sara es la primera en apoyar su oreja a la puerta, yo hago lo mismo, las demás vigilan por si acaso. Escuchó voces cada vez más cerca, me asustó, Sara y yo nos despegamos rápido y salimos todas corriendo por desgracia seguimos débiles ante estar sentadas por bastante tiempo, nos caemos seguidamente a los primeros pasos que damos. La puerta se abre y vemos a siete chicos cuya expresión cambio de un segundo a otro al vernos.
El chico más alto les hace una señal para que nos levanten cosa que cuatro de ellos obedecen.
- Llevarlas a la cocina de inmediato- dice este, el más alto.
Uno con unos cuantos lunares en la cara, me coge, me hace una leve sonrisa cuadrada y me encojo de hombros ante este acto.

Un dulce secuestro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora