En el pasado quedaron los días de mi amor infantil, ahora trato de entender este deseo que arde cual fuego a punto de iniciar un incendio. Quiero darle todo de mí, y aunque sea solo como un secreto, necesito escucharla susurrando en mi oído que me d...
N.A.Esto ocurre meses después del final de la historia, no es una continuación directa (creo), es un Extra escrito por el cumpleaños de Moa💖 y un regalo para las personitas que les gustó el fic😉
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Es uno de esos raros días libres que tenemos para disfrutar a solas. En la mañana salimos a desayunar a una cafetería cercana, caminamos por las avenidas principales, y tuvimos una cita cliché en un parque de diversiones.
El día fue perfecto, pero todavía no se cumplen las veinticuatro horas. La noche es joven, aún queda tiempo que debemos aprovechar antes de regresar a la rutina.
Una sonrisa traviesa aparece en mi rostro.
Suzuka presiona el botón de nuestro piso y las puertas del elevador se cierran frente a nosotras.
—Te imaginas si...
—Ni se te ocurra decirlo —me advierte—. Y no, no me gustaría quedarme encerrada en medio del piso dieciséis.
Me acerco a abrazarla y me acurruco en su pecho. El latido de su corazón es canción para mis oídos.
—¿Ni aunque estuvieras a solas conmigo? —levanto la cabeza para alcanzar su cuello y dejo cortos besos que van ascendiendo en dirección a su oreja.
—¿No puedes esperar un poco más? —me empuja con suavidad.
Sé que intenta resistirse, la delata la forma en que aprieta sus labios y como su mirada viaja por todo el elevador evitándome.
—Esto no es justo —hago un puchero—. Lo esperé todo el día.
Suzuka acaricia su mentón como si estuviese considerando mis palabras.
—¿Quieres saber lo que yo estuve esperando todo el día? —dice después de unos segundos.
—¿Qué? —pregunto embobada, dejándome cautivar por su sonrisa.
—Un baño caliente —suspira con ensoñación—. Este día ha sido agotador —ríe al ver mi expresión desilusionada.
Me muevo hasta el otro extremo del elevador y la miro con el ceño fruncido.
—Oh vamos —intenta regresar a un semblante calmado pero la risa no la deja—. Era una bro...
Las luces se apagan y ambas chillamos. Cuando se vuelven a encender, nos encontramos abrazadas en medio del ascensor.
Suzuka mira el techo preocupada, mientras continúa aferrándose a mi cintura.
—¿Por qué no se mueve? —pregunta.
Es cierto, la luz regresó pero no se escucha el sonido de los mecanismos del ascensor.
—No lo sé —trato de zafarme para llegar al botón de emergencia, pero ella me sujeta con más fuerza.
