En el pasado quedaron los días de mi amor infantil, ahora trato de entender este deseo que arde cual fuego a punto de iniciar un incendio. Quiero darle todo de mí, y aunque sea solo como un secreto, necesito escucharla susurrando en mi oído que me d...
Quiero lo mejor de ti, pero también lo peor. En realidad, lo quiero todo. Lo que te hace soñar, lo que te hace sentir, lo que te hace vibrar y hasta lo que te hace insoportablemente tú. Lo quiero todo porque vive en ti, en ese remolino de luz que alimenta tu alma.
LUCAS HUGO GUERRA Bocanadas y Besos: Mind of Brando
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El problema de probar un bocado de la manzana es intentar no hacerte con todo el árbol.
Cuando despierto, la luz mañanera apenas llega a la habitación. Lo primero que me sorprende es lo cerca que nos encontramos, su brazo rodea mis hombros y mi mano descansa sobre su cintura. En algún punto de la noche nuestros cuerpos debieron buscarse, porque así es la atracción entre nosotras, casi como una fuerza natural, aunque ella se empeñe en negarlo.
Recostada con la boca entreabierta, luce como si estuviera apunto de revelarme un secreto. Su ligera respiración causa cosquillas en la punta de mi nariz, pero evito realizar movimientos que puedan despertarla y acabar con esa imagen. Solo la observo en silencio, imaginando que mis dedos repasan sus labios como ayer.
Mis mejillas se tiñen de rojo. Es increíble, ella me besó, yo la besé ¡Nos habíamos besado anoche!
Me entretengo guardando cada una de sus facciones en mi memoria. Por la forma en que sus párpados se mueven, debe estar soñando. Deseo de todo corazón que sea conmigo, de la misma forma en que sueño con ella.
Mis párpados comienzan a sentirse exhaustos, levantar las pestañas se vuelve pesado, obtengo una última mirada de sus labios soltando un suspiro, y sin querer, vuelvo a caer dormida.
Cuando abro los ojos por segunda vez, encuentro un espacio vacío en donde debería estar la dueña de mis suspiros, incluso su calor ya abandonó las sábanas, estas se sienten frías al tacto. Me incorporo medio aturdida, medio despierta, y la busco con la mirada.
Ella sale del baño con la cara recién lavada, tiene el cabello hecho un lío y aún lleva puesto ese viejo pijama que se niega a desechar. Se ve hermosa, estoy segura que podría vestir una bolsa de basura y aún así no lograría esconder su belleza.
—¿Qué? —saca el cepillo de su boca, mirándome confundida.
—Nada —me arrastro al pie de la cama—. ¿Puedes decirme la hora?
—Siete y algo —corre al baño cuando la pasta de dientes rebalsa por los costados de su boca.
Camino detrás de ella, me apoyo en el marco de la puerta y la observo enjuagarse los restos del dentífrico.
—Iré a cambiarme —anuncio, antes de perder demasiado tiempo viéndola como una tonta enamorada—. Nos encontramos en el desayuno.
—¡Espera! —me detiene antes que siquiera me mueva—. ¿No olvidas algo importante? —sus ojos evitan mirarme directamente y señala hacia abajo.
