En el pasado quedaron los días de mi amor infantil, ahora trato de entender este deseo que arde cual fuego a punto de iniciar un incendio. Quiero darle todo de mí, y aunque sea solo como un secreto, necesito escucharla susurrando en mi oído que me d...
N.A.Como lo prometí, aquí está el último Extra.Disfruten del especial por el cumpleaños de nuestra diosa (aunque un poco tarde, pero todavía cuenta) 🎂💖
Aclaración:Estaparte, a diferencia de las anteriores, está narrado desde el POV Su.
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SUZUKA
Aún faltan un par de horas para que el reloj marque la medianoche. Se supone que estamos pasando tiempo de "amigas normales". ¿Pero qué hay de normal en nosotras?
—S-Su —gime mi nombre.
Mis pensamientos son un lío.
Puedo asegurar, sin lugar a dudas, que en el pasado quedaron los intentos de ocultar mis sentimientos y deseos. Sin embargo, aún soy incapaz de hacer una pregunta sencilla.
Me muerdo la lengua, no es el momento adecuado.
¿Y cuándo lo es?, aparece la pregunta en mi cabeza.
No ahora —me digo. Necesito despejar mi mente y enfocarme en lo que estoy haciendo. Necesito... escuchar su voz.
—¿Te gusta? —susurro en su oreja, intentando que suene como una pregunta, pero ambas sabemos que es una afirmación.
—A-Ah, Su-chan.
Continúo mi tarea con una sonrisa. No quiero parar al ver que lo está disfrutando, pero después de estar repitiendo la misma acción por un tiempo, mis manos comienzan a cansarse. Me piden a gritos tiempo para recuperarse.
—Creo que es suficiente —me detengo.
—No, por favor —se estira como un gatito perezoso. Cubro su espalda desnuda para evitar que se resfríe, pero ella no deja de moverse y vuelve a desabrigarse—. ¿En verdad vas a dejarme así?
Me siento al borde de la cama para evitar la mirada de cachorrito abandonado que está poniendo.
—No soy una profesional para hacer esto toda la noche —sacudo mis cansadas manos en el aire.
—Pues si algún día te aburres de cantar, podrías ser masajista —hunde su rostro en la almohada—. Dios, nunca me había sentido tan relajada en mi vida.
—Lo consideraré —froto los restos del aceite esencial en mis manos—. No creo que te importe que esté tocando desconocidos todo el día, ¿verdad?
—¡Eh! —se levanta de un brinco.
Contengo la risa al imaginar que detrás de mí está frunciendo el entrecejo y formando un mohín con sus labios.
—No sería tan malo —me inclino para recoger una prenda tirada en el suelo—. Al menos yo sí podría hacerlo, pero no creo que sea un buen trabajo para ti.
